A este Roger todavía no van a verlo a jugar al estadio ni a pedirle autógrafos. Pero irán. Es hijo de Tigre (la denominación “animal” del equipo de béisbol de Ciego de Ávila) y por eso, en algún momento, empezarán a oscurecérsele las rayas.
A ratos, en sus escasos cuatro años, le dice con cara de villano al papá que será futbolista, como Lionel Messi. La pugna entre el “más universal” y la “pasión nacional” anidan, también, en la casa del entrenador del equipo avileño. Mas, después de la provocación, el pequeño busca su bate y su guante, y hay en la cara del padre una sensación de felicidad.
Roger Machado continuará su apellido en el pequeño Roger Jackson, y todo parece indicar que la herencia beisbolera también. El niño ya tiene uniforme, con el mismo número que defendió su papá, y se le ha visto haciendo maromas, minutos antes de cada juego. Asegura Machado que no ha sido impuesto, que se trata de algo espontáneo, “es lo que ha visto desde que nació”.
Cuenta el director técnico del equipo de Ciego de Ávila que su retoño caminó a los ocho meses y 21 días, y que desde entonces agarra el bate con las dos manos y hace swings al aire, como un slugger en miniatura. Los avileños lo han visto deslizarse en home, a la usanza de los mayores, y él lo hace en parte por el divertimento, y en parte porque se siente observado y centro de atención.
“En el primer partido contra Pinar del Río en el Capitán San Luis, cuando salimos al terreno íbamos de la mano de peloteritos. Dice mi esposa que cuando él me vio con otro niño, soltó el pomo de leche y se puso tan bravo y celoso que se fue a dormir. Al otro día me dijo por teléfono ‘ya no te quiero más’. En la tarde, antes del juego, volví a llamarlo y entonces se ablandó y me dijo ‘ahora te quiero un poquito’.”
Dentro del equipo es mimado por los jugadores, quienes también comparten el “show” antes de cada partido, mientras le lanzan para que batee o lo animan para que entre quieto en home. Podría parecer que es un privilegio solo del hijo del mentor, pero la respuesta es más sencilla: “El problema es que aquí casi todos tienen niñas; es el único varón”.
No es la primera vez que los hijos de personas públicas son objeto de la atención que se les brinda a sus padres. Ni será la última. Los hijos de actores, músicos, políticos hasta de los deportistas, en ocasiones, comienzan a labrarse un camino a la sombra de sus “viejos”. Algunos llegan, incluso, más lejos.
Roger Machado no sabe qué le deparará el futuro, ni si seguirá como mentor el día en que su muchacho juegue en serio, si es que, en definitiva, opta por ser atleta. “Quisiera encaminarlo”, confiesa, pero sabe que de momento se trata solo de la curiosidad y el divertimento. Por si acaso anoten el nombre: Roger Jackson Machado Valdivia, número 61, Tigres de Ciego de Ávila.