Por Peter Orsi
LA HABANA, Cuba — Cuando Barack Obama presencie el partido del martes entre los Rays de Tampa Bay y la selección cubana, no tendrá el placer de ver a la que supo ser la fuerza dominante de la pelota a nivel amateur sino una novena isleña venida a menos, que enfrenta su peor crisis en más de 50 años.
La pelota cubana siente el efecto de la partida de muchas de sus mejores figuras. Los estadios y los campos de juego están muy desmejorados y el equipo nacional no gana un torneo grande desde hace casi una década.
«Está en un mal momento», expresó Ismael Sene, historiador del béisbol cubano.
Ahora, las autoridades están considerando cambios otrora inimaginables para salvar el deporte nacional, reformas que son posibles en parte por el detente que comenzaron el presidente estadounidense Obama y el mandatario cubano Raúl Castro.
Las Grandes Ligas están hablando con ambos gobiernos sobre un posible acuerdo que haría que resulte un poco más fácil para los peloteros cubanos jugar en Estados Unidos sin tener que escaparse cuando compiten en justas internacionales o con peligrosos cruces acuáticos ayudados por traficantes.
La semana pasada, el gobierno de Obama implementó una política que permitirá a los cubanos cobrar sueldos en Estados Unidos siempre y cuando no paguen impuestos especiales en la isla. Esas normas mencionan específicamente a deportistas, artistas y otras figuras del mundo del espectáculo.
Víctor Mesa, legendario pelotero cubano que dirige el equipo que enfrentará a los Rays, dijo que sueña con el día en que los jugadores cubanos puedan competir en Estados Unidos sin tener que abandonar su patria.
«Se puede ir a trabajar allá, nos van a dar permisos de trabajo y el dinero se puede traer para Cuba. Eso es lo que nosotros queríamos, que nuestros peloteros puedan jugar allí», expresó Mesa.
Un tema clave es que, si bien Cuba permite ahora a algunos peloteros competir en ligas del exterior, son cedidos a préstamo por la federación cubana de béisbol, que se lleva parte de sus salarios. Pagarle directamente al gobierno cubano violaría los términos del embargo que rige sobre la isla y que el Congreso de Estados Unidos se niega a levantar.
Yulieski Gourriel fue el primer pelotero en el 2014 que fue al exterior en la plenitud de su carrera con el apoyo del gobierno. Ganó un millón de dólares en Japón con los Yokohama Dena Baystars y le dio el 10% a la federación cubana, lo que constituye una suma importante en un país en el que el salario promedio es de unos 25 dólares al mes.
Pero la temporada pasada regresó a Cuba porque los japoneses rescindieron su contrato.
El mes pasado, él y su hermano menor Lourdes, considerado también otra gran promesa, se escaparon del hotel donde disputaban la Serie del Caribe en la República Dominicana, siguiendo los pasos de Yasiel Puig y Yoenis Céspedes, otros dos sonados casos de peloteros de nombre que se fugan de la isla.
En marzo aparecieron fotos en Twitter de Gourriel en el aeropuerto de Miami.
Cuando se fue, Gourriel estaba bateando alrededor de .500 para los Industriales de La Habana y se encaminaba a batir numerosos récords de bateo. Ello se debió en parte a que el pitcheo ha decaído en Cuba y al hecho de que Gourriel es considerado el mejor jugador de su generación.
«Fue un golpe simbólico», opinó Peter C. Bjarkman, autor del libro de próxima publicación «Cuba’s Baseball Defectors: The Inside Story» (Los desertores del béisbol cubano: La verdadera historia).
Bjarkman cree que la decisión de Gourriel es un indicio de que no habría acuerdo alguno con las grandes ligas a corto plazo, porque de lo contrario se hubiese quedado. A los 31 años, «no le quedaba mucho tiempo, sintió que era ahora o nunca», expresó.
Otro problema es que en Cuba se juega durante el invierno boreal. Eso quiere decir que los peloteros que compiten en Japón o en otros países casi no tienen descanso. Jugadores de cierta edad como Gourriel se exponen a fundirse y a sufrir lesiones.
Sene dijo que las autoridades están hablando de hacer jugar una liga de mayo a septiembre, sin los jugadores que firman con las mayores. Una segunda liga de seis equipos funcionaría de octubre a diciembre y contaría con los peloteros cubanos, que ya habrán terminado su temporada en Estados Unidos.
«Espero que pueda pasar», dijo Sene. «Para mí es la solución en cuanto a la calidad general».
Un arreglo de ese tipo sería necesario porque los equipos de las grandes ligas pagan millones de dólares a sus jugadores y defenderán agresivamente sus inversiones.
«Los Medias Blancas no van a ceder a (José) Abreu en medio de la lucha por el banderín para que vaya a jugar a Cuba», expresó Bjarkman.
Entendidos afirman que muchos peloteros cubanos se sienten desgarrados por tener que elegir entre su lealtad al sistema cubano que los formó y su sueño de jugar con los mejores.
Los sueldos de las grandes ligas son otro factor. En años recientes los peloteros cubanos hay firmado por grandes sumas. Rusney Castillo firmó por 72,5 millones de dólares con los Medias Rojas y Abreu por 68 millones con los Medias Blancas.
«Todo pelotero quisiera medirse en ese béisbol», dijo Liván Moinelo, pitcher zurdo de Pinar del Río. «Se abren grandes posibilidades para los peloteros cubanos de jugar en las ligas mayores y vamos a esperar que suceda lo mejor».
Muchos chicos cubanos, por otro lado, están optando por el fútbol en lugar del béisbol e idolatran a figuras como Lionel Messi y Cristiano Ronaldo. En fútbol una simple pelota le permite jugar a 22 personas, mientras que en béisbol hacen falta guantes, bates y otro equipo costoso y escaso.
La última vez que la selección cubana ganó un torneo internacional fue en el 2007, en los Juegos Panamericanos, aunque Pinar del Río conquistó la Serie del Caribe del 2015. Cuba envió lo que se consideró un equipo fuerte al Clásico Mundial en 2013, pero no llegó a las semifinales. Desde entonces siete pilares de ese equipo han desertado.
Bjarkman dijo que la falta de éxitos contribuye a hacer que se vayan. Cuando ganaban torneos, los peloteros eran tratados como astros de rock. Pero, hoy por hoy, a los cubanos les interesa más lo que hacen los peloteros isleños que están en las mayores.
«Están por debajo de los que se fueron. Cada vez hay menos razones para quedarse y permanecer en el sistema», dijo Bjarkman. «Ya no son ídolos. Los ídolos son los que se fueron