Por: Elsa Ramos
Este dos de octubre Ismel Jiménez Santiago cumple 32 años. Los celebra con su equipo de Sancti Spiritus que está inmerso en la clasificación para la segunda fase de la Serie.
Hace unas semanas ya salió al box en medio de la subserie Sancti Spiritus-Matanzas en el estadio José Antonio Huelga . Entonces habían pasado casi tres años que no lanzaba “en serio” tras sufrir una severa lesión en su brazo de tirar mientras jugaba en la liga profesional de Canadá.
En ese juego lanzó dos tercios, pero desde entonces no ha lanzado más. Contactado por esta reportera a propósito de su cumpleaños, Ismel explicó las razones de su ausencia “Estoy bastante bien, todos los días hago bullpen con los lanzadores.
Estoy ganando en velocidad y el avance se ve bastante bien. No he salido más por la situación que tiene el equipo, el pitcheo ha estado bien y quiero prepararme aún más”.
“Los muchachos si me dicen ¿por qué no pitcheas, si mira la velocidad que tienes y el salder está llegando bien y les digo: tranquilos, todo en su momento, de todas maneras los muchachos están respondiendo, creo que mejor que como yo lo haría, ¡qué felicidad sería que el brazo se me mantenga bien y que yo pueda de aquí a un mes más estar tirando 85 millas sostenidas, creo que así voy a ser más útil. Pensé a esta etapa estar mucho mejor, aunque sí he mejorado, pero no he querido darle responsabilidad a mi brazo, no vaya a ser que eso me haga ir para atrás.”
A propósito de su cumpleaños les recuerdo lo que dijo Ismel en su reaparición en el box, Ni la victoria ante Australia en el Segundo Clásico Mundial, ni las 131 que exhibe en su enjundiosa carrera le provocaron a Ismel Jiménez Santiago el éxtasis que le produjo su salida al box vs Matanzas.
“Me sentí muy presionado, parecía un niño chiquito como si hubiese sido el primer inning que lanzara en toda mi vida, he lanzado en eventos internacionales, en play off, en juegos complicados, pero te digo que para mí lo más difícil de mi vida fue tirar esa primera pelota para home.”
La reacción tenía toda la lógica del mundo. Al momento que se subió en la lomita del “Huelga” habían pasado tres años. De entonces acá Ismel recorrió un larguísimo camino de tratamientos médicos y rehabilitadores, dudas, tensiones, lágrimas, desesperos. El público, que sabía todo eso y también de la voluntad del hombre que por once campañas lo hizo delirar, respondió a la altura del momento.
“El público me puso presión, apenas salí de la zona de calentamiento empezaron aplaudir ahí, ahí, ahí … todo el mundo de pie y no pude soltar esa presión, yo decía; caballero, qué habrá pasado, no pensé que fuera conmigo, mientras caminaba al vox, aumentaban los aplausos, hasta que llegué a la lomita, me quité la gorra y saludé a todo el mundo y de una forma u otra, les di las gracias.”
Aunque su actuación no tuvo decisión, los dos tercios de entrada que lanzó en calidad de relevo le parecieron un juego entero: “Me sentí superfeliz, contento con todo el mundo que me dio la mano para poder volver a pararme ahí después de todo lo que pasó… que tu primer lanzamiento sea strike y que tu primer bateador sea out, era más de lo que esperaba porque llevo tiempo sufriendo para recuperarme y llegar a ese punto para mí es una victoria.”
Y lo fue. Por tanta perseverancia, entrega, pasión, valor. Por eso no lo interesó la pistola ni buscó las noventa millas que antes exhibió, ni la slader que fue su mejor aliado, tampoco se inmutó cuando entraron las 3 carreras sucias.
“No me preocupa como si me hubieran dado diez jonrones, mucho menos por la velocidad, si yo cuando estaba bien tampoco preguntaba, me decían oye Ismel tiraste 89 millas, aunque hubiese tirado noventa, eso ya me enfermaba a mí, ahora que yo sé que es mínima. Para qué voy a preguntar, ni quiero saber tampoco, lo mío es sacar out.”
Y ese día, pensó que era el indicado: “Cuando llegue al estadio, le dije al entrenador de pitcheo y al director que estaba listo para que me pusieran cuando ellos entendieran, aprovecharon ese momento y me mandaron a lanzar y en el bullpen, me sentía confiado y seguro.”
Sancti Spiritus, el equipo y el pueblo también, le debía ese riesgo a quien se ha dedicado en cuerpo y alma a esas dos pasiones. Claro que ayudó el contexto con unos Gallos en plena racha victoriosa y una pizarra con diferencia holgada en un partido que consumó una barrida a Matanzas, que no lograban desde la campaña 55. Pero igual pudo ser diferente el destino del encuentro. Lo que sucedía en medio de la tarde era más que un juego de pelota: era el regreso de un hijo después de una larga batalla.
De esa batalla de Ismel vs Ismel, al parecer salió ganando también la constancia: “Al otro día, me sentía bien, sin molestias, ni dolor en el brazo, creo que asimiló bastante bien todo el tratamiento. He realizado una preparación junto con el resto de los lanzadores, pero un poco diferente, para aumentar la velocidad, como he dicho otras veces no me operé nunca, la lesión no me afectó tanto como el yeso que me dejó una rigidez muscular muy grande, perdí fuerza en el brazo y he tenido que recuperarla poco a poco, incluso me queda, una pequeña atrofia muscular, que mejorará con el tiempo y los lanzamientos diarios.”
Siente el placer de la victoria de sus compañeros de equipo que también le prodigaron el abrazo del hermano, del padre o de la familia que siempre le guardó, en señal de respeto, su puesto.
“Sé que ahora debe ser poco a poco aprovechando para tirar otra entrada, ir buscando la confianza porque cuando ella llegue seré otra persona”.
Sueña como todos que la clasificación es posible y eso elevó el simbolismo de ese momento.”
“El mayor regalo de mi carrera deportiva no ha sido ni que me dan una casa, ni nada material, sino ese aplauso tan grande que me dio ese público, lo mismo cuando entré que cuando salí del box, y pensé que el que siembra, recoge. Sancti Spiritus conmigo a sido incondicional, desde que me fracturé el brazo ha sido la gente dándome ánimo y preguntándome cuando pitcheas, recupérate, me paraba en el portal y me decían, oye párate que tu eres el caballo de nosotros y eso, además del apoyo de mi familia, mis amigos, ha sido lo que me ha dado la fuerza para seguir adelante, gracias a Dios y a todo lo que existe, ya me trepé y rompí el hielo”
Tiene razón. Su balance de 131 triunfos y 56 derrotas lo mantienen como el tercer mejor promedio de ganados y perdidos entre los lanzadores cubanos.
Solo que ahora tiene bien claro que ahora no puede andar mirando ni a la historia, ni a los números en esta otra carrera “Sé que soy otro Ismel, no puedo pedirme ser el mismo de antes, ahora soy el Ismel con menos velocidad, que viene de una lesión grave y ahora busca maraña, control, algún tipo de lanzamiento, lo importante es aportar y estar ahí.”
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