Escrito por Diony Sanabia/PL
Un lustro como director del equipo de béisbol de Matanzas le dejó al cubano Víctor Mesa dos motes acuñados por el humor o la pedantería de sus compatriotas: Carlos III y Compay Segundo.
Sin el título de monarca español y la fama mundial del músico del Buena Vista Social Club, Víctor Mesa es odiado y querido en un país, donde el deporte de las bolas y los strikes representa mucho más que un simple juego.
Elevada presión para sus peloteros, abundancia de gestos y gritos, pésimo carácter, «perretas» por doquier, indisciplinas disímiles dentro y fuera del terreno son faltas señaladas al eterno número 32.
Y junto con los errores propios del malo de la película, también llegan los halagos de «nadie saca tanto provecho a sus jugadores», «pocos saben más sobre pelota en esta isla que él» u «ojalá hubieran muchos Víctor».
Casi siempre el debate se cierra con el sólido argumento de la carencia de un título nacional como director en el evento deportivo más seguido en Cuba, quizás por aquello de que «el mejor tiene que ganar, sino no lo es».
La más reciente oportunidad de triunfo para Víctor Mesa desapareció hace apenas dos días cuando el conjunto de Pinar del Río venció a Matanzas (4-3 global) en una de las semifinales de la 55 Serie Nacional.
Según diversas opiniones, Víctor Mesa estaba tan obsesionado con la victoria que lo intentó todo, aunque el manejo del pitcheo no resultó el adecuado y en el campo se necesitaban varios jugadores de la clase extra del ahora estratega.
Desde la última derrota ante el segundo equipo más ganador de la pelota cubana a partir de 1962, el mismo del cual fue verdugo como tercer bate de Villa Clara a inicios de los 90 del siglo anterior, las bromas siguen creciendo.
Unos desearon solamente el fracaso de Matanzas por ver perder nuevamente a Víctor Mesa; otros, quizás los menos, anhelaban el éxito de quien tampoco pudo alzarse con una corona al frente del elenco que lo vio debutar.
Durante ocho campeonatos como timonel de Villa Clara, otro conjunto de altos quilates, Víctor Mesa acumuló dos segundos lugares al caer en ambas ocasiones ante Industriales, e igual cantidad de terceros, cuartos y quintos.
Entonces, y más allá de sus pobres resultados al frente del equipo Cuba, con una sola sonrisa completa en un torneo de Rotterdam, Holanda, queda pendiente por leer la historia de Víctor I, no más la de Carlos III o Compay Segundo.