
Por: Javier Gonzalez
BOSTON, MA- Conseguir la mejor pareja de receptor y lanzador cubano en la historia de las Grandes Ligas no parece una tarea muy complicada. La calidad del pitcheo antillano en el máximo escalón del béisbol mundial está fuera de discusión. Tipos como Adolfo Luque, Luis Tiant, Miguel Cuellar, Camilo Pascual, Rolando Arrojo, Jose Contreras, Jose Fernández o los hermanos Orlando y Livan Hernandez son una muestra de ello.
Sin embargo, en honor a la verdad no se ha caracterizado Cuba por dar catchers de primer nivel. Tan es así que Yasmani Grandal, activo hoy día, califica ampliamente como el mejor exponente cubano de la receptoria en las mayores a lo largo de la historia.
En ese contexto, aparecen la dupla de Tiant-Azcue.
El legendario lanzador debutó con los Indios de Cleveland en 1964, justo cuando su compatriota Joe Azcue era el receptor titular de la tribu. Ambos fueron compañeros de batería hasta 1969, año en que Azcue fue enviado a los Medias Rojas de Boston, y no por casualidad el ídolo de Marianao lideró en derrotas (20) a todos los lanzadores de MLB.
En su época juntos, la dupla trabajó en 123 partidos, y redujeron a la ofensiva rival a una pobrísima línea de 202./267./319./586 en un total de 3025 bateadores enfrentados. La efectividad que dejó Tiant en ese tramo fue 2.63 y logró ponchar a 690 oponentes con 236 boletos en 757.2 tercios de labor. Azcue pescó a 20 de los 25 jugadores que intentaron estafarle almohadillas.
Con Azcue llamando sus pitcheos, Tiant lideró la liga en una oportunidad en ERA (1.60 en 1968), en H/9 (5.3 en 1968), en K/9 (9.2 en 1967), ERA+ (186 en 1968), FIP (2.04 en 1968) par de veces en blanqueadas (9 en 1968 y 5 en 1966).
Precisamente en 1968 ambos asistieron a su primer Juego de Estrellas, luego que Tiant llegara a la pausa del mismo con récord de (14-5) y minúsculo promedio de limpias de 1.24, mientras que el máscara cienfueguero promediara una línea ofensiva de 273./335./352./677.
Tiant luego haría una extensa y exitosa carrera con el Salón de la Fama Carlton Fisk en Boston, asistiendo incluso al Clásico de Otoño de 1975, pero las métricas conseguidas con Azcue, jamás las volvería a emular.
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