Autor: Aliet Arzola Lima
MATANZAS.— Al obtener ventaja 3-2 en la semifinal contra Pinar del Río, Víctor Mesa, manager de los Cocodrilos yumurinos, dijo que su equipo tenía la misión de “convencer” para mandar a casa a los incombustibles Vegueros, y avanzar a la discusión del cetro en la 55 Serie Nacional.
Ese no es un término popularmente expandido en nuestro béisbol. Por lo general, todos los jugadores hablan de ganar, de esforzarse, de dar un buen espectáculo, pero casi nunca de convencer, cuestión relacionada no solo con salir airoso, sino también con demostrar la fortaleza de un plantel, su capacidad de responder en cualquier situación, por angosta que sea.
Con mucho ímpetu y garra, Pinar del Río, apegado a su fabulosa y rica historia, pegó un golpe fulminante a Matanzas para eliminarlos de la lid, tras remontar de 2-3, y en valla ajena. Eso, estimados lectores, es convencer.
Los vueltabajeros sacaron los misiles el sábado, su pitcheo aguantó estoicamente entre escaramuzas, y el domingo, ya en duelo de vida o muerte, en la clásica ruleta rusa del séptimo encuentro, mostraron su eterna sangre fría, la clase de los campeones para llevarse una ajustada victoria 3-2 y consumar un regreso a la vida que será recordado por mucho tiempo.
La tensión era perceptible por los cuatro costados en el parque Victoria de Girón, donde el público yumurino no respondió como en otras ocasiones, con muchos claros en las gradas y un silencio dubitativo que al final rompieron los aficionados pinareños, unos cientos que sonaron como miles por la banda de primera.
Su contagioso ritmo se apoderó del estadio, y aupó a su novena, que salió perdiendo 0-2 por cohetes remolcadores de Yurisbel Gracial y Eduardo Blanco, el primero contra los envíos del abridor Erlis Casanova, y el segundo ante los servicios del relevista Yosvani Torres.
El criterio colectivo había encaramado en la lomita desde el inicio a Torres, pero el mentor Jorge Ricardo Gallardo movió las cartas y colocó a Erlis. Es cierto que en los juegos decisivos hay que jugar con la mejor opción, sin guardar nada porque no existe el mañana, pero la designación del derecho de Consolación de Sur tenía mucho sentido.
Casanova, en su presentación anterior frente a los Cocodrilos, se burló de sus bates, pues enfrentó a 18 rivales y 15 de ellos le dieron conexiones de rolling, prueba ineludible de su dominio sobre la zona baja. Pero en esta oportunidad no se mostró tan efectivo, afectado, tal vez, por una detención de media hora a causa de la lluvia.
Castigado por tres hombres en línea, Erlis dejó su puesto al gigante Torres, quien se encargo de limpiar la pizarra del Girón a puros ceros, dilapidando 6,2 entradas con una carrera sucia permitida, solo tres jits en su cuenta, con un boleto y dos ponches.
“Tenía menos velocidad que el jueves pasado y mejor control. Aquel día la defensa no me respaldó, enfrentaron un día complicado por el mal estado del terreno, pero ahora todo salió a la perfección, combiné bien, sentía que la bola caía donde quería”, expresó a Granma Torres, quien reconoció la agresividad y el nivel de los oponentes.
Pero la labor del derecho necesitaba un respaldo ofensivo, que comenzó por un error del patrullero central yumurino, Eduardo Blanco, quien dejó con vida tras un elevado a William Saavedra, remolcado por Yordanis Alarcón. El empate vueltabajero llegó por jits consecutivos de Yosvany Alarcón, el propio Saavedra y Lázaro E. Blanco.
Las tablas se rompieron en un santiamén, en un abrir y cerrar de ojos, un sablazo del máscara Alarcón que se perdió en el gris cielo matancero. “Salí a pegarle a la bola, tirarle con fuerza y hacer tres swines duros. No buscaba el jonrón, pero quería alcanzar al menos dos bases. Por suerte salió el batazo, gracias a Dios”, confesó el tunero.
“Somos un equipo grande, solo morimos cuando no hay más posibilidades. Hoy teníamos el pitcheo más fresco, ellos solo nos hicieron dos carreras, aunque Freddy Asiel Álvarez estuvo muy bien con tres días de descanso. El juego estaba para nosotros”, añadió el receptor, quien dedicó el decisivo vuelacercas al público matancero.
“Desde ayer se estaban metiendo conmigo, por eso me quedé parado en el home y señalando a las gradas después del batazo. Este ambiente solo me motiva a hacer mejor las cosas”, aseguró el héroe de la tarde.
Así se despidió Matanzas de la 55 Serie Nacional, de nuevo sin la posibilidad de ofrecer a su afición el título del patio, aunque es válido reconocer que su juego y mentalidad le imprime una pizca de emoción adicional a un campeonato de tonalidad gris.
Los Vegueros pinareños y los Tigres avileños serán los encargados de discutir el cetro, una reedición de la final de la 50 Serie, cuando los vueltabajeros triunfaron. “Ha pasado mucho tiempo desde aquello, en esta ocasión llegaremos un poco más cansados, pero vamos a salir a luchar, lo importante es dar pelea”, afirmó Torres sobre el inminente reto del principal espectáculo deportivo nacional.