Por: Michel Contreras
A Felipe Sarduy Carrillo me lo encontré hace poco en Ciego de Ávila durante la ronda final del campeonato Sub-18. Quizás porque crecí oyendo hablar de sus hazañas beisboleras –y de las de Chávez, Cuevas, Changa, Alarcón, Huelga…- , me lo había figurado más alto y acaso hasta más corpulento. Sin embargo, la realidad echó por tierra aquellos cálculos.
Sarduy, definitivamente, fue uno de esos casos en que la excepción ratificó la regla. Mientras él respondía a mis preguntas, yo trataba de imaginarme cómo aquel negro menudo había podido hacerse hueco en la pelota brava de las primeras Series Nacionales, hasta el punto de mantenerse activo por espacio de 21 campañas e integrar el team Cuba a torneos memorables como los Centroamericanos de San Juan’66 y los Mundiales de Quisqueya’69 y Cartagena’70.
Muy bueno debió haber sido el hombre cuando impuso varias marcas que en ese momento dejaron boquiabierta a la fanaticada. Las más descollantes, los 29 juegos consecutivos conectando de hit con la franela de Granjeros –tope quebrado 17 años más tarde por Lázaro Vargas- y los 642 lances sin pifiar en la inicial, record que perduró más de dos décadas hasta que Eduardo Leal lo superó.
Pasados 73 abriles desde que vio la luz en el avileño Central Stewart –hoy Venezuela-, Sarduy conserva intacta la memoria de sus días de esplendor, camina y gesticula con naturalidad de muchachón y sigue aferrado a la creencia de que la disciplina es la madre nutricia del atleta.
“Yo nunca busqué ninguna marca. La propia racha de juegos con hit fue saliendo sola y me percaté sobre la marcha después de que llevaba 17 partidos en fila, cuando un aficionado me lo comentó. Fue entonces que me di cuenta de que podía alcanzar los 21 establecidos por José Pérez y lo logré, pero siempre teniendo presente que lo principal era trabajar para el equipo. A mí el colectivo siempre me pareció más importante que mi logro individual”.
“Existen muchas diferencias entre la pelota de antes y la de ahora, y se concentran sobre todo en la entrega de los peloteros. Yo pienso que un aspecto negativo que nos afecta enormemente es el referido a la disciplina, porque sin eso es imposible asimilar las enseñanzas de los entrenadores o pensar cómo hacer el mayor aporte posible al equipo”.
“A cada rato veo cosas que me irritan. Por ejemplo, jugadores que no dan un hit en su primera vez al bate y ya juegan todo el tiempo disgustados. Y por ahí vienen el error, la descoordinación, los corrings malos y los tiros sin sentido. Ahora la preparación es mucho más integral que en mis tiempos, pero eso no es lo que ve el público, sino lo que hacen los jugadores en medio de los juegos oficiales. El béisbol no es solamente batear”.
“En mi época había un respeto muy grande por los directores, y nosotros poníamos un interés tremendo por hacer bien las cosas. Eran tiempos de una disciplina profunda, diría yo. Y ojo, el concepto de disciplina no se limita a llegar temprano a los entrenamientos y sudar a chorros, sino que es más amplio y tiene que ver con hacer que cada acción tribute a la victoria”.
“En mis tiempos había jugadores con más condiciones que yo, pero pude abrirme paso gracias a la disciplina. Cuando yo llegué en la tercera Serie ya estaban Pedro Chávez, Miguel Cuevas, Daniel Hernández, Tomás Soto y Lázaro Cabrera, y luego se sumaron Agustín Marquetti, Antonio Muñoz, Agustín Lescaille, Arturo Linares… En todas las épocas ha habido primeras bases muy integrales en Cuba”.
“La disciplina lo da todo, eso está demostrado. Mira a Alcides Sagarra en el boxeo, Ronaldo Veitía en el judo, Eugenio George en el voleibol… Todo lo lograron partiendo de la disciplina. Y eso también es lo que hace que los equipos de Víctor Mesa lleguen lejos en cada campeonato. Se puede tener un Dream Team y si no existe respeto por lo que se está haciendo, no hay éxito posible”.
“Te voy a poner un caso: las protestas a las decisiones arbitrales. El pelotero no está para protestarle al árbitro, sino para hacer su trabajo. Cuando un árbitro se equivoca una vez, ya el pelotero se ha equivocado tres o cuatro en el partido”.
“Si me pides un Equipo Ideal de las Series Nacionales, pondría a Juanito Castro como receptor; Muñoz en primera; en segunda Rey Vicente Anglada, de quien fui fanático siempre; indudablemente Omar Linares en tercera; Rodolfo Puente y Germán Mesa en el shortstop; Víctor Mesa en el center; Luis Giraldo Casanova en el ala izquierda; y en la derecha, Wilfredo Sánchez. Como designado, Osmany Urrutia; pitcher derecho, Braudilio Vinent; pitcher zurdo, Jorge Luis Valdés; y en la dirección, Ramón Carneado, que más allá de su autoridad y conocimientos, fue una excelente persona, capaz de ayudar con sus orientaciones inclusive a los jugadores y managers contrarios”.
“En mi carrera siento que cumplí con mi conciencia, con una gran parte de la afición, con mis amistades y con los equipos que integré. Me fui muy satisfecho, y hoy tengo la satisfacción de que ando por las calles y mucha gente me saluda y recuerda con respeto. Yo no era un pelotero espectacular, pero me dediqué a hacer las cosas bien”.
“Hoy estoy jubilado pero nunca podré dejar de estar en la pelota. Veo juegos, voy a estadios, discuto, doy opiniones, aconsejo…; soy un hombre de béisbol y eso es algo que no se queda atrás”.
1 comentario
Tuve la oportunidad de conocerlo en Santa Cruz del Sur y compartir con el hace dos años. También me hacía idea que era más alto y corpulento.
Me causó una grata impresión su sencillez, afabilidad y de la forma tan cordial con que trató a todos los allí presente.