Por: Tony Díaz Susavila
PROMINENTE leyenda para la afición cubana, a sus 49 años Omar Linares Izquierdo sigue siendo un hombre de béisbol.
Todo humildad, fruto del hogar de Fidel, también pelotero, y Francisca, en el municipio tabacalero de San Juan y Martínez, en la occidental provincia de Pinar del Río, el primogénito mostró temprano su intención de ser atleta.
A los nueve años ya integraba la hornada de futuros campeones en el sistema nacional de escuelas de iniciación deportiva (EIDE), pero entonces practicaba atletismo, en modalidades de velocidad como 60 metros libres y vallas.
Una transitoria enfermedad le obligó a abandonar el centro cuando cursaba sexto grado, pero su vida estaba signada para brillar en la pasión de los cubanos, la pelota, tal como sucedió con su hermano Juan Carlos.
Después de pasar por el baloncesto, el derrotero de Omar terminó por fijarse en el béisbol, de la mano de Carlos Quintana, su primer entrenador, quien lo llevó a una competencia regional infantil donde mostró las cualidades de extra clase que no le abandonarían jamás.
Comandado entonces por Juan Charles Díaz; Forestales, el segundo conjunto de su provincia, le abrió las puertas en la temporada de 1982-83 y a partir de ese momento fue identificado como “El niño Linares”, aunque solo jugaba cuando los partidos eran en casa.
«Era un talento de esos que surgen cada 100 años… Si se hubiera dedicado al atletismo, al fútbol, al baloncesto, hubiera sido una estrella, porque era un atleta en toda su configuración morfológica», dijo Charles.
Monarca con Pinar del Río en cinco campañas (1984-85, 1986-87, 1987-88, 1996-97 y 1997-98), bateó en 15 series por encima de .300 de average y en seis por sobre .400.
Líder en diversos departamentos, reinó en promedio ofensivo en las temporadas de 1985, 1986, 1990 y 1992; en carreras anotadas en 1985, 1987, 1993 y 1995; en triples en 1985; y en bases por bolas en 1992, 1993, 1994, 1995, 1996 y 2000.
En la arena internacional fue campeón olímpico en Barcelona 1992 y Atlanta 1996. En esa última convocatoria conectó tres jonrones en el desafío final para convertirse en el único que lo ha logrado en tales escenarios.
También conquistó plata en la cita de Sydney 2000.
Así mismo logró seis títulos en campeonatos mundiales, igual número en copas intercontinentales, y cuatro per cápita en juegos panamericanos y centroamericanos y del Caribe.
Rechazó a decenas de cazadores de talentos que le instaron a desertar para insertarlo en las Grandes Ligas de los Estados Unidos, y jugó su último partido en series nacionales el 6 de junio de 2002 a la edad de 34 años.
Miembro del Salón de la Fama del béisbol cubano estuvo posteriormente en la liga japonesa.
Ha colaborado como entrenador en varios países y se desempeña como metodólogo de la Dirección Nacional.
Su excepcionalidad ha sido reconocida mundialmente, lo que llevó al gran Hank Aaron, leyenda estadounidense, a considerarlo “fenómeno” del béisbol contemporáneo.