Por: Raúl Hernández Lima
PINAR DEL RÍO, CUBA- Por grandes gestas puede medirse el calibre de los grandes hombres. El temple de Yosimar Cousín quizá le valió para soñar con la hazaña y así se le vio subirse al altar que debió ser el box del estadio Latinoamericano y afrontar hidalgo la tarea de arrancar una victoria de la casa de los azules que los pusiera contra la pared.
El joven de apenas 21 años no creyó en los maderos que venían a embestir, ni en la furia de los heridos, ni en la afronta del orgullo. Menos creyó en el templo beisbolero de la capital y su algarabía. Uno tras otro colgó ceros en el papel. Cada cual con la pesadez de las oportunidades que se agotan.
La confirmación del hito venía de manos de sus escuderos apaleando al pitcheo rival. Temprano levantaron a Erlis Casanova y luego lo mismo con Misael Villa para poner seis carreras que se convirtieron en siete.
Parecía cuestión de tiempo hasta que en el capítulo conclusivo los locales sacaron la casta y amenazaron con una remontada épica que quedó en amague cuando después de dos errores del infield de los toros, ponían el marcador siete carreras por cinco con el empate en circulación.
Frank Luis Medina se empinó sobre la lomita y obligó al veterano Yoandri Urgellés a rodar la pelota inofensivamente por la inicial para terminar las angustias taurinas y sepultar bien hondo las esperanzas azules.
El marcador no se movió entonces y con la segunda victoria en línea de los agramontinos cae el jaque sobre los de la capital, obligados a superar el excelente staff de lanzadores camagüeyanos en su propia casa tres veces consecutivas.
Por ahora el boleto de la final está más cerca del bolsillo de Borroto que de la mano de Anglada. Las siete victorias consecutivas de la etapa regular hacen pensar que es posible la remontada. Ya veremos que dice el terreno.