Por: Sigfredo Barros Segrera
Siempre me llamó la atención la variedad de significados de la palabra siniestro: «aquello que tiene propensión a lo malo o funesto; accidente o daño posible de ser indemnizado por una aseguradora». El origen del vocablo proviene del latín sinister, cuyo significado no es otro que izquierdo. Nada que ver con las anteriores acepciones.
Por tanto, vamos a aceptar siniestro como sinónimo de zurdo. Y tendremos como primera información que los últimos estudios realizados revelan que, entre el ocho y el 13 % de la población mundial, realiza sus principales acciones cotidianas con la mano izquierda y entre el 87 y el 92 %, con la derecha.
Quizá sea por esa desproporción que los zurdos son tan exitosos en el deporte. Muchos de los mejores jugadores de béisbol de todos los tiempos eran zurdos. Tres de los más grandes futbolistas del mundo son zurdos: Pelé, Maradona y Messi. Presidentes como Hugo Chávez Frías y Barack Obama también. Lo mismo ocurre en el tenis con el estelar Rafael Nadal y en otras diferentes actividades deportivas.
En esta edición, Temas Beisboleros les trae una consideración sobre los bateadores zurdos de más poder en nuestro béisbol, los que mayor cantidad de jonrones acumularon en sus carreras, con sus respectivos promedios de slugging y bateo. E igualmente, los mejores siniestros de las Grandes Ligas, donde encontrarán nombres ya conocidos de anteriores secciones y otros que aparecen por vez primera.
MUÑOZ, LESCAILLE, FAUSTO
El mejor bateador zurdo en la historia de nuestras Series Nacionales, con eso está dicho todo, es Antonio Muñoz, una de las leyendas de la pelota cubana, un slugger nato. Aprendió a tener paciencia en el plato, a no desesperarse tirándole al primer envío y le dio resultados: es el zurdo con más jonrones y el segundo impulsador de carreras, sus 1 412 impulsadas son solo superadas por las 1 511 de Kindelán. Terminó con más de 2 000 y 301 de promedio, algo que no suelen hacer los bateadores de fuerza. El guajiro de la finca Algaba, en el Consejo Popular Condado, en las montañas del Escambray, fue un caballero dentro del terreno… y lo es fuera también.
Para mencionar otro ejemplo, si me pidieran resumir la carrera deportiva de Agustín Lescaille la expresaría en una frase: «le tocó bailar con la más fea». En su época estaban los Muñoz y los Marquetti adueñados de la inicial, una posición en la que el bateo de fuerza es lo primordial. Pero el guantanamero –el mejor fildeador que he visto en la primera almohadilla, apodado «el hombre goma»– culminó su vida en el béisbol con más de 200 cuadrangulares, más de 300 dobletes y más de mil carreras impulsadas, marcas conseguidas por muy pocos. Olvidado por muchos que le achacan no haber integrado nunca un equipo Cuba grande, Lescaille tiene números estelares.
Integrante de la famosa «Aplanadora», el santiaguero Fausto Álvarez clasifica como uno de los bateadores más oportunos de nuestro béisbol. Era el sexto en la tanda, detrás de Antonio Pacheco (tercer impulsador histórico, con 1 304 remolques), Orestes Kindelán (líder) y Gabriel Pierre (1 043). ¿Cómo se las ingenió para fletar hacia el plato más de mil carreras cuando tenía por delante a un trío que impulsó en total 3 918 anotaciones? Tenía el don de la oportunidad y era, además, excelente contra lanzadores de su mano, a los cuales conectaba con facilidad.
Mención para el guantanamero Roberquis Videaux, ganador de un título de bateo en 1998 que sirvió de referente a los zurdos, pues solo en la pasada temporada un bateador de esa mano, el tunero Jorge Jhonson, pudo llevarse la corona de average. Y llamo la atención sobre el capitalino Alexander Malleta, el único activo, quien a los 41 años y todavía en forma, pudiera aumentar sustancialmente su cantidad de cuadrangulares y afianzarse como el segundo jonronero zurdo de nuestro béisbol.
No puedo olvidar algo que presencié. El 26 de septiembre de 1985, en el estadio Quisqueya de Santo Domingo, República Dominicana, el inicialista matancero Juan Luis Baró le conectó un batazo al derecho puertorriqueño Geraldo Rosado que pasó por encima de la bandera colocada en lo alto del muro del jardín
central, a 411 pies del plato. Muchos especialistas presentes junto a mí en los palcos de prensa calcularon la longitud en más de 500 pies. Al final del torneo, llamado Meteoro de la Confraternidad, le entregaron una placa conmemorativa. Baró, un prodigio en lo físico, veloz en las bases y con una fuerza extraordinaria, debió llegar mucho más lejos en su carrera… pero la indisciplina le pasó factura. Era, al decir de muchos entrenadores, «Omar Linares a la zurda».
¿RUTH O BONDS?
No vayan a pensar que la interrogante es solo mía. Decenas de periodistas norteamericanos mantienen la controversia sobre quién fue mejor, si Babe Ruth o Barry Bonds.
Dos épocas distintas, sin lugar a dudas. El Bambino no jugó partidos nocturnos ni voló de un extremo a otro de la nación para participar en una serie, pues en aquel entonces la mayoría de los equipos se agrupaban en la costa este, argumentos de los que defienden a Bonds. Los parciales de Ruth alegan que Bonds nunca lanzó y Ruth fue un serpentinero excelente por lo cual fue más completo.
No voy a tomar partido en la disputa. Me limito a ofrecer detalles de sus respectivas actuaciones, para que ustedes juzguen.
Ruth comenzó su carrera como lanzador y fue líder en PCL en 1916 (1,75) y ganó más de 20 juegos en ese mismo año (23), lo cual repitió en 1917 (24). Como bateador promedió 300 en 17 de sus 22 temporadas, líder jonronero 12 veces, impulsador en cinco y anotador en ocho.
Bonds tiene el honor de ser el único pelotero en la historia en batear más de 500 cuadrangulares y robar más de 500 bases (514). El único también siete veces elegido el Más Valioso, poseedor de la marca de más bases por bolas en una temporada (232 en el 2004) y de por vida, 2 558. Usted puede elegir ahora cuál es su predilecto.
Si se fijaron bien en la tabla de Grandes Ligas habrán caído en cuenta de que el quinto jonronero zurdo de la historia es un cubano. Rafael Palmeiro, nacido en el municipio capitalino de Marianao, viajó a Estados Unidos con sus padres cuando era muy joven. Cuando finalizó su carrera de casi 20 años era uno de los seis únicos hombres en la historia con más de 3 000 jits y 500 jonrones. Una suspensión de diez días por el alegato de haber consumido anabólicos le permitió después continuar jugando, pero le negó hasta el momento el casi seguro ingreso al Salón de la Fama de Cooperstown.
Sería injusto finalizar sin referirme a uno de los peloteros más extraordinarios de los últimos tiempos. Ken Griffey junior, quien estuvo en La Habana hace poco tiempo atrás, fue un verdadero fenómeno, extraordinario defensor del jardín central, con la distinción de ser uno de los dos únicos ganadores de diez Guantes de Oro y bateador de más de 600 jonrones, junto a Willie Mays. Ingresó al Salón de la Fama hace dos años con un por ciento récord de votos, 99,32 %.