Cuba sigue sin anunciar al manager que estará al frente en el próximo Clásico Mundial de Béisbol. Y aunque esa ausencia ha acaparado titulares, la verdadera alarma está en otro punto: ¿quiénes acompañarán a ese manager en el cuerpo técnico? Porque en el béisbol moderno, no se gana solo con el nombre que lleva la libreta. Se gana con estructura, con preparación… y con coaches que entiendan cómo se juega el béisbol del siglo XXI.
Uno de esos roles, muchas veces subestimado, es el del coach de primera base. En Cuba, todavía se le concibe como ese hombre que grita “vamos” o choca la mano del corredor tras un boleto. Pero afuera, en la mejor pelota del mundo, esa figura ha evolucionado. Y hoy su trabajo es tan determinante como el de cualquier otro asistente.
Un coach de primera base ya no está para animar. Está para cambiar juegos.
Quien ocupa esa posición debe leer en tiempo real cuánto tarda el pitcher rival en lanzar al home y cuánto demora el receptor en soltar a segunda. Debe saber si su corredor tiene la velocidad suficiente para robar una base o para ir de primera a tercera. Debe estudiar las tendencias del outfield rival: quién lanza con fuerza, quién ataca lento, quién falla en la puntería. Debe conocer cómo se mueven las defensas en el shift, si el primera base contrario deja huecos, si se adelanta o se abre demasiado. En otras palabras, tiene que leer el juego como un código de probabilidades.
En Grandes Ligas, esa lectura parte de datos reales, de scouting digital, de sabermetría. No hay margen para la improvisación. Se calcula todo: el inning, el marcador, el conteo, quién viene al bate, el brazo del jardinero, la eficiencia del corredor tomando bases, la historia de pickoffs del lanzador. Todo eso lo maneja hoy un coach de primera base con herramientas de análisis, con gráficas, con modelos estadísticos.

¿Está Cuba preparado para esto?
Ahora la pregunta es directa: ¿hay hoy en Cuba un coach de primera base capaz de tomar decisiones bajo esos estándares? La respuesta, lamentablemente, parece ser no.
No se trata de pasión, ni de entrega, ni siquiera de experiencia en el terreno. Se trata de estar preparado para el béisbol que se juega hoy, no para el que se jugaba hace veinte años. Y en Cuba, por múltiples razones, esa transición no ha ocurrido. No hay acceso constante a sabermetría, no hay formación sistemática en lectura de datos, no hay estructura para convertir a los coaches en piezas analíticas del banco.
El coach de primera que Cuba necesita para un Clásico Mundial no es solo un acompañante del corredor. Es una pieza de inteligencia. Alguien que sabe si el robo vale la pena o es un suicidio. Que reconoce si un batazo al derecho permite ir a tercera. Que advierte si un pitcher está lanzando en patrón predecible. Que comunica señales sin delatar nada.
Hoy en día, un coach de primera base puede ganar o perder un juego en un instante. Pero para hacerlo, tiene que dominar el lenguaje que hoy habla el béisbol: el lenguaje de los números.
Y mientras eso no ocurra, mientras se siga viendo a esa figura como alguien que está ahí para cumplir, Cuba seguirá corriendo con una desventaja enorme. Porque en este béisbol no basta con talento. Hace falta un cuerpo técnico que vea más allá del terreno.
Hace falta un coach de primera base que, antes de gritar “bien”, sepa exactamente por qué su corredor debe quedarse… o volar.
SABERMETRÍA APLICADA POR EL COACH DE 1B EN DECISIONES (Ejemplos)
Situación | Datos analíticos usados | Decisión del coach |
---|---|---|
Jugador llega a 1B con un out | Tiempo al home 1.4s + pop time del catcher 2.0s | Recomienda no robar (tiempo total demasiado alto) |
Jardín derecho con brazo débil | Arm Strength: 81 mph, bajo % de outs en asistencias | Aconseja intentar llegar a 3B en batazo corto |
Corredor rápido (Sprint Speed > 28 ft/s) | + Cátcher con mal porcentaje de atrapados | Coach señala posibilidad clara de robo |
Shift defensivo deja 3B abierta | Se prevé rolling por derecha | Se adelanta para empujar al jugador a buscar 3B si hay mal tiro o contacto lento |
No es intuición, es usar los datos a tu favor. Y ahí es donde Cuba juega en un nivel muy, pero muy por debajo del resto.

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