Autor: Aliet Arzola Lima
Es cierto que el béisbol se gana por carreras, pero el trabajo de los lanzadores determina, en gran medida, las posibilidades de triunfo de un equipo. La importancia de la faena monticular adquiere todavía más relieve en los cortos torneos internacionales, en los cuales una derrota te aleja de las opciones de coronación.
Justo así será en los venideros Juegos Centroamericanos y del Caribe de Barranquilla, Colombia, donde Cuba afrontará frente a siete naciones un certamen de todos contra todos, en el cual se titulará el que menos desafíos haya perdido al final del calendario. Ese detalle coloca un gran peso sobre los hombros de los serpentineros, pues el margen de error es mínimo.
Teniendo en cuenta esas inmediatas exigencias, en la Serie especial de preparación rumbo a la cita cafetera se realiza una faena puntual con los hombres de la lomita. Veteranos y brazos juveniles de enormes perspectivas confluyen en la preselección que juega y entrena desde hace un mes en distintas sedes del país.
De entrada, los resultados de los pitchers en este evento fueron pobres, con una altísima media de boletos por ponche y una alta tasa de extrabases permitidos. Sin embargo, una ligera mejoría se ha podido ver con el transcurso de los días, luego de múltiples correcciones en cuanto a movimientos, control y repertorio.
«Es lógico que no se vieran resultados positivos al inicio, porque en esa etapa primó el volumen, no la intensidad, y el béisbol es un deporte de intensidad.
Además, si te fijas, de todos los lanzadores, un grupo llegó con más desgaste tras participar en la última fase de la Serie Nacional y en los compromisos del equipo Cuba, y otros llevaban un tiempo prolongado sin enfrentar un nivel alto», explica a Granma el entrenador José Elosegui, quien supervisa en la lid el trabajo de Occidentales, Centrales y Orientales.
El preparador titular de Industriales, de notables resultados en diversas campañas, confesó a nuestro diario que va a existir una mejoría progresiva. «Sinceramente esperaba esta diferencia entre las salidas, ellos están aumentando la potencia y buscando el control grueso para llegar al control fino.
«Poco a poco debe ir creciendo el por ciento de strikes, el cual aspiramos llevar hasta un 60 %. Además, los muchachos estabilizarán su repertorio y entonces podremos comenzar a trazarnos directrices tácticas», abunda Elosegui.
LA FORMACIÓN
Cuba se ha propuesto revalidar la corona centroamericana por séptima ocasión consecutiva en Barranquilla, para así comenzar con buen pie el ciclo olímpico, que tendrá desde el próximo año una dura ruta para clasificar a la cita estival de Tokio 2020. Como es lógico, algunos lanzadores experimentados marcan el camino en este punto, pero también se trabaja intensamente con jóvenes que, a mediano plazo, cargarán con múltiples responsabilidades.
Afortunadamente, en la actualidad se cuenta con varios brazos potentes y talentosos, solo que llevarlos al máximo escalón en poco tiempo constituye un reto mayúsculo. Al respecto, Elosegui confirma que no es un proceso sencillo, pues en ningún lugar del mundo llegan en masa a la categoría más alta jóvenes con 19 o 20 años.
«Nosotros, por determinadas razones, nos vemos obligados a echarle mano a muchos jugadores de esa edad, pero a nivel global se toman hasta cuatro años para la formación de un lanzador.
«Dedican un primer momento al control grueso, después van al control fino, al repertorio y, por último, empiezan a hablar de la táctica. Al principio siempre le van a conectar, porque es un trabajo gradual y de mucha paciencia», alega el especialista.
Dado el constante flujo de peloteros y la dificultad para estabilizar un cuerpo de pitcheo, en Cuba muchas veces se pierden muchachos en la mitad del camino, por lo que nos hemos visto obligados a trabajar en cada uno de estos aspectos desde muy temprano y simultáneamente.
«Es un impacto fuerte para ellos, porque deben asimilar muchos detalles a la vez y no todos tienen la misma capacidad. Algunos captan más rápido, otros son de lenta progresión, y en sentido general, a cada uno de ellos, paralelamente, se les exige resultados competitivos. Ahora mismo, nosotros estamos buscando que este proceso no sea tan brusco, a fin de que ellos logren consolidarse y hacerlo lo mejor posible», afirma Elosegui.
REPERTORIO Y CONCENTRACIÓN VAN DE LA MANO
¿Qué necesita un lanzador para dominar? Esta pregunta nos viene a la mente con frecuencia y siempre esgrimimos un montón de cualidades que debe reunir un serpentinero si quiere triunfar. No obstante, hay dos elementos clave: profundidad y dominio del repertorio, y máxima concentración en cada situación de juego.
«Los pitchers saben que les favorece mucho sacar el out inicial de cada entrada, y que deben atacar la zona débil del bateador desde el primer envío para colocarse arriba en el conteo. Además, tienen que reducir al mínimo la duración de sus movimientos cuando hay corredores en base, a fin de limitar las potencialidades ofensivas de los contrarios.
«Al margen de estas cuestiones tácticas, buscamos que el lanzador domine su repertorio. Por ejemplo, un hombre que tire recta de dos y cuatro costuras, slider o curva, y el cambio de velocidad, tiene arsenal para dominar, pero su nivel resolutivo en situaciones límite solo aumentará si controla esas armas», precisa Elosegui.
De todas esas herramientas, actualmente se insiste mucho en el perfeccionamiento del cambio de velocidad, que se ha convertido en el segundo lanzamiento del béisbol detrás de la recta. «Cuando todavía no te permiten utilizar ningún rompimiento por los daños que puede causar en el brazo en edades tempranas, sí se apela al cambio, pues no produce lesiones.
«Cuando se tira la recta, intervienen las cuatro palancas de la extremidad (hombro, codo, muñeca y dedos), pero con el cambio los dedos no tienen ninguna función. Quien alcance las 90 millas sin dificultad, su cambio saldrá a esas mismas 90 millas, pero después disminuirá la velocidad y, como todo sucede en fracciones de segundo, se puede confundir al bateador y sacarlo de balance. Esa es la fortaleza del cambio», detalla Elosegui.
Como es lógico, el dominio del repertorio debe combinarse con el control y la concentración en el montículo, aspectos vitales para tomar ventaja sobre el rival. «Tener confianza y comando con todo sus pitcheos, y enriquecer la táctica, le permitirá al pitcher atacar al contrario, que no podrá hacer un análisis simplificado cuando se pare en el plato.
«Para lograr todo esto, ahora mismo estamos realizando sesiones de bullpen con tareas, trabajo a corta distancia y en prácticas de bateo, en aras de que los muchachos varíen zonas, velocidades y rotaciones. Se dice rápido, pero no es nada sencillo», apunta el entrenador.
EL DILEMA DE LA ESPECIALIZACIÓN
En el béisbol moderno, si bien son cruciales todos los puntos expuestos anteriormente, cada vez cobra más importancia la especialización, el trabajo en roles muy determinados y prácticamente inviolables. Cuba ha dado pasos para ponerse a tono con las tendencias mundiales, pero todavía nos queda mucho trabajo por hacer.
«Los equipos en la Serie Nacional no cuentan con el pitcheo relevo ideal, y esto hace muy difícil que se pueda establecer una especialización. La necesidad obliga a los equipos a utilizar a lanzadores efectivos en dos o tres entradas como abridores, cuando en realidad por sus características serían ideales en funciones de relevo intermedio», destaca Elosegui.
Según el preparador, en los principales circuitos beisboleros del planeta la función de un hombre se determina por su brazo. «Por ejemplo, los japoneses nos han comentado que ellos buscan a un lanzador, le hacen una prueba de 30 pitcheos a máxima intensidad, repiten el examen al día siguiente, y si mantiene los parámetros, entonces lo dejan como relevo corto, porque puede trabajar de manera sólida en dos fechas consecutivas.
«Nuestro material acá es reducido, por eso, dado el nombre, su experiencia y resultados, entonces decidimos la función, obviando que no todos tienen las mismas características ni están aptos para cualquier rol. En el caso de los relevistas, siempre cuestionados, además de buen control, deben tener temperamento para poder afrontar situaciones complicadas y de presión. En ocasiones hemos obviado eso y ahora buscamos corregir y no equivocarnos», puntualiza Elosegui.
En nuestro diálogo con el preparador, abordamos un último tema: el desarrollo y función de los tiradores zurdos, que actualmente escasean. «La cantidad es ínfima respecto a lo que queremos y necesitamos, sin obviar que casi todos son abridores, y en un evento internacional donde cada juego cuenta, nos harán falta hombres de esa mano que vengan solo a hacer relevos situacionales».
De cara a tener un staff de garantías, en el cual los pitchers de la llamada mano equivocada asuman el protagonismo en cualquier situación de juego, Elosegui asegura que se realiza un trabajo profundo, tomando en cuenta un sinfín de detalles. «Evaluamos el trabajo contra los bateadores zurdos y también contra derechos, porque en el béisbol moderno hay muchos ambidiestros. Pensamos que con el material que tenemos lograremos cubrir las necesidades».