Por Alexander Mendoza | Prensa LVBP
Caracas.- Henry Urrutia tenía cuentas pendientes. La temporada anterior no fue lo que esperaba y terminó cesanteado por el Caracas, luego de apenas disputar 15 partido en octubre. Así que se preparó para reencontrarse con el nivel que exhibió con Leones en la campaña 2015-2016, su primera en la LVBP, esta vez enfundado en el uniforme de los Cardenales de Lara.
El resultado superó las expectativas y terminó con .385 de promedio, el más alto entre sus cofrades del circuito en la campaña 2017-2018.
“No puedo explicar lo que se siente ser campeón bate en Venezuela, son muchas las sensaciones”, destacó el toletero zurdo. “Para nadie es un secreto que es una de las ligas más fuertes en el invierno por su diversidad. Hay mucha fortaleza en el pitcheo de todos los equipos y excelentes bateadores. Así que es un mérito que no puedo describir con palabras. Venir de ser dejado libre por Leones a ser campeón bate, para mí lo hace mucho más grande”.
El jardinero cubano sacudió 75 hits, casi el doble de lo que consiguió en sus dos años anteriores con los melenudos.
“Solo traté de enfocarme en lo que estaba haciendo y no pensar en ningún liderato, pero ya cuando vi que llegó diciembre y tenía grandes posibilidades de ser líder de bateo, no te puedo mentir. En ese momento me dije: ‘Tengo que trabajar en base a esto. Es algo que puedo lograr, que será un mérito para mi carrera’. Era una meta no buscada, pero que podía ser alcanzada. Entonces comencé a trabajar más fuerte para tratar de mantenerme, sin perder el objetivo primordial de ayudar al equipo.
Urrutia incluyó entre sus hits 18 extrabases, recibió 27 boletos y se ponchó en 35 ocasiones, su OBP fue de .399 y su slugging de .480, mientras que dejaba un OPS de .878, con 38 anotadas y 41 remolcadas, la segunda cifra más alta de Lara y la quinta mejor de la eliminatoria.
“Siempre ha sido un buen bateador”, explicó Selwyn Lagnaigne, coach de bateo crepuscular. “La misión que me propuse con Urrutia, quien no pudo hacer el ajuste con Caracas el año pasado, tuvo que ver con la concentración y, como es un tipo alto (1,96 metros), que no sacara tanto las manos, porque la bola le iba a ganar. Lo entendió y desde entonces, ha sido el Urrutia que estamos viendo”.
Urrutia formó parte de la mejor ofensiva en los anales de la LVBP, luego que el equipo terminara con average colectivo de .318, así que además del bateador designado de los Tigres de Aragua, Alberto Callaspo, sus principales enemigos para alzar la corona fueron su compatriota Rangel Ravelo y Jesús Montero.
A falta de 16 juegos para completar el calendario, Ravelo marchaba con .400 de promedio. Cuando cayó el telón de la zafra su promedio todavía era un impresionante .397, solo que no pudo alcanzar las apariciones legales (170) debido a una lesión muscular en la pierna derecha que le impidió estar con regularidad en el terreno durante las tres últimas semanas de diciembre.
“No quería meterme presión porque podía evitar que hiciera mi trabajo para Cardenales”, insistió Urrutia. “Pero, como decimos en Cuba, no los tomábamos a bonche, a broma, a relajo. No solo con Ravelo. A Montero le decía: ‘Oye tú no me quieres dejar empujar carreras a mí, para que no te gane en las empujadas’. Y él se reía. Fue una competencia bien sana, para relajarnos. Porque la relación entre los peloteros de este equipo ha sido uno de los factores más importantes para conseguir el éxito colectivo que nos ha traído hasta aquí”.
Eventualmente, Urrutia alzó los brazos y consiguió un hito en su carrera que le había resultado esquivo, en al menos en dos oportunidades.
“En 2013, mi primer año con Baltimore, me fui de Doble A (Bowie), como líder de los bateadores (.365), pero con pocos turnos (200)”, recordó. “Me pasó lo mismo que a Ravelo, me ascendieron al Norfolk (Triple A) y más tarde a Grandes Ligas, no tuve las veces al bate suficientes (el título de bateo de la Liga del Este lo ganó el dominicano César Puello, con .326, para el Binghamton). Antes había sido segundo en mi último año en Cuba (2009-2010), con Las Tunas (.397)”.
El apellido Urrutia es sinónimo de logros y récords en el beisbol cubano, tanto en la Serie Nacional como eventos internacionales. Así que el título de bateo de Henry en la LVBP, cierra un círculo.
“Vengo de una familia pelotera, con unos paradigmas bien altos en el beisbol”, apuntó el patrullero originario de Las Tunas. “Soy primo de Osmany Urrutia, que ganó seis títulos de bateo consecutivos en la Serie Nacional (cuatro años seguidos por encima de los .400, a principios de la década anterior), un medallista olímpico, que asistió al primer Clásico Mundial (2006). Mi padre Ermidelio Urrutia, está entre los 100 mejores peloteros en la historia de Cuba. Son jugadores que le han dado mucho valor al apellido y siempre he tenido que estar corriendo a la sombra de ellos para algún día poder hacer algo por mí mismo. Creo que salir del país fue una decisión de la que nunca me arrepiento, pues despegué con mi propia carrera, con un nombre propio, y el poner en esa trayectoria un título de bateo en la LVBP dice que hay otro Urrutia con el que también pueden contar”.
EL DATO
Henry Urrutia es el primer campeón bate de los Cardenales de Lara desde la temporada 2009-2010, cuando lo consiguió Alcides Escobar, con .393. El jardinero es apenas el segundo cubano que lo consigue con el uniforme crepuscular, detrás de Orlando González en la 1978-1979, cuando ligó para .355.