Autor:Norland Rosendo
Es un hombre de pocos gestos. Ni en las malas, ni en las buenas. Hay que leerle con lupa en el fondo de los ojos, allí donde solo ven quienes lo conocen bien o quienes llevan tiempo buscando por dónde le brota el goce a Carlos Martí cuando gana.
El más experto de todos los directores en la Serie Nacional no se inmutó, aparentemente, cuando terminó de escoger los refuerzos para la segunda fase del campeonato. A primera vista, Artemisa y Pinar del Río habían hecho la mejor selección.
Un rato después, Martí me dijo «puede ser, pero yo me voy con lo que quería, ya verás». Sonrió y terció el diálogo para otros asuntos «peloteriles» también.
Ese «ya verás», que me pareció lejano o un «no te aventures en vaticinios prematuros», era un presagio que solo él, «viejo zorro» en el mundo del béisbol cubano, podía augurar. Unos días después su equipo, el mismo que entró en quinto puesto al segundo tramo, ya está en el tercero, tras siete triunfos seguidos, el último de ellos ayer en el pantano de los Cocodrilos, por 8-7 con el bambinazo 14 de Lázaro Cedeño, líder en jonrones del torneo.
Los matanceros venían de caer par de veces ante los Cazadores de Artemisa y querían recuperarse en casa, y además, ponerles bridas a unos Alazanes que llegaron al Victoria de Girón con un trofeo del que nadie se había jactado en la temporada: tres mechones de melena cortados a los Leones de Industriales.
Por el linaje de los abridores, Alaín Sánchez y Dachel Duquesne, podía esperarse un duelo de más ceros que carreras. Al final, hubo de las dos cosas, aunque las cifras sugieran otra lectura. Tras lanzar durante 7,2 entradas en las que permitió dos limpias, ponchó a dos y transfirió a otro dúo de bateadores, Alaín logró su segundo éxito con el traje de los campeones y el séptimo en la temporada. El último out lo sacó su coterráneo Yosver Zulueta, quien paró la rebelión de los anfitriones cuando estaban a un mordisco de empatar el juego.
Una de las claves del trote invicto de los Alazanes —para mí la principal— ha estado en la batería. Con Yulexis La Rosa de receptor, el pitcheo mejora ostensiblemente, pues él es de lo más seguro y elegante en Cuba con la mascota. Y en las siete victorias han participado los lanzadores «extranjeros» con cinco éxitos y tres juegos salvados.
Además de Alaín, los jóvenes han hecho su aporte. Dos sonrisas y dos salvamentos es el saldo de Zulueta, una victoria acumula Ulfrido García y el taponero Luis E. Castillo ya preservó una vez la ventaja en las postrimerías.
El refrán le va dando la razón a Martí: Más sabe el diablo por viejo… Aquella noche en Pinar del Río me aguantó la mano antes de teclear quien, a mi juicio, había pedido mejor. «El terreno, me recordó, es el que juzga, no los números».