?Por Greg Beacham
LOS ANGELES — Cuando Yasiel Puig lame el bate, el Dodger Stadium ríe. Cuando se detiene frente al plato admirando un hit, los vítores iniciales de los aficionados se transforman graciosamente en el exhorto de “¡Dale!, ¡Dale!” –lo cual termina haciendo.
Toda la carrera del jardinero cubano en las Grandes Ligas ha sido un aprendizaje sobre cómo sacar provecho su prodigioso talento sin perder la alegría esencial que genera el béisbol.
Hace apenas 14 meses, esa búsqueda parecía haber terminado, al menos en Los Ángeles. Puig fue enviado a la Triple A y lucía poco probable que volviera a unos Dodgers frustrados por su inconsistencia e indisciplina.
El “Caballo Loco” parece haberlo resuelto todo, y Los Ángeles está encantado de dejarse llevar por un viaje redentor que promete extenderse en octubre.
“Esta es mi mejor temporada”, declaró Puig. “Maduré un poco más. Me paro frente al plato para divertirme, porque sé que si no bateo, si no aporto nada en un partido, mis compañeros van a respaldarme. Esa es la razón por la que juego mejor y mi equipo está en esta posición de nuevo”.
Con su campaña de mayor constancia en Grandes Ligas y un explosivo arranque de playoffs, Puig es un elemento importante de un equipo que se acerca a la Serie Mundial, luego de una victoria de 4-1 sobre los Cachorros de Chicago el domingo, para dejarles al frente 2-0 en la serie por el campeonato de la Liga Nacional.
Puig estableció cifras máximas de su carrera con 28 cuadrangulares y 74 carreras impulsadas al mismo tiempo que mostraba su usual magnífica defensiva en el jardín derecho y encabezaba al equipo con su participación en 152 juegos.
En la postemporada, ha conectado 7 hits en 16 turnos con cinco boletos y seis impulsados. Ya excedió su total de impulsadas en los playoffs, algo coronado con su primer cuadrangular de postemporada en el primer juego ante Chicago.
Puig se ha lucido con notables jugadas en cada partido de un equipo que marcha invicto y que reanudará la serie de campeonato en el Wrigley Field el martes. De hacerle swing a todo, el cubano negoció tres boletos y anotó una carrera en la victoria 4-1 en el segundo duelo.
“Hubiera recibido un cuarto boleto, pero la lengua no me funcionó cuando lamí el bate y me ponché con un piconazo”, dijo.
Así es, a Puig le ha dado por lamer el madero por una cábala, lo suelta con euforia incluso tras dar un doble, defiende el bosque derecho con una destreza peculiar y no para de estamparle besos a la mejilla de su coach de bateo.
“Nunca lo habíamos tenido tan enfocado, en cada pitcheo del juego”, comentó el manager Dave Roberts, quien tomó las riendas de los Dodgers previo la pasada temporada. “Cuando un combina eso con todo el talento que tiene, la energía que aporta, no solo estimula a 50.000 personas (en el estadio). Estimula a todos en el camerino.
Desde que llegó a los Dodgers en 2013 tras un peligroso escape de Cuba, Puig juega la pelota con una efervescencia que enoja a algunos puristas del béisbol, pero eso le resulta irresistible a los fanáticos más jóvenes, a la mayoría de sus compañeros y a todos lo que les gusta divertirse.
“A veces se pasa con sus bobadas, pero le inyecta mucha energía a este equipo”, zanjó el astro novato Cody Bellinger.