POR JORGE EBRO
Jorge Maduro sabe que no basta un paso más para llegar al homenaje deseado para su padre, pero al menos ya ha dado el primero con el objetivo de llevarlo al sitio de honor más importante en el béisbol: Cooperstown.
Quien no conoce la importancia de Bobby Maduro en el devenir de la pelota cubana, jamás podría imaginar la labor titánica y el impacto de este hombre en lo que es la isla hoy en lo deportivo y lo histórico.
“A mi padre lo han reconocido en el Salón de la Fama y yo en un principio estaba satisfecho con esto”, reconoció Jorge Maduro. “Pero amigos muy queridos me han dicho que debemos ir por más, debemos buscar que lo exalten, que las nuevas generaciones conozcan lo que hizo por el béisbol en Cuba y el mundo”.
Todo comenzó con un viaje en abril de Jorge Maduro a Cooperstown en busca del anillo de los Cuban Sugar Kings -equipo propiedad de Bobby-, los inolvidables campeones de la llamada Pequeña Serie Mundial de 1959, y un encuentro con el presidente del recinto Jeff Idelson.
Conocidor del legado de Bobby Maduro, Idelson le pidió al hijo más evidencia visual y escrita de su padre, quien tenía el sueño de convertir a La Habana en sede de la primera franquicia de Grandes Ligas fuera de Estados Unidos, bajo el lema de “un pasito más y llegamos”.
“Después de ese encuentro, he reforzado la noción de que debo luchar por la memoria de mi padre”, expresó Jorge Maduro. “Estamos buscando recuerdos, periódicos, objetos, lo que sea para ayudar en esta tarea. Esto va más allá de mi padre, es parte de la historia de Cuba y Latinoamérica”.
Nacido el 27 de junio de 1916, Bobby Maduro no solo fue pieza clave en la construcción del Estadio del Cerro, sino que mediante Los Cubanitos y la academia de los Kings le dio un espaldarazo monumental al béisbol al formar figuras como Cookie Rojas, Tony Taylor, Tany Pérez, Luis Tiant…
Con la llegada al poder de Fidel Castro las ilusiones de Bobby Maduro se perdieron en el tiempo, pero su figura sigue inamovible, como un recuerdo doloroso de lo que pudo haber sido y no fue.
“Ponte a pensar, con Los Cubanitos se crearon en Cuba 130 ligas infantiles donde a cada niño sin recursos se le daba lo necesario para jugar”, explicó Jorge. “Mi padre decía que el béisbol unía a las familias, a los pueblos. Quiero seguir por ese camino, con esa idea. Vamos a reconocer a quienes viven en el espíritu de Bobby Maduro”.
Jorge espera que el 24 de septiembre pueda reunir a muchos peloteros y personas que conocieron y se beneficiaron del impacto de su padre en un almuerzo que tendrá lugar en el Big Five Club de Miami.
Y a partir de ese punto, tiene pensada una avalancha de acciones para que algún día su padre tenga una placa en el lugar sagrado de la pelota.
“Yo lo veo ya, es una imagen que tengo en mi corazón”, recalcó Jorge Maduro. “Yo antes era un poco egoísta y no quería compartir a mi padre con nadie. Hoy quiero que todos tengan un pedacito de Bobby Maduro en el alma’