Por: Raúl Alejandro del Pino
Frederich Cepeda ya no es el mismo de hace diez años, cuando una tanda temible de espirituanos impresionaba en los estadios de Cuba. Entre la veteranía y las lesiones no queda mucho si se le compara con aquella gloriosa época para los Gallos. Sin embargo, llega un momento en la vida en que uno aprende a percibir otros pequeños detalles. Instantes que van más allá de batazos descomunales o fildeos extraordinarios, pero que llevan intrínsecos la belleza e hidalguía del béisbol.
La tarde del domingo 17 de septiembre, fue uno de esos días. Se medían en el poblado de Güines, Mayabeque y Sancti Spíritus. Llegué al estadio local 45 minutos antes del play ball y me dediqué a observar solamente a una persona: Frederich Cepeda.
Callado, sin buscar protagonismo, realizó toda la preparación previa al pie de la letra, como uno más de ese grupo de muchachos que, entre algún que otro experimentado, conforma la actual nómina yayabera. En su primer turno al bate saludó con gallardía tanto al árbitro como al cátcher rival y luego, cuando el principal le cantó el tercero, salió trotando para el dogout sin chistar.
Dos innings más tarde, en su siguiente presentación en el home, un coro de gradería alentado por una conga, le tarareó varias veces eso que dice “es una vaca lechera…”. Él, sin embargo, solo esbozó una sonrisa. De ahí en adelante no falló más: par de pasaportes a primera base y un proyectil al derecho para concluir la jornada.
Al término del partido, no fueron pocos los que acudieron a saludarlo, a tomarse una foto con él, a confesarle su admiración, incluido este redactor, a quien amablemente le ofreció declaraciones exclusivas para Play Off. Así de grande es el número 24. Un caballero sobre la grama, un ídolo de los spikes a la gorra. Sencillamente, un crack.
Después un año de Clásico Mundial y una Serie Nacional que exhibe un nivel cada vez más bajo, ¿qué motiva a Frederich Cepeda a seguir jugando béisbol?
«Tuve la suerte de nacer en este país, aquí me formé y he hecho prácticamente toda mi carrera. También tuve la oportunidad de jugar en Japón, pero fue por un breve tiempo. Aquí están mis números, mi equipo Sancti Spíritus y lo que me motiva es simplemente el deseo de seguir jugando.
»Siempre he dicho que me gusta jugar béisbol por encima de lo que sea. Voy a tratar de superarme todos los días un poco más, mientras la salud me lo permita, seguiré luchando contra las lesiones y cualquier cosa con tal de salir adelante».
¿Y tienes aspiraciones de seguir integrando el equipo Cuba?
«Mientras las cosas salgan bien no hay problemas. Al final los que deciden son los que están al frente del equipo, según el plan que tengan para cada evento. Lo mío en este momento es tratar de hacerlo lo mejor que pueda en la Serie Nacional. Cuando tú tienes un buen resultado, eso es lo que habla por ti.
»Si voy, no va a ser la primera vez que vaya. Si me quedo, tampoco será la primera vez que no esté. En otros momentos en que he estado más joven, como se dice, me han dejado. No sería una sorpresa que ahora lo hagan de nuevo. Lo mío es tratar de mantenerme saludable, para así ayudar a mi familia y sentirme contento».
Tuviste la oportunidad de conocer un circuito tan exigente y extenso como el de Japón y has transitado por diversos momentos de los torneos nacionales. ¿Qué piensas de la actual estructura que ya se mantiene por unos cuantos años?
«A mí desde el primer día no me gustó. Y no me gusta porque se quedan fuera muchos peloteros. Mientras más equipos, más oportunidades hay de desarrollar los jugadores. Pero yo, como siempre he dicho, soy un atleta y al final las cosas que uno dice ni se escuchan, entonces, lo que hago es acatar órdenes y jugar de la manera en que esté».
Aunque Sancti Spíritus todavía está en la lucha por incluirse al menos en los puestos de comodín, si no lograra su clasificación a la otra fase, ¿aspiras a que te pidan de refuerzo?
«Sí, aunque eso está en dependencia de la necesidad de los que clasifiquen. Primero que todo, quisiera que clasificara Sancti Spíritus. Pero en el caso de que no avance, por supuesto que estoy dispuesto a jugar en cualquier equipo y hacerlo bien, lo mío es trabajar. Pero ahora estoy concentrado en clasificar, eso sería lo mejor».
Con 37 años, ¿ya has pensado en el retiro?
«No, no… Mientras rinda, esté saludable y con deseos, voy a seguir jugando béisbol, no tengo límites para decirte cuando me voy a retirar. El físico y Dios dirán, pero mientras me quieran voy a seguir jugando, esté o no en el equipo Cuba».
Precisamente, con el hit que diste en el juego de hoy llegaste a 1826 de por vida, ¿es una de tus metas alcanzar los 2000 antes del adiós?
«Claro, quiero llegar a esa cifra, y si Dios lo permite a los 300 jonrones también, pero hay que hacerlo antes de decirlo. Es una tarea dura, necesitaré quizás dos o tres años más. Por lo pronto, lo que quiero es seguir jugando esta serie y seguir preparándome para la otra».