A Sancti Spíritus le ha salido un “correcaminos. Más que correr, vuela sobre las bases. Esa es la principal virtud de Rodoleisi Moreno González, el muchacho que hizo con sus piernas lo que quiso en la más reciente Serie Nacional de Béisbol Sub-23.
A fuerza de velocidad resaltó en un apartado que se ha convertido en una rareza en cualquier nivel de nuestra pelota: robar bases. Sus 19 estafas le concedieron no solo el liderazgo en el país, sino también el récord en este tipo de evento.
Considere que su primacía resultó cómoda al sacar una ventaja de ocho a su más cercano perseguidor, en tanto fue responsable del 81 por ciento de los robos de su equipo. Y eso que al final no lo intentó tanto; “con el fin de preservarme para lo que viene, que es más duro”, dice. No quiso, por ahora, revelar las claves de su habilidad.
No se puso ninguna meta particular. Solo hizo lo que sus profesores le inculcaron siempre. “El preparador físico y Lázaro, el director, siempre estaba arriba de mí. Me decían que había pocos jugadores que tenían esa posibilidad y me dieron mucha confianza. Por eso ya sabía cuándo podía salir”.
Tiene toda la razón. Solo cuatro veces pudieron atraparlo los receptores rivales por mucho que se pusieran para él, cuando estaba en primera o segunda. Esa posibilidad lo llevó a exhibir el mayor por ciento de embasado de su equipo (423) y la mayor producción de carreras: 54 (anotadas e impulsadas).
Su rapidez le permitió “volar” de home a primera muchas veces. De tal suerte ocupó posiciones cimeras en el país en veces al bate: 161 (primero), comparecencias: 183 (tercero); hits: 58 (tercero y récord para la provincia); anotadas: 33 (tercero) y bateo: 360 (sexto). De paso, sobrecumplió con creces su designación como primer bate del conjunto.
Como sabe que correr entre grandes no es lo mismo, aprovechó la provincial de este año para moldearse mucho más y entrarle por los ojos a la Sub-23.
“Me preparé mucho para el bateo, con pesas y eso, pero sobre todo con mucho trabajo para las piernas, en esto último me insistió mucho mi entrenador, al igual me decía que bateara del centro del terreno hacia el jardín derecho. Soy rápido natural, pero me faltaba algo de agilidad, que poco a poco he ido incrementando. La provincial me ayudó porque ahí fui creando más habilidades.
“La Sub-23 me sirvió de mucha experiencia, me ha permitido madurar más en todos los sentidos, eso es bueno para la próxima serie porque si me dan un chance lo voy a hacer mejor”.
Para haber jugado tres posiciones (segunda, tercera y siol) su defensa fue muy meritoria: 970. Eso le abre una candidatura directa al cuadro regular de los Gallos desde que comience la campaña.
“Juego donde haga falta, por eso le he puesto con todo a las bases. Cojo muchos rollings, short bound, hago caso a todo lo que dicen mis entrenadores, en especial a Rojitas y a Chopi”.
Es un muchacho sin miedos. Cuando el pasado año hizo falta que calzara el guante de la tercera base en los Gallos, Rodoleisi era un novato con los mismos ariques que ahora, pero aceptó el reto y al menos llenó el hueco, tanto en esa posición como en segunda. En total sumó dos errores en 49 lances para 959, con 167 de bateo.
“Me sorprendió un poquito y hasta me presioné, pues nunca había jugado a ese nivel, pero como me dieron esa confianza, salí a dar lo mejor de mí”.
Por sus palabras, que salen a cuentagotas, te enteras de que la habilidad es innata desde que corrió por los trillos trinitarios de La Pedrera, La Paloma, el FNTA, Caracusey, siempre de la mano del profesor Luis Campos, un hombre que le ha puesto la mano a cuanto buen atleta vieron parir esos lares.
“Siempre me llevaba con él pa’rriba y pa’bajo y estaba en todas las copas de esos barrios, hasta que me llevó para Trinidad y allí entrené con Eliecer Valera, desde donde entré a la EIDE”.
Pero ahora este muchacho ya sabe que los mangos no están tan bajitos como allá en su natal La Paloma, a orillas de la carretera Sancti Spíritus-Trinidad. Aprendió que todo cuanto corrió detrás del río Caracusey para disfrutar de sus crecidas por encima de la carretera es poco ahora, cuando los Gallos necesitan que este correcaminos les ayude en su nueva empresa.
Bien lo sabe su mánager José Raúl Delgado, que a la hora de la foto hasta sugiere: “¿Qué bate le vas a poner a él?, ponlo en una base, él está aquí para que corra, ese negro es un correcaminos”.
Y el muchacho sonríe con cierto deje asustadizo que aún le queda, mientras la cámara se rinde incapaz de atraparlo en lo que mejor sabe hacer. De vuelta a su preparación, sigue con sus tramos, su desafío al cronómetro y la vida puesta en la próxima carrera.
“Hay mucha rivalidad en el terreno y eso me gusta. Sé que saldrán los que mejor lo hagan y trataré de estar entre ellos”.