
Por Mayli Estévez Pérez
A nivel de mayores Cuba no ostenta un título mundial en la pelota, siquiera panamericano, hace un buen tiempo. Por eso que la categoría sub 15 repitiera corona global en Japón es un suceso digno de reseñar y más si en el equipo tuvieron parte dos villaclareños. Osdany Rodríguez Obregón, pitcher de Santa Clara y 14 años; y Randy Alonso Hernández, de Placetas y 15.
Rodríguez Obregón fue directo y antes que todo quiso dejar claro que Japón es un país hermoso, y que la primera noche no durmió por el efecto del jet lag. Con 1.81 metros en su corta edad, lanzó contra Australia y no tuvo decisión, por eso cuando le hicieron señas de que relevaría en el séptimo episodio del partido final contra Japón, supo que sería una buena manera de concluir un mundial. Le hicieron tres carreras, pero sus compañeros le habían dado suficiente ventaja para un resbalón.
«Empezamos mal, eso no es un secreto, pero nos la pasamos dándonos ánimos en el dogout, cuando no ocurría lo que buscábamos en el terreno. Llegamos con la idea de repetir el título y las cosas no salían, por eso cuando vimos la oportunidad, la aprovechamos», dijo Rodríguez en un día de lluvia en el estadio Sandino.
El joven pitcher se jacta de sus tres lanzamientos: curva, tenedor y una recta cuya velocidad máxima es de 88 millas. En pocas palabras, Rodríguez avergonzaría a varios serpentineros de la actual Serie Nacional.
Randy, a su lado, escucha lo que cuenta su coterráneo, y ante cada palabra asiente, sobre todo en lo de Tokio como ciudad imponente. El placeteño es más riguroso consigo mismo. Sabe que le dieron un chance y que no conectó lo suficiente para mantenerse en el line up cuando la suerte se puso de su parte.
«Estuve en el left field en dos choques, al principio del torneo, y era el quinto de la alineación, bateé 500, de 6-3, pero me movieron», cuenta Alonso, y recuerda que fue su padre quien en algún campito de Placetas le enseñó el camino del béisbol.
«Con Japón se había perdido antes. Ese partido se jugó de noche y nosotros en Cuba nunca jugamos en horario nocturno. Nos mataron ahí. Pero la final fue de día y salimos por todo», concluye.
Cuba retenía el campeonato, con score final de 9 anotaciones por 4, con ofensiva de 18 imparables. Dos villaclareños hacían parte de esa historia.
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