Por Boris Luis Cabrera
Aunque aún restan algunos partidos para finalizar la etapa clasificatoria de la edición número 58 de la serie nacional de beisbol, nadie pone en duda la segura clasificación de los leones capitalinos para la siguiente fase. El regreso de Rey Vicente Anglada al mando del conjunto ha sido un éxito hasta el momento, manteniéndolos durante todo este tiempo en lugares de privilegio, en una armonía poco común entre especialistas y aficionados.
La mística del equipo azul y el aura ganadora que lleva innata el número 36, han empujado a los Industriales en cada partido a pesar de sus carencias en el montículo, de sus lesiones inesperadas, de ausencias importantes, y de su pésima defensa al campo. Sin embargo, todos saben que una vez concentrada las calidades en seis equipos, si estas deficiencias continúan saliendo como demonios perversos en cada choque, poco podrá hacer ¨El rey¨ y su cuerpo de dirección, y la maquinaria azul correría el riesgo de atascarse en el camino en cualquier momento.
Los refuerzos, pueden ser una especie de ángeles salvadores, de solución mágica que de un golpe robusteciera y le diera la solidez necesaria a este equipo para enfrentar los retos que se avecinan. Pero, ¿Qué necesita escoger realmente Anglada para lograr sus objetivos?
El tema de los refuerzos es bien complicado, hay que tener en cuenta muchos factores que van desde la calidad propia del elegido, del momento en que se encuentra su curva de rendimiento, hasta factores psicológicos y subjetivos, que al final pueden ser los que definan el éxito de la elección.
No se puede seleccionar un refuerzo a golpe de estadísticas frías, sus propias personalidades, sus capacidades de adaptación, y el papel que jugaran dentro del conjunto, pueden ser puntos aún más importantes. Anglada, su cuerpo de dirección, e incluso el psicólogo del conjunto, tienen por delante una dura tarea. Los cinco refuerzos pueden perfectamente traer los cinco colores del arcoíris al terreno de juego, o se pueden convertir de súbito en cinco jinetes apocalípticos si no se escogen con mesura, paciencia, analíticamente, y sobre todo, con mucha inteligencia.
El objetivo principal, amén de elevar la calidad en una posición específica o mejorar el cuerpo de lanzadores, es mantener la dinámica grupal del equipo. Confiemos en la dirección, que de sobra se ha ganado nuestra confianza. Nos vemos en el estadio.