Por Jorge Ebro
La historia de Liván Chaviano Ordaz pudo terminar mal. Después de tres años dando tumbos en la República Dominicana, el prospecto cubano finalmente vio la luz al final del túnel al llegar a un acuerdo verbal con Toronto que se haría oficial en los próximos meses.
Ahora el equipo de los Azulejos podría firmar al lanzador derecho antes del 2 de julio en dependencia de cuánto dinero le quede para gastar en agentes libres internacionales o lo haría después de esa fecha para el momento en que abra el nuevo período de contrataciones.
“Este es uno de los casos que nos da mucha satisfacción, porque es el ejemplo perfecto de lo que puede pasarle a un joven cuando no recibe la guía y la ayuda adecuada’’, comentó Yoan Pino, su entrenador y consejero. “Por ahora, esta historia va teniendo un final feliz’’.
Pero hace unos meses atrás parecía destinada al fracaso, porque Chaviano, un prospecto legítimo que había formado parte de aquel famoso equipo Sub-15 que se proclamó campeón en Japón en el 2016, llegó a vivir en muy malas condiciones, cuando los que le atendían le abandonaron a su suerte.
Chaviano, actualmente con 18 años y natural de La Habana, había sido uno de los pilares de aquel conjunto que también integraron Víctor Mesa Ríos (Marlins), Franny Cobos (Astros), Malcom Núñez (Cardenales), Osiel Rodríguez (Yankees) y Loidel Chapelli Jr., entre otros
Fue Sandy Gastón, otro prospecto firmado con Tampa Bay, quien le pidió a Pino que ayudara a su compatriota. Chaviano, de 6.3 pies de estatura y 190 libras de peso, le había lanzado en la final del evento a Japón y antes había pintado de blanco a Estados Unidos en otro torneo en Panamá.
“No te vas a arrepentir’’, le dijo Gastón a Pino y el entrenador se dio a la tarea de rescatar a Chaviano primero y devolverlo a una forma deportiva óptima.
“El vivía en un apartamento sin luz, sin internet, en muy malas condiciones’’, recordó Pino. “Hicimos un trabajo psicológico en el inicio y luego nos dedicamos a recuperar sus habilidades en el terreno. Poco a poco fuimos observando los resultados y, de pronto, vimos el tremendo talento que es’’.
Poco a poco, Chaviano fue recuperando la confianza en sí mismo y luego la capacidad para superar las 90 millas por hora, para correr fuerte entre las almohadillas, para batear, porque si quisiera también podría ser útil con el madero entre las manos.
Cuando estuvo listo, Chaviano comenzó a presentarse delante de los clubes de las Mayores. Pudo haber firmado con los Marlins en aquellos momentos en que el club de Miami estaba interesado por Gastón, pero al irse el lanzador con los Rays el plan no cuajó en esa ocasión.
Entonces fue Toronto el que más le quiso. Ahora solo aguarda por la firma oficial para integrarse al sistema de granja de los canadienses en la República Dominicana.
“Por todo lo que ha pasado, Chaviano entiende el significado del sacrificio’’, recalcó Pino. “Tiene una tremenda ética de trabajo y se va a entregar por completo para cumplir su sueño de jugar en Grandes Ligas’’.