Por años, los Marlins fueron vistos como un equipo en reconstrucción perpetua, condenado a los titulares secundarios y a las butacas vacías. Pero algo está cambiando en el sur de la Florida. Lo que hace apenas mes y medio parecía una temporada perdida —con un registro de 24-40 el 9 de junio y con todos los boletos marcados rumbo a las 100 derrotas— ha dado un giro que ni el más optimista se atrevía a pronosticar.
Este domingo, los Marlins completaron algo que nunca antes habían hecho: barrer a los Yankees de Nueva York. Sí, esos mismos Yankees. Y lo hicieron ante más de 101 mil personas durante el fin de semana en el loanDepot park. Hoy, Miami juega para .500 (55-55). No es un sueño. Es un golpe de autoridad.
Con cinco victorias al hilo y su cuarta barrida del año, los dirigidos por Clayton McCullough —cuyo nombre ya suena fuerte para Manager del Año en la Nacional— han igualado el mejor tramo de 44 juegos (30-14) en la historia del club. Una marca que solo había aparecido cuatro veces… y todas en el mágico 2003. Nada mal para un equipo que muchos enterraron en abril.
Se respira otro ambiente en el clubhouse de los Marlins
Y esto no es solo números. En el clubhouse se respira algo diferente. Se habla de competir, de crecer, de pelear. “Los Marlins están haciendo bien las cosas en las menores, me gusta lo que están construyendo”, me dijo un scout de otra organización esta semana. Pero la verdad es que ya no es solo en las menores: hoy están haciendo bien las cosas en las Grandes Ligas.
¿Pruebas? Jakob Marsee. El jardinero ha tenido un debut de novela: en sus primeros tres juegos en MLB se ha embasado ocho veces (tres dobles, un triple y cuatro boletos). Nadie había hecho eso desde 1901. Ni siquiera Miguel Cabrera. Solo Agustín Ramírez —otro talento nuevo de esta camada— tuvo más, con nueve. Ojo con lo que está naciendo en Miami.
Otro que no se queda atrás es Kyle Stowers, quien ya tiene 25 jonrones este año y se suma a una lista de lujo junto a Justin Bour, Mike Jacobs, Carlos Delgado y Cliff Floyd como los únicos zurdos en lograrlo con los peces.
Entonces, ¿pueden los Marlins soñar con octubre? En papel, es difícil. Están a 7 juegos de la cima divisional y a 5.5 del último comodín. Pero con 52 partidos por jugar… ¿quién puede decir que no? ¿Quién apostó que este equipo iba a estar jugando para .500 en agosto?
Por ahora, solo queda observarlos, seguirlos, y darle crédito a un grupo que ha callado muchas bocas. Si los nombres de los Marlins no eran conocidos a nivel nacional, después de esta serie contra los Yankees… lo serán.

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