Escrito por Prensa Latina
El mítico pelotero legó a las futuras generaciones su lema de que para alcanzar la victoria hay que estar incluso dispuesto a dejar la piel sobre el terreno.
Carlos Alberto Tabares Padilla, el lince habanero del béisbol cubano, dice adiós al deporte activo dejando una estela de elegantes y pasmosos fildeos jugando el jardín central para los equipos Cuba y los Leones de Industriales.
Dueño de seis coronas con los Azules de la capital (1992, 1996, 2003, 2004, 2006 y 2010) en una carrera brillante, Tabares se retira del deporte nacional de la isla luego de convertir en un mito el uniforme marcado en sus espaldas con el número 56, que lo acompañó por un cuarto de siglo en los estadios cubanos y de otros lares del mundo.
Capitán varias veces de ‘la novena’ de Cuba y con la franela del equipo más amado u odiado en el pasatiempo nacional por excelencia del país caribeño, el habilidoso centerfield del llamado equipo insignia de la pelota cubana deja un récord personal de mil 760 juegos jugados con mil 956 hits en seis mil 378 veces al bate para average ofensivo de .307 con 222 bases robadas en 25 campañas.
Tabares -uno de los mayores orgullos de la pelota habanera- tiene fijado su retiro oficial este 9 de enero en el primer partido semifinal entre los Industriales de su vida contra el equipo oriental de Las Tunas, en el Estadio Latinoamericano del Cerro, considerado la Catedral del béisbol cubano.
Bueno a la hora buena con el bate, rapidísmo entre bases y famoso en Cuba por aquél out que le robó a los árbitros tras un batazo a lo profundo que pudo darle el triunfo a Australia sobre la isla en los Juegos Olímpicos de Atenas-2004, Tabares siempre fue pródigo de múltiples hazañas en cada estadio en que jugó dentro y fuera de Cuba.
El mítico pelotero legó a las futuras generaciones su lema de que para alcanzar la victoria hay que estar incluso dispuesto a dejar la piel sobre el terreno.
Y es que una de las máximas del otrora patrullero central azul era predicar con el ejemplo en el campo de juego y su fórmula básica era la disciplina.
‘Cuando uno entrena al máximo y está sin deudas con el entrenamiento los buenos resultados llegan tarde o temprano’, dijo en una ocasión el fenomenal y explosivo jugador habanero, tres veces Campeón Mundial (Italia-1998, Habana-2003 y Holanda-2005), monarca en los Juegos Panamericanos de Santo Domingo-2003, Campeón Olímpico en Atenas-2004 y Subtitular en el I Clásico Mundial de Béisbol-2006.