Por: Duanys Hernández Torres
Termina un año con pocas noticias halagüeñas para el béisbol cubano y ningún título en eventos internacionales. La pelota en Cuba sigue en 3 y 2. Si no se toman medidas urgentes, el pasatiempo nacional se quedará con la carabina al hombro y viendo pasar el tercer strike.
El 2017 comenzó con el sorpresivo título de los Alazanes de Granma al barrer a los Tigres de Ciego de Ávila. Fue el primer título para la provincia oriental en cuarenta años y la gran coronación para un timonel con tantas horas de vuelo como Carlos Martí.
Este equipo se ganó el derecho a participar en la Serie del Caribe y aunque mostró una buena cara, terminó en cuarto lugar al caer su as, Lázaro Blanco, en semifinales ante las Águilas de Mexicali en un cerradísimo partido una carrera por cero.
El gran tropiezo llegó en el mes de marzo en el Cuarto Clásico Mundial. Cuba clasificó in extremis en la primera fase. Primero cayó ante Japón para después ganar con poca solvencia 6-0 ante China y sellar la clasificación en un partido disputadísimo 4-3 ante Australia, gracias al jonrón con bases llenas de Alfredo Despaigne.
La segunda fase no pudo ser peor. Derrotas consecutivas ante Israel, nuevamente Japón y ante Holanda por escandaloso nocautmostraron todas las carencias del béisbol cubano al máximo nivel.
Los estrepitosos fracasos seguirían en junio con el pésimo resultado de un equipo cubano en la Liga Can Am. Los dirigidos por Roger Machado solo pudieron vencer en cinco de los 21 partidos disputados en esta competición, un resultado muy por debajo de lo que se esperaba.
El picheo, como casi siempre ocurre, fue lo peor del conjunto. Los lanzadores cubanos lanzaron para un estratosférico promedio de limpias de 6,67 y propinaron 104 boletos en 178,1 entradas, para un abultadísimo BB/9 de 5,25. El WHIP general de los lanzadores fue de 1,94, o lo que es lo mismo, pusieron en base a casi dos bateadores por entrada. El average de sus contrarios fue de 323 para coronar el gran desastre. Pocos días después este equipo mostró mejor cara ante los universitarios norteamericanos pero también cayó 2-3 en el tope bilateral.
Otro resultado malo fue el quinto y último lugar alcanzado en el Torneo de Rotterdam con un equipo alternativo en el mes de julio. La selección dirigida por el villaclareño Vladimir Hernández mostró muchas carencias, sobre todo en el picheo. A los lanzadores cubanos le batearon para un abultadísimo 316 de average, con un astronómico WHIP de 1,65.Con semejantes números no se podía aspirar a mucho más.
Quizás la mejor noticia en 2017 fue la excelente faena del equipo Cuba juvenil en la Liga Elite Junior de Quebec, con trece victorias en quince salidas. La selección cubana mostró excelentes niveles de juego en los tres aspectos, lo que hacía presagiar una mejor actuación en el campeonato mundial de la categoría. Pero del dicho al hecho…
La categoría sub-15 no pudo repetir los buenos resultados de años anteriores cuando se coronaron campeones mundiales en México 2014 y Japón 2016. En el Panamericano de la categoría celebrado en Colombia alcanzaron la medalla de bronce.
En septiembre llegaría el campeonato mundial juvenil celebrado en Canadá donde la Isla también quedó a deber, con un sexto lugar. Los juveniles no alcanzan un título mundial desde 2004, y esta pobre actuación reafirma lo distante que nos encontramos del máximo nivel del orbe en distintas categorías.
Uno de los fiascos mayores llegó a finales de noviembre, con el paupérrimo resultado en el premundial sub-23 celebrado en Panamá. El equipo dirigido por Ariel Pestano no pudo conseguir uno de los cuatro cupos mundialistas y terminó en el quinto lugar debido en gran medida a la pobre ofensiva mostrada por la mayoría de sus jugadores.
Este resultado fue la coronación de un año desastroso para el béisbol cubano. Salvo lo hecho por los juveniles en la Liga Elite Junior de Quebec, lo demás bien puede ser condenado al olvido.