POR JORGE EBRO
Aledmys Díaz no es obra de la casualidad. El torpedero de los Cardenales de San Luis ha desafiado pronósticos y eliminado dudas con una actuación constante que lo ha mantenido al tope en su juego.
Mientras algunos esperan la caída del cubano, Díaz continúa su tremendo paso en la temporada y al momento de escribir esta nota era el único de su equipo con promedio ofensivo por encima de .300.
Su historia resulta típica en Grandes Ligas: jugador desconocido aprovecha lesión de otro pelotero y se gana el puesto. Nace una estrella. Díaz solo espera que ese brillo dure más de lo que otros esperan.
Desde que hablamos en la primavera, ha pasado un mundo de cosas.
«Han sido tres meses y medio muy intensos, pero estoy disfrutando las bendiciones que me está dando Dios, sobre todo de poder jugar en Grandes Ligas. Estoy disfrutando el momento».
Llegaste por lesiones de otros y muchos predijeron que no ibas a durar.
«El trabajo diario es lo que da los dividendos. Eso lo aprendí desde que estaba en las Ligas Menores, los dos años que pasé allí me prepararon para cuando llegara la oportunidad. Ahora siento que pertenezco a este nivel».
¿Te afectaron las dudas?
«Nosotros, los cubanos que hemos jugado allá, llegamos con algo de experiencia. Sabía que esto era un proceso duro, de ajustes, pero al final la fe lo sostiene a uno y es lo que me mantiene aquí».
Hubo un momento en que cortan del roster de 40. Muchos pensaron que era el fin.
«Ese fue un momento de despertar para mí, fue como un choque de corriente. Aquí hay que tener resultados. No importa el contrato que uno tenga, no existen garantías. Si no rindes, no funcionas. Me di cuenta de que no estaba haciendo bien algo».
¿Qué cosa?
«No sabría decirlo, pero a partir de ese momento puse más interés, trabajé más duro y eso también me ayudó a salir de problemas de salud. Con el cuerpo entero y la mente enfocada, cosas buenas comenzaron a suceder».
José Fernández siempre dice que es pelotero gracias a tu padre.
«Crecimos juntos y mi papá y mi tío siempre estaban arriba de su mamá para que lo dejara ir a jugar conmigo. Pero el verdadero crédito es de su mamá y su abuela. Ellas han sido fundamentales en su carrera».
Y ahora los dos son estelares en las Mayores.
«Esa es una de las más grandes alegrías que siento, verlo a él al lugar que ha llegado. Nuestros sueños se han hecho realidad, pero no todos los sueños. Ambos aún estamos en el principio del futuro».