Por: Raúl Hernández Lima
La furia con la que conectó a la pelota lanzada por Yoanni Yera apenas comenzando el choque no sólo hacia que el batazo de Danel Castro se convirtiría en jonrón perdiéndose por el jardín izquierdo. La tempranera ventaja de los actuales campeones nacionales era un declaración de que venían a darlo todo por la victoria.
La vergüenza deportiva los haría triunfar o caer como campeones en la grama del Victoria de Girón. Pero los cocodrilos no estaban dispuestos a permitir libertades a sus rivales y aceptaron hidalgos la afrenta. Frente a los más de 23 mil aficionados que se dieron cita en su palacio no se podía sino dejar hasta el último resquicio de su esfuerzo.
César Prieto garantizó siempre su presencia sobre las almohadillas aterrando a los contrarios con su explosividad. Siempre a la espera del batazo oportuno para lanzarse a correr y coronar sobre el home el esfuerzo y las ganas. Y así mismo llegó el empate con la primera de tres anotadas.
Yera se recuperó del incierto y mató sin libertades el segundo. Sin embargo Carlos Juan Viera no pudo sortear el asedio yumurino y sucumbió sin respuestas. Civil no tuvo paciencia y requirió los servicios de Yudiel Rodríguez tocado por la misma suerte de su antecesor en la lomita.
Carlos Santiesteban errático cedió a su vez la colina a Wilson Paredes. El desfile de lanzadores y el bombardeo que lo provocaba presagiaban la estrepitosa caída del campeón. Yera hacía las veces de moneda y mostraba dos cara antagónicas. En una soportaba cuatro limpias en cinco entradas que hacían soñar con la remontada a los visitantes y en otra ponchaba nada menos que ocho rivales entre ellos su número mil en lides nacionales.
Los orientales no pararon de intentarlo. Pero la cima se empinó con cada out y las posibilidades de defender el título se apagaron junto con las esperanzas. El juego terminó con amagues y poco más. El ocaso sólo sirvió para confirmar la paliza irremediable. Sólo la vergüenza de los leñadores y la espectacularidad del fildeo de Yoisnel Camejo (a la sazón traído para eso) animaron el final esperado.
Los cocodrilos protagonizarán una final frente a los toros 29 años después. El hermético pitcheo camagüeyano retará el temido bateo matancero. Las emociones se anuncian solas. ¡Viva el béisbol!