Pero sucede que estas «flores silvestres» se están marchando antes de florecer por completo, como bien lo acentúa el reciente caso de Luis Robert Moirán, quizá el mejor prospecto que permanecía en la isla, quien se suma a la prolongada estampida de los grandes exponentes de este deporte.
Fue Ortega y Gasset, esa rareza de ingenio en la filosofía hispanoamericana, el que acuñó la frase: «la ausencia de los mejores» para ilustrar parte de los males de una España destrozada por fuerzas centrífugas. Frase que aplica, salvando las distancias que quiera colocar el lector, a las Series Nacionales.
Los mejores ya no están, se han marchado, primero a cuenta gotas y luego en un alud imparable que Cuba no quería y las Grandes Ligas no esperaban, como dejan entrever sus políticas erráticas para atender los casos de los agentes libres de la mayor de las Antillas, con las llamadas restricciones o plenos derechos, según la edad y la experiencia.
Cuando alguien como Moirán, con apenas 19 años de edad y candidato al premio de Jugador Más Valioso, decide partir con todo el derecho que le asiste, su vacío no se hace sentir en el momento, sino en una proyección de futuro que desaparece de golpe.
Varios evaluadores de talento consultados por El Nuevo Herald coincidieron en que deberá pasar otra generación -salvo las excepciones a toda regla- para encontrar peloteros de promesa tan alta como Moirán o José Adolis García, dos de la camada más reciente que Cuba ha parido.
No es lo mismo la marcha de un Céspedes o un Abreu que ya dejaron una huella y decidieron probarse en otro nivel, que la de alguien de 18, 19, o 20 años. En los segundos casos, la ausencia pesa doble y la oscuridad se hace más densa. Va quedando el resto del resto. Lo menos apetecible para degustar y ver.
Pero lo realmente preocupante es que ya no estamos hablando de esos a punto de entrar en la parte elite de la pelota cubana, sino de aquellos que en edad casi escolar y juvenil toman el camino que, ellos consideran, habrá de depositarlos en el mercado, con posibilidad de ser tomados en cuenta a partir del próximo 2 de julio, cuando abre el nuevo período de firmas.
Sin entrar en detalles, ya se han confirmado la salida de buena parte de los principales prospectos de las categorías Sub-15 y Sub-18, esos que deberían estar brillando en Series Nacionales en un lapso de tres a cuatro temporadas. La tendencia no puede ser más nefasta.
Tampoco significa que la pelota cubana va a quedar convertida en un paisaje lunar, lleno de cráteres, porque algo habrá de quedar -¿Ariel Martínez? ¿Liván Moinelo?- o surgir. Pero la espiral de salidas en este momento sobrepasa cualquier expectativa de crecimiento.
Y no es que los mejores hayan desaparecido. No. Están aquí en Grandes Ligas o en las granjas de las organizaciones, están en los circuitos profesionales del Caribe o de Asia. Están lejos, pero están, y vale recordarlo ahora que se aproxima el Clásico Mundial. Eso de la ausencia es relativo.
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se esta saliendo el futuro y eso si no tiene reemplazo