La oportunidad llegó en la octava entrada y Hechavarría la aprovechó al máximo con un doble que rompió un empate a dos carreras y le dio a los Marlins un triunfo 3-2 el miércoles en la noche sobre los Piratas de Pittsburgh.
“Me preparé para esa batalla, ya fuera para los cambios o para la recta pegada que me estaban tirando’’, expresó el de Santiago de Cuba. “Justo al darle a la pelota sentí como si algo se estuviera liberando dentro de mí’’.
Para Hechavarría este fue su tercer batazo que impulsa la carrera del triunfo para los peces, que este jueves buscarán ganar esta serie de cuatro partidos frente a Pittsburgh, apoyados en el brazo de Wei-Yin Chen.
Otro resultado diferente habría puesto mucha sal en la herida y no solo por un pelotazo a Derek Dietrich, que no presagiaba nada bueno, sino porque se hubiera desaprovechado una gran actuación del abridor.
Adam Conley mereció mejor suerte, porque si al chico se le habían señalado inconsistencias, en esta ocasión mostró su promesa en todo su esplendor frente a una alineación que carga dinamita en sus bates.
“Esta noche todo me funcionó, especialmente la mezcla de lanzamientos’’, indicó el serpentinero. “No es fácil dominar una y otra vez a esa tanda de bateadores’’.
El zurdo colgó cero tras cero e hizo crecer la ilusión de un juego sin hit ni carrera hasta que en la sexta Andrew McCutchen le sonó un metrallazo por el jardín central que le hizo cerrar los ojos.
Al momento de abrirlos, los más de 17,000 aficionados presentes en el parque se levantaban para premiarlo con una ovación antes que se marchara al dugout al menos con la esperanza de llevarse el triunfo, ya que no podía aspirar a la gloria mayor.
Una entrada antes, los peces le habían regalado una ventaja de dos carreras sacadas bajo la tierra, con una conexión de Christian Yelich y aprovechando un lanzamiento descontrolado de Jonathon Niese.
No era mucho, pero parecía suficiente justo para el momento en que Mattingly decidió darle paso al bullpen en la séptima, sin saber que el castillo construido con tanto sacrificio se iba a desbaratar en cuestión de minutos.
Entre Kyle Barraclough y Mike Dunn se las arreglaron para agitar las llamas de la amenaza y facilitar la esfumación de la ventaja con la ayuda de un batazo de Matt Joyce impulsador de las del empate.
Afortunadamente, tres ponches de David Phelps -quizá el relevista más confiable del grupo- levantaron la confianza en el octavo y enviaron un mensaje de que aún era posible rescatar la victoria en la noche.
Al menos, Hechavarría lo recibió.