Por Jorge Ebro
Dice que surgió del fango, pero Yunesky Maya al menos tocó el cielo del béisbol. Aquel joven que sin muchas pretensiones recogía pelotas en el estadio de Pinar del Río, ha tejido una carrera digna de elogio que le ha llevado a plantar su bandera en las cuatro esquinas del mundo.
Muy pocos saben que Maya fue siete veces campeón de karate en su provincia natal, que cuando parecía listo para jugar en Series Nacionales se lo llevaron al servicio militar a cortar caña y que la primera oportunidad se la brindó Alfonso Urquiola.
¿Cómo está ese brazo ahora?
“Muy bien, después de una operación me siento totalmente recuperado y fuerte. Vine de México donde la altura me afectó un poco, pero ya aquí al nivel del mar todo ha vuelto a la normalidad. Quiero pasar unos días con la familia y un poco más adelante comenzaré a prepararme para la temporada en la República Dominicana’’.
Te has convertido en un guerrero del camino…
“Es un poco difícil porque estás mucho tiempo lejos de la familia, pero esta carrera es así. Este fue el regalo que nos dio Dios y si tenemos la oportunidad de ganarnos el pan con lo que sabemos hacer y nos gusta, pues al final es una bendición’’.
Ví como estaban encantados al firmarte en Washington, ¿qué ta faltó?
“Varias cosas, llegué aquí sin saber el idioma y eso me golpeó mucho. No entendía lo que hablaban de mí y eso me ponía mal. Al principio me golpeó dejar mi familia atrás, y creo que Washington nunca me dio la confianza que debía. Me tuvieron poco tiempo en las Menores y luego me bajaron muy rápido. Eso afectó mi confianza’’.
¿Entonces faltó ese empujón decisivo por parte del club?
“Primero te diré que estoy muy agradecido con la organización de Washington que me firmó, pero cuando me suben y me bajan tan rápido, eso mató algo dentro de mí. Después me lesiono. Las cosas comenzaron a no salirme’’.
¿Esperabas estar lanzando a esta altura de tu vida?
“Todo el mundo conoce mi historia. Empecé tarde. Yo estaba en el estadio de Pinar del Río recogiendo pelotas, ayudando en las prácticas. Comencé a lanzar a los 20 años y ahora tengo 38. José Ariel Contreras se operó del barzo a los 40 y tiró un par de temporadas más. Yo también puedo hacerlo’’.
Ese joven que recogía pelotas en el parque, ¿soñó llegar tan lejos?
“Sí, ese propósito estaba ahí. Primero hacer el equipo de Pinar del Río, luego el nacional, eso fue algo grande para mí. Luego el saltó al béisbol de aquí, de Grandes Ligas, y todavía no me quito. Nadie sabe. Sigo creyendo que puedo lanzar de nuevo en las Mayores’’.
En Dominicana eres un héroe.
“Siempre digo que esa es mi segunda casa. Allá me han acogido a mí y a mi familia como si fuéramos de allí de toda la vida. He sido campeón, me han elegido dos veces Mejor Pitcher de la Temporada, he estado en Series del Caribe. Uno hace su historia en varias ligas, pero el mejor premio es el cariño de la gente’’.
Raúl Valdés y tú siguen desafiando el tiempo.
“Ese es mi hermano. Un gran pitcher, un gran ser humano. Cuando nos enfrentamos en Dominicana, en cualquier estadio, ese día entran entre 2,000 o 3,000 personas más que en un juego normal La gente nos disfruta. Pero también hemos estado juntos en un equipo, como en la pasada Serie del Caribe’’.
¿Qué sientes al repasar tu carrera?
“Estoy contento porque sé que he dado lo mejor de mí. He seguido una buena línea y no me he salido de ella. Como en todo, hay altas y bajas, cosas que pasan. Yo vengo desde muy abajo, como decimos los cubanos, del fango. Así que estar en un pedacito del libro de la historia es algo muy grande.