Por: Juan A. Martínez de Osaba y Goenaga
Cuba ha tenido infinidad de torpederos destacados, desde Anguilla Bustamante, aquel moreno original de San Juan y Martínez, a inicios del siglo XX atraído por los scouts de las Mayores, pero lo traicionaba el color, hasta el inconvertible Willie Miranda, nacido en Velasco, Puerto Padre, pasando por Quilla Valdés, quien se alzó en su posición con el Hershey Sports Club de la Liga Amateur y desechó el profesionalismo.
Con la llegada de las Series Nacionales en 1962, se vieron brillar algunos que harían época: el habanero Tony González, el villaclareño Luis Emilio Pacheco, el oriental Agustín Arias, los camagüeyanos Jorge Hernández y Mariano Álvarez, Güiro Ortega y otros.
A continuación tendríamos al erudito Rodolfo Puente, Evenecer Godínez, Giraldo González y compañía. Pero hoy este cronista no quiere hablar de ellos, se detendrá en quienes alimentan las ansias y prejuicios de los aficionados, los dos que lograron cautivar por encima de cualquier otra consideración.
Germán Mesa nació en La Habana, el 12 de mayo de 1967 y Eduardo Paret llegó a este mundo por Santa Clara, Las Villas, el 23 de octubre de 1972, los separan un quinquenio y cinco meses de existencia. Aquellos niños alcanzaron el Olimpo del short stop con dedicación y talento superior.
A raíz de una de esas encuestas que pululan, ofrecí mi criterio entre ambos, quise incluirlos, pero solo cabía uno. Entonces me fui al baúl de los recuerdos y vi al capitalino hacer las maravillas que solo puedo recordar, personalmente, en Willie Miranda. Germán ha sido inigualable, tal parece que nació para una posición tallada en bronce como pudiera curtirla Villa Soberón.
Conocido con justicia por Mago e Imán, de constitución endeble si se compara con otros, logró sembrarse en la fanaticada. Saltaba cual canguro y le llegaba bien arriba a las bolas. Tiraba a veces hasta sin mirar para la inicial, un rito curtido por Alfonso Urquiola en la intermedia. Consigo arrastró la leyenda azul de Padilla. Jugadas fantásticas, difíciles, casi imposibles de igualar. Y digo casi imposibles, porque nadie puede cerrar las posibilidades humanas. El de la piel más tostada tampoco fue cero a la ofensiva.
Mas allá, en el centro del país, se curtía otro que ha dado y dará mucho de qué hablar, un alfarero beisbolero de primerísimo nivel. Abramos paso a las leyendas. Jugadas fabulosas vimos en las manos de Eduardo Paret. Es poco lo que de él se diga. Jugaba con la fuerza de los miuras y la capacidad de un intelectual. Cuando hacía aquellas atrapadas, también atraía a la fanaticada con el poderoso brazo engrasado para tirar casi perfecto, a veces desde el mismo suelo, dejando parte de la piel. Vivo, astuto y audaz, logró calar en lo más hondo.
Roberto González Echevarría, una personalidad en el estudio del béisbol, cuando concluyó el primer Clásico Mundial 2006, afirmó que consideraba a dos cubanos para ir directamente a las Mayores: Ariel Pestano y Eduardo Paret. ¡Tanto lucieron!
Sería interesante que tales torpederos hubiesen podido jugar, a la vez, en los eventos internacionales, pero es imposible, cada cuello lleva su corbata, decía el abuelo Pancho. Y es así, como por encanto y atrevimiento, que logré responder a la citada entrevista y tomar partido, quizás el más difícil, pensando en los aficionados.
Como no pueden estos jugadores subir al ring para golpearse y saber cuál es el mejor, tuve que acudir a los números. Ellos no dicen, ni pueden decir todo en el juego de pelota, pero ayuda a vitalizar las torpes entendederas.
Debo aclarar que he tratado a Germán en más de una ocasión y no he tenido el plazar de hacerlo con Paret. Como a casi todos, el habanero nos subyugó y no pocas veces saltamos de los asientos en el estadio o en casa. A pocos he visto el disfrute de los rivales en cogidas de leyenda. Ninguno alcanzó, en nuestros clásicos nacionales, la maestría de un moreno endeble convertido en gigante.
Ahora bien, en un ejercicio que considero justo, para la entrevista de marras ubiqué al villaclareño en el campo corto. Para ello hice una búsqueda al detalle y, para encontrar la eficiencia, acudí a la sabermetría, con la ayuda de varios estadísticos. Veamos:
En la importantísima defensa de los torpederos, encontramos los siguientes resultados. Germán jugó en dieciséis temporadas y 1 243 juegos, donde alcanzó un excelente average de .964, en 6 005 lances, con 247 errores en 10 162,2 entradas. Paret, en más desafíos (1779), lo aventaja con .972, en lances (9223) y 14 627 innings. Cualquier entendido sabe que en más oportunidades, suelen reducirse los resultados.
En cuanto a la ofensiva, los parámetros también están a favor del villaclareño: en 4 344 veces al bate, el de la camiseta azul acumuló un average de .285. El del centro de la Isla, a pesar de muchas más veces al bate (6411), se acercó a la codiciada cifra de trescientos (.293).
Y no digo más porque a continuación se expone una comparación cuantitativa. Solo acudiré al término moderno más efectivo, donde se suman las veces de embasados y se obtiene el por ciento, el mejor método para medir la eficiencia. Germán logró .386 de OBP y Paret .405.
Tristes momentos padecieron ambos. Mesa suspendido sin aclaración alguna entre las temporadas 1996-1998. A partir de ahí continuaría su leyenda, pues el Mago jugó en los Panamericanos de Winnipeg 1999 a las órdenes de otro hechicero: Alfonso Urquiola. Y se proclamó campeón.
En 1997 el villaclareño también fue sancionado. Estuvo cuatro años fuera de la Selección Nacional y se reincorporó en el 2001 para alcanzar el título en la Copa Mundial de Taipei. En el 2005 fue elegido el Mejor Pelotero del Mundo por la IBAF, gracias en gran medida a su rendimiento en el Campeonato Mundial celebrado ese año, donde se alzó como el Mejor Torpedero y el Más Valioso.
Estimado lector, por favor no me ataque, soy tan “Germancista” como el que más, pero en un arranque de justicia, excepto en la grandilocuencia, el del centro del país merece el sitial. Germán lo aventaja como director con un campeonato; quizás Paret pueda desquitarse la próxima temporada con los Leopardos de Santa Clara, nombre que deben recuperar los del centro, para entroncar la historia y rendir homenaje a Martín Dihigo, Alejandro Oms, José de la Caridad Méndez, Oscar Charleston, Satchel Paige y tantos otros que integraron la que, para muchos, ha sido la mejor novena cubana de la historia, antes de 1962.
Quiero terminar con estas palabras tomadas sin la firma de su autor en las redes sociales. Lo hago, porque coinciden exactamente con lo que he querido mostrar:
Sostengo que Paret es el mejor torpedero de Series Nacionales, ojo: el más integral, no el más espectacular que sin dudas ha sido Germán Mesa, no por gusto apodado El Mago y El Imán. Paret ha sido mejor bateando y con más poder, pues hasta jugó más con madera, corría, robaba y anotaba más carreras, que son las que deciden los juegos. A la defensa no ha sido segundo de nadie en cuanto a efectividad. Y ha estado dotado de un tan buen brazo como Germán. El industrialista es el máximo astro defensivo por su indiscutible calidad defensiva y sobre todo espectacularidad, pero ojo con Paret en eso, pues ha sido bien seguro con el guante y el brazo.
Veamos algunos datos:
Germán Mesa Fresneda
Ofensiva
SERIES CB VB H AVE CA CI 2B 3B HR
16 5161 4344 1239 .285 883 527 195 33 112
TB SLU BR CR DB BB SO OBP
1836 .423 335 172 45 688 550 .386
Defensa
JJ INN O A E TL AVE
1243 10162,2 2014 4544 247 6005 .964
Nota: Mesa participó en tres Campeonatos Mundiales, tres Copas Intercontinentales y dos Juegos Olímpicos.
Eduardo Paret Pérez
Ofensiva
SERIES CB VB H AVE CA CI 2B 3B HR
21 7818 6411 1878 .293 1380 690 296 65 139
TB SLU BR CR DB BB SO OBP
2721 .424 474 212 180 1061 744 .405
Defensa
JJ INN O A E TL AVE
1779 14627 2795 6167 261 9223 .972
Nota: Paret participó en tres Juegos Olímpicos (2 medallas de oro y 1 de plata), dos Clásicos Mundiales (medalla de plata en el 2006), seis Campeonatos Mundiales de la IBAF (4 medallas de oro y 2 de plata), tres Juegos Panamericanos (3 títulos) y tres Juegos Centroamericanos y del Caribe (3 títulos).