POR JORGE EBRO
Yuli Gurriel abrió la puerta y por ella pasó la ofensiva de Houston como si fuera una caballería desbocada, provocadora de un caos que estremeció hasta sus cimientos la estructura potente de Los Angeles. En esta Serie Mundial no se toman prisioneros y solo queda la tierra arrasada.
La presión de los Astros resultó tan abrumadora el viernes en la noche para vencer 5-3 a los Dodgers, que los visitantes parecieron un equipo colegial, autor de errores tontos que en estos momentos deben tenerlos con una sola pregunta en mente: ¿Cómo nos pudo pasar?
De pronto, el péndulo del Clásico de Octubre se ha movido peligrosamente del lado de los texanos con ventaja de 2-1 y dos encuentros más en ese Minute Maid Park convertido en un manicomio.
Méritos para Gurriel, quien con su primer cuadrangular en esta instancia -luego pegó doble- trajo la chispa que encendió el fuego en la segunda entrada, para Marwin González y Brian McCann que impulsaron carreras, y Alex Bregman con elevado de sacrificio.
Mérito, sobre todo, para Lance McCullers, ese chico de Tampa que aprendió los secretos del pitcheo junto al cubano José Fernández, mientras ambos escuchaban los consejos del profesor Orlando Chinea, y para Brad Peacock, quien mantuvo a raya a los Dodgers con un relevo de lujo.
McCullers les regaló a los Astros cinco preciosas entradas con dos anotaciones permitidas, pero también recibió el regalo invaluable de errores físicos y mentales de unos Dodgers que abandonaron por una vez sus profundos fundamentos del juego.
Primero un manager Dave Roberts que contempló impasible el desmoronamiento de su abridor Yu Darvish. Cuando el japonés se bajó del montículo tras 1.2 innings de malsana faena, ya los Astros le habían conectado seis hits y anotado cuatro carreras. La grúa vino tarde, demorada
.Otra perla: el momento más prometedor de los Dodgers se produjo en la tercera cuando se llenaron las bases por tres boletos seguidos de McCullers, quien había perdido la zona de strike. Corey Seaguer no tuvo la paciencia de probar al lanzador, de exprimir su conteo, y al primer envío conectó para doble matanza.
Los Angeles se fueron con una carrera de esa entrada y sumaron dos más en la sexta con batazo de Puig y un wild pitch, pero Houston aprovechó un error en tiro del relevista Tony Watson para redondear la quinta y matar de raíz cualquier intento de remontada.
Cuando Roberts y los Dodgers lograron salir del atolladero ya era demasiado tarde y los Astros escaparon con una segunda victoria que coloca una presión indeseada en el conjunto favorito en las apuestas de Las Vegas.
Con un Rich Hill que trabajó apenas cuatro capítulos en el Segundo Juego y la mínima actuación de Darvish este viernes, el bullpen de Los Angeles pudiera sentir los efectos de un exceso de trabajo en la cuarta entrega de la Serie Mundial que por el momento brilla con la intensidad de los Astros.