El béisbol cubano se encuentra en una encrucijada histórica: la elección del nuevo mánager del equipo nacional. En una conferencia de prensa, Juan Reinaldo Pérez Pardo, presidente de la FCBS, anunció que Mandy Johnson no continuará al frente del conjunto cubano de cara al Clásico Mundial de Béisbol 2026.
Johnson, quien condujo al equipo al cuarto lugar en el Clásico Mundial 2023, logró el título en la Copa del Caribe, la medalla de plata en los Juegos Centroamericanos y un decepcionante sexto lugar en los Juegos Panamericanos. Su último torneo al mando fue el Premier 12, donde Cuba concluyó en la posición número once, una actuación que expone de manera cruda la crisis que atraviesa el béisbol de la isla.
La importancia de esta decisión radica en que Cuba no puede permitirse otro fracaso internacional. Si la selección finaliza última en su grupo del Clásico, deberá disputar un torneo clasificatorio en el que sus opciones de éxito serían ínfimas. La realidad es que el equipo que participó en el Premier 12 es lo mejor que la Federación puede armar actualmente, y con ese nivel es prácticamente imposible competir contra equipos con jugadores del sistema MLB.
El problema del béisbol cubano no es un simple cambio de nombres en la dirección técnica. Es un problema de sistema, de estructura, de políticas impuestas por un régimen que ha llevado al declive a lo que una vez fue una potencia mundial. Mientras la dictadura cubana no modifique sus posturas y continúe asfixiando el desarrollo de su deporte nacional, el béisbol seguirá en caída libre.
El nuevo mánager de la selección cubana debe ser un profesional con experiencia en el béisbol de alto nivel, alguien que comprenda la evolución del juego y pueda gestionar un equipo con jugadores provenientes de las Grandes Ligas. Su autoridad debe ser incuestionable y debe generar respeto entre los peloteros, especialmente entre aquellos que militan en el profesionalismo. Además, en Cuba el mánager no solo dirige al equipo en el terreno, sino que también asume la labor de gerente general, una responsabilidad crítica para conformar un equipo competitivo. Sin un gerente general en la estructura de la Federación, la tarea de persuadir a los jugadores profesionales de representar a Cuba recae completamente en el mánager.
Pelota Cubana pudo conocer que Michel Enríquez, otrora tercera base del equipo nacional y actual coach en la liga mexicana, es uno de los nombres que se manejan como candidatos. Personalmente, no tengo un favorito, porque quienes deberían estar en un mundo ideal ni siquiera son considerados por la Federación, pero sí tengo claro quién no puede ser: Germán Mesa.
Tras entrevistas con varios peloteros y el análisis de múltiples declaraciones en diversos medios, la conclusión es clara: ningún jugador de Grandes Ligas aceptaría jugar bajo su mando. Su personalidad y su vinculación con el aparato político del régimen lo convierten en un técnico indeseado. En una entrevista con Cuba Grand Slam, el zurdo Maicel Díaz lo describió como un «pequeño dictador». En el mismo medio, Eliu Torres, exjugador de Industriales que estuvo bajo su dirección, lo calificó de prepotente. Yasser Gómez, en conversación con Pelota Cubana, afirmó que «muchos peloteros no ligaban con él».
Quienes piensan que estos testimonios son cosas del pasado están equivocados. Eddy Díaz, infielder cubano que en 2023 trabajó con Mesa en Nicaragua, fue contundente: «Ese comunista me trató muy mal, me trató malísimo».
La decisión más importante de este siglo para el Béisbol Cubano
Con todo esto sobre la mesa y considerando que Cuba pasó de ser una superpotencia del béisbol a un equipo del montón, la decisión más importante de este siglo para la pelota cubana es la de buscar un nuevo mánager. El futuro de la selección depende de ello, pero mientras la Federación siga operando bajo las mismas directrices y subordinada a los dictámenes de un gobierno que ha demostrado su incompetencia para manejar cualquier sector de la sociedad, el declive será irreversible.
El régimen cubano ha demostrado una y otra vez su incapacidad para gestionar el deporte. Su control férreo y su negativa a reformar las estructuras han convertido al béisbol cubano en un espectáculo cada vez más deprimente. El talento sigue escapando, los jugadores continúan exiliándose y la estructura se desmorona. No hay intención de reconstrucción, porque quienes ostentan el poder solo buscan perpetuarse, sin importar el costo. Mientras Cuba continúe gobernada bajo un modelo represivo y obsoleto, su béisbol, al igual que el país, seguirá en ruinas.