Por: Redacción de Pelota Cubana.
Decir que el béisbol cubano está muerto, o menos radical, que está en su peor momento depende siempre del cristal con que se mire el asunto. No exagero cuando digo que es cuestión de percepciones. Si nos quedamos con las pésimas actuaciones en la arena internacional, con énfasis en el desastre panamericano, tal vez nos adscribimos sin pensarlo a esta tesis.
Pero si tenemos en cuenta las excelentes actuaciones en la mlb o el béisbol japonés, las ligas del Caribe y donde quiera que se juegue el deporte de las bolas y los strikes, no tiene sentido decir que los cubanos ya no podemos con esto.
El problema entonces deja de ser una cuestión cualitativa de quienes practican el deporte sino de quienes lo dirigen. Una selección es la discriminación en cuanto a calidad de los integrantes de una nómina. El primer criterio de discriminación tiene que ser, inapelablemnte, la calidad y no el lugar de residencia.
Desgraciadamente en la Isla, quienes dirigen el deporte nacional se atribuyen la prerrogativa del reparto de las nacionalidades en base a la Liga que juegue el deportista.
Seguramente este nefasto hermetismo en cuanto a quien es cubano o deja de serlo, alberga tintes protagónicos en la debacle del equipo de las cuatro letras. Existe una convicción cercana a la unanimidad en que muchos de los que brillan en las mejores ligas del Caribe o en las organizaciones profesionales de los Estados Unidos y Japón tienen muchísima más calidad que la media de los que juegan en nuestra serie nacional.
Lo que nadie entiende es por qué prescindimos de ellos. Si el mismísimo Higinio Vélez ha resaltado que para incorporarse a nuestra serie nacional sólo basta con ser cubano y tener un estatus migratorio regular.
En todo caso depende de las autoridades cubanas hacer expedito el trámite, dependiendo por supuesto del interés que tengan ambas partes en hacerlo. Por otra parte el presidente de la Federación ha referido en más de una oportunidad que no importa la Liga donde milite el atleta otorgando a todos el mismo derecho.
Entonces no podemos entender con qué criterio prescindimos de un jugador en excelente forma como José Miguel Fernández que incluso juega la Liga Koreana y no sufriría problemas con la adaptación y si llamamos a algunos jugadores que militan en otras ligas asiáticas como la japonesa.
Teniendo en cuenta la voluntad de jugadores como Henry Urrutia, quien expresó que sería un triunfo poder representar al país que lo formó, en palabras donde expresa el compromiso con él béisbol cubano, es incomprensible como se cuenta con peloteros que pasaron por esa liga como Cepeda y Roel Santos y ni siquiera se realiza una llamada telefónica al toletero tunero.
Siguiendo esa misma línea, nadie puede justificar, por lo menos desde un punto de vista objetivo y evadiendo la nefasta politización del deporte, como se puede reclamar que Moinelo, Despaigne, Raydel para nuestra fortuna sean llamados al Team Cuba y se menosprecie a un atleta con excelente performance en esa misma liga de Japón y que manifestó su deseo de integrar el equipo como Alexander Guerrero.
Es probable que quienes toman las decisiones sobre confeccionar el equipo, no sufran con las desastrosas actuaciones y se conformen con participar en un deporte donde antes fuimos a ganar. Quizá son los únicos que no se enteran de la vergüenza y siguen pensando que nuestra SNB es medidor para el éxito internacional.
Es lindo escuchar que representar la selección cubana sería una bendición para muchos que quieren representar su país como recientemente dijo el outfilder pinero Félix Pérez. Quizá eso nos entusiasma a todos excepto a los que tapan sus oídos frente a la declaración.
Luego están los incontables atletas y directores dentro de nuestra serie nacional que estarían gustosos de compartir el Cuba con sus compatriotas que militan en otras ligas. Posiblemente la de Cepeda es la más reciente pero junto al pueblo cubano son la mayoría.
La idea no es, ni puede serlo, excluir nuestros mejores peloteros de la serie nacional. La exclusión sólo cabe en el imaginario de los que mancillan nuestro béisbol y nuestra cubanía.
¿Quién duda a estas alturas que el béisbol constituye motivo de orgullo nacional?
Sólo los que anteponen absurdas trabas e infames olvidos, sólo los que albergan preceptos obsoletos y fuera de contexto representan las limitaciones reales de nuestra pelota. Ellos son los que denostan la decisión de prosperar y mudarse a trabajar a otros lugares de la geografía internacional.
Esos son los creadores de la odiosa denominación de los de dentro y los de afuera, los de aquí y los de allá, cuando la única y justa nominación debía ser la de ‘los cubanos’. Siempre es tiempo de estar unidos y en esa unidad radica nuestra esencia. No puede resultar el béisbol la nefasta excepción.
Ojalá lo noten los responsables. Así será posible tornar realidad el sueño de retornar a la senda triunfadora de nuestra pasión. Así será realidad la más laudible de nuestras demandas, la del Cuba para los cubanos.
1 comentario
Es impensable que se prescinda de jugadores que pudieran aportar una mayor calidad a la novena nacional. De esta manera se devolvería la ilusión a los aficionados