POR MARINO MARTÍNEZ
Yulieski Gurriel ha demostrado ser un pelotero estelar desde su debut a los 17 años de edad en la Serie Nacional de Cuba. Luego lo hizo en eventos internacionales, en tres Clásicos Mundiales, en Series del Caribe, en la pelota profesional de Japón y ahora lo hace en Grandes Ligas.
Desde muy joven Gurriel fue un prospecto codiciado por los buscadores de talento. Pero no quizo abandonar la isla hasta febrero del 2016 cuando lo hizo junto a su hermano menor Lourdes en la Serie del Caribe en República Dominicana con la idea de probar su calidad en Ligas Mayores y en busca de progreso económico.
El 16 de julio del 2016 firmó un contrato por cinco temporadas y $47 millones con los Astros de Houston. Debutó el 21 de agosto de este mismo año, pero solo fue 130 turnos al bate.
Su actuación en 2017 con los campeones de la División Oeste de la Liga Americana que ahora lideran 2-0 la serie de playoffs sobre los Medias Rojas de Boston, demuestra de forma palpable el valor del pelotero cubano.
Después de jugar 14 temporadas en su país y con 33 años cumplidos, Yulieski terminó con promedio de .299 al pegar 158 imparables en 529 turnos, con 69 carreras anotadas, 18 jonrones, 43 dobletes, 75 impulsadas, embasamiento de .332, .486 de slugging, un OPS de .817 y 257 en total de bases.
Finalizó séptimo en dobletes (43) empatado con su compatriota José Abreu, entre los 12 primeros bateadores en promedio ofensivo y el segundo jugador con menos ponches por veces al bate (uno cada 8.5), siendo elegido el mejor novato del mes de julio.
De no existir un fenómeno como Aaron Judge de los Yankees de Nueva York con 52 jonrones y 114 remolcadas, Gurriel hubiera disputado el premio de Mejor Novato con posibilidad de ganar la distinción.
A la defensa realizó un buen trabajo como inicialista al cometer ocho errores en 130 juegos, demostrando su versatilidad en una posición que nunca antes había jugado.
Entre 2016 y 2017 su average es de .291, con 192 imparables en 659 turnos, 50 dobles, 21 jonrones, 90 impulsadas, 80 anotadas, embasamiento de .324, slugging de .466, OPS de .790 y 307 en total de bases.
La actuación de Yuli, que nació el 9 de junio de 1984, en Sancti Spíritus, así como la de otros jugadores antillanos que han llegado en los últimos años y que brillan en Grandes Ligas como Aroldis Chapman, José Abreu, Yoenis Céspedes, José Iglesias, Yasiel Puig, Kendrys Morales y Adeiny Hechavarría, son ejemplos del error que cometió Cuba cuando en 1961 eliminó el profesionalismo.
Aquel disparate de 1961, legitimizó el subdesarrollo. Pues Cuba, que fue desde el principio del pasado siglo la segunda potencia beisbolera del mundo a nivel profesional y la primera en el amateurismo, en estos momentos no es ni la séptima.
No solo en Estados Unidos se juega un mejor torneo que en Cuba, también en Dominicana, Japón, Venezuela, Puerto Rico, Holanda y México; sin contar Panamá, Canadá y Corea del Sur donde también se juega un buen béisbol.
Cuando las autoridades cubanas eliminaron el béisbol profesional castigaron a centenares de peloteros que reunían todos los atributos para triunfar en Grandes Ligas y convertirse en millonarios.
No solo debemos preguntar cuánto dinero hubiera ganado Yulieski de haber llegado joven a Grandes Ligas. También hay que preguntar cuánto dinero dejaron de ganar luminarias como Luis Giraldo Casanova, Omar Linares, Braudilio Vinent, Rogelio García, Antonio Muñoz, Armando Capiró, Fernando Sánchez, Pedro José Rodríguez, Antonio Pacheco, Pedro Luis Lazo, Rey Vicente Anglada, Germán Mesa, Orestes Kindelán, Alfonso Urquiola, Víctor Mesa, Félix Isasi y decenas de otras figuras que vieron pasar sus etapas de gloria en medio de la miseria económica.
¿Cuánto dinero en impuestos dejó de recibir la isla por los millones de dólares que hubieran ganado estos excelentes jugadores que nunca iban a abandonar su patria de poder salir de ella con permiso?.
Todos sabemos que a pesar de las dificultades y el atraso que padece Cuba, el juego de béisbol para su pueblo es algo más que dinero, representa un símbolo de identidad nacional.
Pero esto no significa que para mantener dicho honor era necesario sacrificar a la miseria a miles de sus peloteros y destruir una tradición de excelencia como era su torneo profesional.
La eliminación del profesionalismo fue un error lamentable. Cuba justifica su decisión culpando a Estados Unidos, pero durante muchos años antes de caer en la crísis que ha llevado a su béisbol al mayor deterioro de su historia, las autoridades deportivas estuvieron pregonando la superioridad de la llamada pelota revolucionaria sobre lo que ellos le decían la pelota esclava.
Esa supuesta pelota esclava donde los jugadores ganan millones de dólares, reciben un retiro después de cumplir 10 temporadas, con derechos sindicales y algunas otras ventajas, bajo ningún concepto puede ser inferior a una pelota donde los atletas no pueden sostener ni a sus propios familiares.
La única solución para levantar el béisbol cubano, si es que aún existe la buena intención para hacerlo, es regresar sus torneos profesionales sin necesidad de tener que eliminar la llamada Serie Nacional que puede seguir siendo un campeonato amateur por provincias en busca del desarrollo de jugadores.