Por: Nelson Rodríguez Roque
Ahí están. Intocables. Cuarenta y seis años después. Ningún equipo ha podido alcanzarlos. Lucen “irrompibles”. Son los 27 éxitos consecutivos de aquellos Mineros dirigidos por Roberto Ledo, en la XI Serie Nacional de béisbol.
Al ser dicho elenco uno de los dos conjuntos orientales de esa temporada, 10 peloteros estuvieron o están ligados a la actual provincia de Holguín. Sus criterios ayudaron a reconstruir los hechos de cuánto aconteció por esos días triunfales, de inicios de los setenta.
Tres de ellos ya están fallecidos: el estelar Fermín Laffita, baracoense que se hizo pelotero en La Ciudad de los Parques; el sagüero Eusebio Bravo, quien, haciendo honor a su apellido, peleó la condición de Novato del Año con Pedro Jova; y el lanzador zurdo Eliécer Velázquez, nacido en San Agustín de Aguarás (“Calixto García”) pero radicado en la región tunera. Este último ostentó, luego de esa campaña y hasta 1978, la primacía de más entradas consecutivas sin permitir carreras (44.0).
Sobre cómo fue la preparación de dicha novena, habla el mayaricero Jorge Francis, uno de los holguineros que tiene más de 100 jonrones en la pelota cubana: “Hicimos un entrenamiento excepcional, en Cazonal, Santiago de Cuba, donde teníamos hasta un terreno en buenas condiciones. Eso está en lo que ahora llaman Baconao, es una zona costera. Tres meses estuvimos preparándonos.
“Como había también porciones de playa, corríamos en la arena, nadábamos, hacíamos swines en el agua, abdominales, cuclillas… Nos alistaron físicamente un especialista de atletismo e Higinio Vélez. Por las noches, nos llevaban al ‘Guillermón Moncada’ y jugábamos contra Oriente, la otra novena oriental”.
Sin embargo, el arranque de los muchachos fue inconsistente, al punto de que, en enero, llegaron a ser últimos de una tabla de posiciones compuesta por 12 representativos. El Sputnik Oriental, como denominaban al serpentinero derecho Orlando Figueredo – es santiaguero, pero vive en Holguín desde 1988 –, recuerda que “empezamos con una racha adversa, pero en Matanzas, específicamente en Cárdenas, jugando contra Henequeneros, terminamos perdiendo esa subserie. Entonces, se encontró con nosotros el Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque, máximo dirigente del Partido en Oriente. Nos arengó muy fuertemente, no con el ánimo de regañarnos o humillarnos, sino para subirnos la autoestima, y a partir de ese momento levantamos muchísimo”.
Qué si levantaron, el 8 de febrero lograron la primera victoria de la cadena sobre Camagüey, 1-0, y le aplicaron luego la escoba a los “agramontinos”. De ahí en adelante, barrieron a Las Villas, Pinar del Río, Oriente, Matanzas, La Habana, y otra vez a camagüeyanos, villareños y pinareños, dejando en el camino el anterior récord de La Habana (20 juegos), el sábado 4 de marzo, cuando Roberto “El Jabao” Valdés fue apoyado por ofensiva de ocho anotaciones, para apuntarse el triunfo frente a Las Villas.
Manuel Alarcón, pítcher que hizo época en los sesenta, El Cobrero, trabajó dos innings en un enfrentamiento –los únicos en toda la campaña– en los cuales no le anotaron y soportó un jit; posteriormente a esa reaparición, nunca regresó a los diamantes.
La conquista 27, cinco días después, fue a la cuenta del siniestro Jorge Franco, también oriundo de Mayarí, quien reside en Santiago de Cuba desde 1971. Auxiliado por El Meteoro de La Maya, Braudilio Vinent, trabajó 8.1 innings en el “Guillermón Moncada”, versus Pinar del Río, que sucumbió, 3-2.
“Me tocó abrir contra Emilio Salgado, que era uno de los mejores lanzadores de Cuba. Recuerdo que el locutor Rubén Rodríguez, anteriormente scout en la pelota profesional del Marianao, me orientó que les lanzara recta del primero al quinto inning, y después variara el pitcheo. Yo, con una recta aceptable, cambio, buena curva y control, trabajé hasta el octavo, cuando Leonildo Martínez, inicialista, me da jonrón con un hombre en base, y entonces traen a Vinent”, rememora Franco, a quien apodaban Manguera.
Su coterráneo, Rafael “Rundi” Araújo, también tuvo su cuota de protagonismo en la hazaña: “Era un gran equipo, con una constelación de estrellas y muchos deseos de ganar. De las 27 victorias, gané un juego de relevo contra Matanzas, en el que hicimos 10 carreras en la primera entrada. Ledo rotó el pitcheo cada dos innings, me tocó tirar del cuarto al sexto y me anoté el triunfo”.
Otro representante de la tierra mayaricera y atleta de la primera Serie Nacional, Julio Quiala, amplía: “La pelota se jugaba caliente y, a mi juicio, tenía más calidad que la actual. Recuerdo mucho a los desaparecidos Laffita y Eusebio Bravo; el primero, para mí, el mejor centerfield que ha dado el béisbol cubano, y el segundo una tercera base tremenda. Todavía mantengo comunicación con algunos de mis compañeros, entre ellos Hechavarría (Ramón), pues ambos éramos receptores”.
La racha quedó interrumpida el 11 de marzo, a manos de los fortísimos Granjeros, 5-0. En el “Cándido González”, los dirigidos por Roberto Ledo se vieron maniatados ante los envíos de Gaspar Legón, que iba dando juego perfecto hasta el noveno episodio con dos outs, mas Laffita le ligó un jit que rompió el “embrujo”.
Rafael Castillo, granmense y holguinero a la vez – vistió el uniforme de la provincia holguinera en muchas ocasiones –, por entonces un novato pítcher que daría mucho de qué hablar, apunta acerca de Ledo: “Referirse a él es mencionar a una leyenda del béisbol cubano. Venía de La Habana, pero fue uno de los managers que más nos dirigió a los orientales. Inspiraba mucho respeto por su seriedad y rectitud, no obstante, se comunicaba muy bien. Educaba con su ejemplo y aplaudía la entrega, lo vi llamarles la atención a verdaderas estrellas o sentarlas, cuando estas no daban lo mejor de sí. El hombre que era sincero con Ledo lo tenía todo, su confianza esencialmente”.
A Carlos “Maceta” González, jardinero calixteño, también le cupo el honor de formar parte de Mineros. Por ello manifiesta: “Aquella fue una novena muy unida. Fue una linda experiencia para mí, aunque nunca entendí por qué me utilizaron tan poco. Jamás reclamé, simplemente hacía lo mío cuando me necesitaban. Estaba muy bien al bate esa temporada, incluso en el entrenamiento, pero con todo y eso no fui muy utilizado, siempre salí de emergente”.
Mineros forzó una serie extra de tres juegos, al llevarse, sensacionalmente, el último partido de la temporada contra Henequeneros, en 12 capítulos, y empatar con Azucareros (52 ganados y 14 reveses). Durante el pleito contra los “yumurinos”, Ledo sufrió un dolor precordial, por causas más que obvias.
Se impuso el principal cuadro del este en 47 de sus últimos 51 pleitos en la fase regular e igualó otra cota –de Industriales– que todavía perdura, más lechadas propinadas por un equipo (22). En el Todos Estrellas del campeonato, incluyó al torpedero Agustín Arias y al lanzador Roberto Valdés (12-0).
Elpidio Mancebo fue el mejor bateador de la justa (.327 de average); Orlando Figueredo ganó más que nadie (14 juegos); Braudilio Vinent ponchó a 127 contrarios (líder); Vinent, Figueredo y Valdés se anotaron 37 éxitos en conjunto y el cuerpo de tiradores colgó 18 escones en un día… estos fueron algunos de los guarismos que dejaron los subcampeones.
Sí, porque el playoff lo conquistó Azucareros, también muy aguerridos, dos juegos por uno, con el decisivo efectuado en el Latinoamericano, protagonizado por un pitcheo brillante del desaparecido José Antonio Huelga (a pesar de sus crisis en el nervio ciático) y la presencia de Fidel. Según Carlos González, cuando se acabó el desafío, el Comandante en Jefe, “al ver a peloteros de nosotros que lloraban por la derrota, nos dijo: no hay que lamentarse, fue un gran juego y ha ganado la pelota de Cuba, aquí no ha perdido nadie”.
Lo cierto es que Mineros, en la tercera Serie Nacional que efectuó 66 choques, dejó una marca que ningún plantel ha podido quebrar. Continúa vigente, después de varias estructuras, formatos y muchos combinados de igual o mayor calidad. Habrán perdido el oro, pero ganaron un récord que hace Historia.