Por Mario Martín Martín
Aunque el balance de cuatro éxitos y dos fracasos en estas dos primeras subseries es positivo, lo cierto es que el desplome del pitcheo en los dos últimos compromisos ante Sancti Spíritus y la inestabilidad de la ofensiva, trajeron consigo los dos primeros fracasos deLos Tigres en la arrancada de la LVII Serie Nacional de Béisbol.
Llamó la atención la ineficaz apertura del pasado sábado del as Vladimir García, aunque algunos alegan que solo tuvo de descanso cinco días después de actuar ante Guantánamo. Pero lo cierto es que El cañón de la trocha ha tenido en su carrera deportiva ese ritmo de trabajo y bien conozco que este año se preparó con esmero.
También, es significativo que con el madero los avileños solo promedien 249, en un arranque en que la media del campeonato anda por 283. Raúl González (500) y Eliécer Griñán (333) son los únicos que promedian por encima de 300.
Ahora, los tres veces campeones nacionales recibirán, consecutivamente, las visitas de Artemisa y Granma en el estadio José Ramón Cepero, dos conjuntos que exhiben tres triunfos e igual número de fracasos.
Acerca de la derrota por forfeit ante los del Yayabo, cuando el alto mando de los avileños, después de un prolongado aguacero, decidió no continuar el partido a la altura del tercer inning con un marcador desfavorable 0x5, alegando las malas condiciones del terreno, me remito a uno de los acápites del Reglamento de la competencia:
«El árbitro principal y el jefe de grupo serán los encargados de decidir si son o no apropiadas las condiciones del terreno para reanudar un juego y agotar todas las posibilidades para finalizar el mismo.»
Quien escribe no estaba en el terreno para poder opinar si era o no posible que el juego continuara, lo que si me queda claro es que la decisión de los oficiales había que acatarla por aquello de que las apreciaciones de los árbitros no tienen marcha atrás. Había que perder tras 27 outs y no por reglamento.