Cepeda le dio la espalda al home para soltar el bate con el que calentaba dentro del círculo de espera. El madero con el que se aproximó al cajón de bateo debió ser mucho más ligero, un swing más liviano haría más fácil alejar la pelota por los jardines.
Salió caminando lentamente mientras miraba al jóven Roger Trench sangrando por la herida que le dejó Urgellés con su línea al central. El daño ya estaba hecho desde la primera entrada. A la altura de la quinta los azules, a quienes defiende Frederich ahora, ya ganaban por cuatro.
El ambidextro acechó los lanzamientos de Roger y castigó la bola con saña elevándola por el izquierdo e impulsándola más allá de las cercas. El toletero la observó marcharse en un gesto convertido en costumbre para él.
Esta temporada la vio salir por 17ma vez, más que cualquier otro en la 59 Serie Nacional de Béisbol. Pero al liderazgo se anteponía un hito aún mucho más importante. ¿Y qué puede ser más importante que liderar el departamento de la espectacularidad al mayor nivel de nuestro béisbol en la Isla?
Resulta que el veterano de 22 contiendas llegaba con su bambinazo a la friolera de 314 dejando atrás el abrazo con ‘el señor pelotero’ Luis Giraldo Casanova y adueñándose se la sexta plaza entre los más fuertes, madero en mano, de por vida en Series Nacionales.
Lejanos parecen los 370 del fornido Romelio Martínez pero el espirituano conserva para sí mismo el mérito extraordinario de pegar 308 de ellos con el utensilio de madera, más que cualquier otro desde que su utiliza este tipo de bate en nuestras lides.
Otra vez el sluger espirituano es noticia madero en ristre y a pesar de alguna incierta actuación con el Cuba recientemente, demuestra ser uno de los mejores bateadores que pisó los estadios en Cuba. ¡En hora buena Frederich! Sigamos haciendo juntos las historia.