El sur de la Florida merece más. Mucho más. Pero para los Miami Marlins, parece que el mensaje jamás ha sido entendido. Mientras los equipos de las grandes ligas se esfuerzan por construir un vínculo sólido con su base de fanáticos y entregarles un producto competitivo en el terreno, los Marlins parecen cómodos corriendo en la misma rueda que los mantiene estáticos: ahorro, mediocridad y más promesas de futuro. Un futuro que, a estas alturas, ya nadie cree.
Desde el 2021, los Marlins han firmado apenas nueve agentes libres: Eric Wagaman, Tim Anderson, Johnny Cueto, Jean Segura, Jorge Soler, Avisaíl García, Adam Duvall, Anthony Bass y Ross Detwiler. Nueve jugadores, de los cuales varios han sido incorporaciones de relleno. Nueve nombres que no reflejan una ambición real por construir un equipo digno de competir en un mercado tan apasionado y diverso como Miami.
El silencio de Peter Bendix y el futuro incógnito de los Marlins
El último episodio de esta historia de desilusiones tiene como protagonista a Jesús Luzardo, un pitcher local que no solo llevaba el uniforme de los Marlins, sino también el orgullo de representar a la comunidad que lo vio crecer. Luzardo, quien era la cara visible del equipo en eventos comunitarios y hasta hace unos días repartía juguetes en el estadio como parte de las actividades navideñas, fue sacrificado en un canje más que predecible. Su retorno fue el mismo que el de tantas estrellas que han pasado por aquí: prospectos. Más apuestas al futuro.
¿Hasta cuando pueden aguantar los fanáticos de los Marlins?
Pero, ¿cuánto futuro pueden soportar los fanáticos? La realidad es que estos intercambios no solo dañan al equipo en el terreno, sino también el vínculo emocional con su comunidad. ¿Cómo puede un fanático comprar con orgullo el jersey de su jugador favorito si sabe que las probabilidades de que no esté aquí la próxima semana son altísimas? No es casualidad que el loanDepot Park luzca vacío partido tras partido, convirtiéndose más en la casa del equipo visitante que en un fortín para los locales.
Bajo la dirección del actual presidente de operaciones de béisbol, Peter Bendix, los Marlins no han mostrado indicios de cambiar esta narrativa. Luzardo no es el primero ni será el último sacrificado en nombre del ahorro. El patrón se repite, indiferente al dueño o a la gerencia. Los nombres cambian, pero la meta sigue siendo la misma: minimizar gastos y cambiar a sus estrellas por promesas a futuro.
Los Marlins han fracasado en construir una identidad que represente a Miami y su gente. Un equipo que parece más interesado en su balance contable que en llenar el estadio con aficionados orgullosos. Mientras tanto, los fanáticos del sur de la Florida siguen esperando algo más que palabras vacías. Un equipo que respete su lealtad y retribuya su pasión con algo más que sueños de un futuro incierto.
En un mercado que respira béisbol y donde la comunidad merece un equipo que compita con dignidad, los Marlins siguen siendo “más de lo mismo”. Y eso, simplemente, no es suficiente.
El fracaso en la gestión de Peter Bendix: Los Marlins y sus decisiones fallidas este 2024