Por Félix Anazco Ramos
CAMAGÜEY.- En agosto del 2019, con 17 años, se vistió por primera vez con el traje de Camagüey en la máxima categoría de la pelota cubana, pero parecía un fantasma de vuelta a la caja de bateo del estadio Cándido González. Aquel rostro moreno y el número 95 a la espalda eran señas conocidas para los aficionados más viejos. Días antes, en Mayabeque, había decidido el juego de su debut en series nacionales, el primero de la edición 59, con doblete al jardín central, y seis meses después quedaría seleccionado como el cuarto Novato del Año en Cuba de Camagüey.
Al Loidel Chapellí de marras hay que distinguirlo con el Zulueta de su madre Rosmery o con el Jr. que le toca como hijo homónimo de quien bateó para 328 de average durante 16 temporadas. Con tal legado, lo suficientemente grande para pesarle, el muchacho se dedicó a divertirse y los resultados llegaron solos; sin embargo, cuando hablamos esta semana por teléfono no se le sentía muy viva la voz.
“Estoy como fiera enjaulada. Íbamos bien en los entrenamientos para la Serie 60 hasta que llegó la pandemia”, nos comentó desde su casa. Las prácticas en el patio con su padre le saben a poco. No obstante, conversar de su primer gran año le reanima la voz.
“Una temporada muy fuerte. Primero competí como regular en el Sub-23 y luego estuve en casi 90 juegos de la Serie Nacional. Me sentí muy bien en el debut con los mayores porque contribuí en un tremendo resultado del equipo. Anteriormente promediaba unos 35 partidos anuales. Por eso me agoté en algunos tramos de la competencia e incluso me lesioné”.
—Ese paso se dificulta con un pitcheo más exigente. Tú no conectaste largos batazos. ¿Fue esa la razón?
—Enfrenté un pitcheo más “duro” que el de las categorías menores, con lanzadores de mayores recursos y un pensamiento táctico desarrollado.
“No ajusté la mecánica de bateo, sigo haciendo swing fuerte y recto, aunque no haya pegado jonrón. Me considero un bateador de líneas cortas, con facilidad para dar extrabases por mi velocidad en el corrido de las bases. Según los entrenadores, esta resultó una buena competencia desde el punto de vista ofensivo porque regularmente elegí lanzamientos en la zona de strike y produje unas cuantas carreras”.
—Cuando te recuperaste de la lesión ya en la segunda fase, tu rendimiento bajó…
—Iba muy bien, y después me costó recuperar la forma. Aunque el pitcheo concentró su calidad, el principal problema estuvo en mi condición física y en la ansiedad por volver a hacer las cosas bien. Desde el banco me mantuve entrenando y esperando la oportunidad de ganarme el puesto nuevamente. Por suerte el momento llegó en los play off y pude ayudar.
—¿Es tu peor recuerdo de la Serie?
—Para nada, eso está en la pelota y uno necesita que le suceda para entender que el puesto hay que ganárselo. El peor momento de la Serie para mí fue la barrida que nos dio Industriales en la segunda etapa, en La Habana. Hicimos ese viaje con mucha gente lesionada, pero jugamos muy mal. Estuve horrible, en un partido me sentaron por cometer dos pifias en fildeo.
“Y precisamente por eso lo mejor ocurrió al ganarle a Industriales en semifinales. Disfruté muchísimo esas tres victorias, nunca había vivido un ambiente como el de esos días. Salir de emergente y ayudar al equipo con hits, fue muy bonito también”.
—¿Cómo llevaste la competencia por el “Novato del Año”?
—Nunca estuve pendiente de la carrera por el premio, tenía la mente ocupada en rendir a la altura de mis compañeros. Al final, sin su ayuda y la de los preparadores físicos y la confianza de los entrenadores, no hubiese conseguido tanto. Cuando supe de la nominación tampoco me preocupé, porque había jugadores como el cienfueguero Luis González que también lo merecían, por eso me sorprendió que me eligieran. Pienso que votaron por mí porque produje más y mis números contribuyeron a un mejor resultado colectivo, aunque la edad seguro influyó.
—Muchos se rompían la cabeza pensando en qué posición te utilizaría Miguel Borroto, porque en los equipos Cuba jugabas en la primera almohadilla y en la Sub-23 también en la intermedia; sin embargo, la estrategia de usarte en el out field ya comienza a gustar…
—Por ahora los planes de los directivos de Camagüey y del Cuba es que continúe desarrollándome en los jardines, y en eso trabajo. Este año cometí errores costosos en el left field y no quisiera repetirlos. Poco a poco mejoro en mi ubicación ante cada situación y cada bateador, y también en la localización de los batazos; no obstante, quiero ser más útil a la defensa y por eso no descarto volver a cubrir la primera y la segunda si los directores lo necesitan.
—Estar luego en el conjunto nacional Sub-23, como lo habías hecho en los niveles escolares, cadetes y juveniles, significa una presión extra, pero creo que la mayor cruz que cargas es que siempre te comparemos con tu padre.
—Vivo orgulloso de que me comparen con mi papá, porque ha sido de los más grandes peloteros de esta provincia. Siempre anda diciendo que yo seré mejor ….porque a esta edad él no tenía tantos logros, pero los resultados de su carrera impresionan.
“Necesito constancia en los entrenamientos y mucha disciplina para superarlo. Para esa meta tengo todo su apoyo desde el inicio. Habla conmigo antes y después de cada juego para indicarme las particularidades de los lanzadores, mis potencialidades frente a cada rival… y después analizamos lo que no salió bien para mejorar. Es mi mejor profesor y gracias a sus enseñanzas estoy creciendo en el pensamiento técnico-táctico”.
Nunca mejor dicho que en estos días en que el mejor inicialista del Campeonato Mundial de Italia en 1998 “alimenta” los sueños de su creación, una fiera que saldrá de casa con hambre de grandeza cuando pase la pandemia.
(Tomado de Adelante)