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Por Jorge Ebro
Yonder Alonso ha dicho en Cuba lo que repetido siempre, lo que suelen decir casi el 97 por ciento de los peloteros nacidos en la isla: que están dispuestos a vestir el uniforme de las cuatro letras para jugar en el Clásico Mundial de Béisbol, sin que medien condiciones, sin la existencia de pago. Jugar por jugar, por amor al país y punto.
En una excelente entrevista publicada en la revista OnCuba, Alonso dispara una pregunta que conlleva un eco evidente. «¿Quién no se quisiera poner el uniforme de su país? Pero cabría, solo por el simple hecho del debate, subvertir la interrogante y sustituirla con otra. ¿A qué país no le gustaría que sus mejores exponentes, en cualquier ramo de la vida, no estuvieran presentes?
Para ser más directos y no dejarlo todo en la larga geografía de la palabra país, ¿a qué gobierno no le gustaría llevar a los mejores? Lo mismo a una guerra, que a una misión humanitaria, que en una empresa comercial, o un Clásico Mundial…Los mejores.
Hasta el momento, el pedido de esa mayoría de estelares cubanos en las Mayores ha sido como una marea que se estrella contra la muralla de las autoridades del béisbol cubano, que solo esperan una señal desde más arriba para mover ficha del lado del acercamiento o del recogimiento.
Ya en abril del 2015 el presidente del Instituto Cubano de Deportes (INDER), Antonio Becali, echaba por tierra la posibilidad de un equipo integrado por cubanos de ambas orillas al expresar que «Cuba va a seguir con nuestros atletas. Es algo que vamos a mantener como principio indisoluble (…) los atletas nuestros que están dentro del sistema deportivo cubano y dentro de nuestra Serie Nacional son los que nos van a seguir representando en eventos internacionales».
Ningún principio es indisoluble, ninguna verdad absoluta. Eso solo es cháchara burocrática y exhibición para la galería. El restablecimiento de relaciones -averiadas, pero relaciones de una forma u otra- con Estados Unidos resulta prueba de ello. ¿Y qué pasó con aquello de la amistad inquebrantable con el pueblo soviético o búlgaro o checo?
Nada parece indicar que esta posición expresada por Becali haya cambiado. Quizá existió algún tipo de debate interno sobre ese equipo llamado por algunos «unificado» durante esos dos años de relaciones auspiciadas por el presidente Barack Obama, pero no pasó de eso. Lo que pueda hacer Donald Trump con respecto a Cuba viene rodeado de un aura de incertidumbre. No parece el momento propicio para que la pelota sirva como mecanismo diplomático.
No se puede negar que los restos del embargo económico pudieran suponer una traba. Alonso y sus compatriotas en Grandes Ligas siempre han recalcado su interés en jugar sin percibir un centavo a cambio. Al final todo es cuestión de voluntad y deseos de hacer algo por el bien común. De mirar adelante.
Tal vez en algún momento hubo una ventana de oportunidad para la edificación de un potente equipo cubano, pero está por cerrarse, si es que no se ha cerrado ya, la última persiana con el último rayo de luz. Y es una pena por el Clásico siempre ávido de talentos, y por Cuba que asistirá con el peor equipo de su historia. A esperar otros cuatro años.
A juzgar por la entrevista de OnCuba, Alonso se ha entregado en cuerpo y alma a su pueblo durante su visita a la tierra que le vio nacer, como una más, que quisiera verlo uniformado como uno de los suyos. ¿Por qué no se entregan las autoridades deportivas a Alonso y a todos aquellos que como él desean jugar por Cuba?
Para ser más directos y no dejarlo todo en la larga geografía de la palabra país, ¿a qué gobierno no le gustaría llevar a los mejores? Lo mismo a una guerra, que a una misión humanitaria, que en una empresa comercial, o un Clásico Mundial…Los mejores.
Hasta el momento, el pedido de esa mayoría de estelares cubanos en las Mayores ha sido como una marea que se estrella contra la muralla de las autoridades del béisbol cubano, que solo esperan una señal desde más arriba para mover ficha del lado del acercamiento o del recogimiento.
Ya en abril del 2015 el presidente del Instituto Cubano de Deportes (INDER), Antonio Becali, echaba por tierra la posibilidad de un equipo integrado por cubanos de ambas orillas al expresar que «Cuba va a seguir con nuestros atletas. Es algo que vamos a mantener como principio indisoluble (…) los atletas nuestros que están dentro del sistema deportivo cubano y dentro de nuestra Serie Nacional son los que nos van a seguir representando en eventos internacionales».