Autor: Ángel Freddy Pérez Cabrera
Ariel Borrero se retiró frente a su público en el parque Sandino, donde brilló durante dos décadas como un bateador implacable. Foto: Freddy Pérez Cabrera
SANTA CLARA.— Con el retiro oficial de Ariel Borrero, apodado con justicia como El Remolcador por la cantidad de carreras que empujaba hacia el plato a la hora buena, se despide de la afición uno de los peloteros de mejores resultados deportivos en las series nacionales e internacionales en las que participó.
El escenario para su retiro no pudo ser mejor. Lo hizo al lado de los dos equipos con los que se entregó con igual pasión, Villa Clara y Ciego de Ávila, con los cuales vistió la camiseta de campeón. El estadio Sandino, colmado por una delirante afición que supo apreciar sus méritos como atleta, lo despidió con la altura que merecía un deportista de su nivel.
«El Remolcador», como lo bautizó Roberto Jiménez, el cargabates de los Naranjas, jugó 21 series nacionales, en las que impulsó 1 109 carreras, conectó 2 061 inatrapables, entre los que se incluyen 412 dobles y un promedio de bateo de por vida de 312 y defensivo de 992. Tiene además la valía de conectar 20 o más biangulares durante seis temporadas consecutivas y 100 o más jit en ocho campañas.
Además, su apodo lo retrataba a la perfección, pues si se habla de carreras remolcadas —de importancia capital en el béisbol—, Borrero fue todo un especialista, capaz de conectar un jit hacia cualquier banda del terreno con compañeros en posición anotadora en momentos cruciales de un partido.
Como uno de sus méritos figura haber sido el cuarto bate del equipo Cuba durante del Primer Clásico Mundial de béisbol, donde conectó de jit a dos premios Cy Young de las Grandes Ligas, el zurdo venezolano Johan Santana y el derecho dominicano Bartolo Colón, algo que solo pueden hacer los grandes como Borrero.
Ese constituyó uno de sus momentos cumbres, pues finalizó como el tercer mejor bateador del conjunto, detrás de Frederich Cepeda y Yoandy Garlobo. Imposible olvidar el jit que le conectó a Santana en un choque de vida o muerte, pues una derrota ante el conjunto venezolano hubiera resultado fatal cuando aún restaban los difíciles compromisos ante el trabuco dominicano y la selección puertorriqueña, que ya había vencido a Cuba en la primera ronda con marcador de 12-2.
Cero a cero marchaba el desafío cuando Borrero, concentrado al máximo en el plato, le pudo empujar un lanzamiento a Santana entre tercera y el campo corto para traer la primera de las siete anotaciones cubanas en ese juego. Ya finalizadas las acciones, y en medio del júbilo de todos los jugadores por la victoria, Borrero confesó a nuestro diario: «Yo no podía fallar, tenía que traer esa carrera a como fuera. Soy nuevo en este equipo y tengo que demostrar lo que soy».
Al regresar del Clásico, no se olvida aquel instante en el que alguien le comentó a Fidel: «Mire, Comandante, este es Borrero el cuarto bate», a lo que él contestó riéndose «un cuarto bate tan chiquito».
Borrero llegó tarde al béisbol. A la edad en que muchos ya juegan en una Serie Nacional todavía él andaba estudiando para ser mecánico y luego cumpliendo tres años dentro del Servicio Militar Activo. No pudo ingresar en la EIDE Provincial Héctor Ruiz por su baja estatura.
Pero nada de esto amilanó al hijo del central Washington, en Manacas, Villa Clara, nacido el 1ro. de enero de 1972, quien fue protagonista en el triunfo de Villa Clara en la 53 Serie Nacional, una victoria tras 18 años de espera, desde la 34 edición. Y después, de nuevo campeón nacional por dos años consecutivos como refuerzo de los Tigres de Ciego de Ávila.
Parecía estar en el ocaso de su carrera y se convirtió en uno de los pilares del éxito de los avileños en ambas ocasiones.
Compañero de equipo de muchas glorias del béisbol de su provincia, entre ellos Ariel Pestano, Eduardo Paret, Oscar Machado, Eddy Rojas, Eliécer Montes de Oca o José Ramón Riscart, el inicialista fue cuarto bate durante mucho tiempo a pesar de no ser un jonronero, y siempre se distinguió por su temple, modestia y sencillez.
Por su tremenda fuerza de voluntad para superar los muchos obstáculos que enfrentó en su estelar trayectoria, mucho lo van a extrañar los villaclareños, sobre todo cuando haya hombres en las almohadillas y carreras por remolcar.
Instantes después de la despedida, el legendario 53 de los Naranjas dijo a Granma que se marchaba con la satisfacción de haberlo entregado todo en el terreno y con la recompensa de sentirse querido por la afición.
ANOTACIÓN POR ENTRADAS | ||||
C. GONZÁLEZ | C | H | E | |
GRA | 000 001 010 | 2 | 3 | 0 |
CMG | 000 000 100 | 1 | 3 | 0 |
G: Yanier González (7-5). P: Erlis Casanova (2-5). Js: Miguel Lahera (8). Jr: Alexander Ayala. | ||||
V. DE GIRÓN | C | H | E | |
HOL | 002 000 030 | 5 | 6 | 0 |
MTZ | 100 300 000 | 4 | 10 | 1 |
G: Yunier Suárez (3-2). P: Danny Aguilera (2-4). Js: Carlos Santiesteban (2). Jr: Yasiel Santoya. | ||||
A.C. SANDINO | C | H | E | |
CAV | 100 206 003 | 12 | 13 | 1 |
VCL | 100 002 001 | 4 | 12 | 2 |
G: Bladimir Baños (7-3). P: Robelio Carrillo (5-5). Js: Raidel Martínez (3). Jrs: Alexander Malleta y Osvaldo Vázquez (2). |