En la historia de nuestras Series Nacionales suman cuatro los jugadores que han ganado la condición de Novato del Año y luego han podido jugar en la MLB: los industrialistas Kendrys Morales y Gerardo Concepción, el vueltabajero Vladimir Gutiérrez y el camagüeyano Norge Luis Ruiz. Este último dio indudables muestras de su talento desde su estreno en la edición 52, sobre todo cuando fungió como refuerzo de los gallos espirituanos.
Tras su salida en busca de jugar profesionalmente fue firmado por los Atléticos de Oakland en diciembre del 2016 y con sus altibajos logró escalar en las sucursales de esa organización hasta debutar en Grandes Ligas la campaña precedente. En el 2023 se ha mantenido todo el tiempo en Triple A y allí sus números no han sido tan favorables como se quisiera.
Previo al duelo de Los Astros y Atléticos de Oakland, @pelotacubanausa conversó con el Camagüeyano ? Norge Luis Ruiz. pic.twitter.com/vyJefpK1q3
— Henry Morales (@henrysoyyo95) September 15, 2022
En 38 salidas, mayormente como relevista, ha sumado dos éxitos y similar cifra de descalabros, con 32 ponches y 19 boletos en 45.1 desafíos, un elevado PCL de 6.95 y llamativo WHIP de 1.77. Su actuación no invita a esperar otro ascenso este año, a pesar de estar jugando en el peor equipo de Las Mayores. Con 29 años a cuestas pudiera ser el agramontino otro jugador que pinta con un futuro brillante y luego, por diversos motivos, no llega a desplegar todo su arsenal.
Tampoco es que su carrera esté acabada por ello, ejemplos sobran de atletas que han tomado un segundo aire para luego resurgir con nuevos bríos. Mientras lucha con las probabilidades en el nivel más alto de las Menores, otras puertas pudieran abrirse en el futuro, sea en otra escuadra ligamayorista o en los circuitos caribeños.
Lo cierto es que, con sus deudas y triunfos, Norge Luis puede exhibir orgulloso el hecho de haber probado la sensación de jugar en Grandes Ligas. Otros cubanos con más aval en las Menores no lograron ese sueño, como Michel Abreu, Leslie Anderson, Félix Pérez o Armando Rivero, en algunos casos con llamativas injusticias o casualidades del destino, como se quiera ver.
El tiempo pasa y en mi mente queda aquel pitcher bien joven, el bailarín como le decía mi abuelo, guapo sobre el box y con resultados inobjetables en nuestro béisbol. Su camino no ha sido fácil, su rendimiento ha sido intermitente, una estrella brilla en su historial y siempre confié en que pudieran ser más. Esperemos que así sea pese a que el tiempo juegue en contra.