El equipo nacional de baloncesto de Cuba no pudo disputar su partido de clasificación a la Americup en Puerto Rico porque Estados Unidos no procesó a tiempo las visas necesarias. Desde La Habana se apresuraron a culpar a Washington, pero la realidad es que EE.UU. impone restricciones a países que no cooperan con la deportación de inmigrantes, y Cuba, que se niega a recibir a sus propios ciudadanos deportados, está en esa lista.
Según Martí Noticias, un funcionario estadounidense confirmó que la negativa de visas está vinculada a la postura del gobierno de EE.UU., reafirmada por el secretario de Estado, Marco Rubio, el 31 de enero, en su anuncio sobre un enfoque más estricto hacia el gobierno cubano.
El funcionario explicó que esta decisión responde a una disposición establecida en 2020, la cual restringe la entrega de visas a países que no colaboran con la repatriación de sus ciudadanos deportados.
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¿Peligra la participación de Cuba al Clásico?
Este episodio deja claro lo que puede ocurrir en 2026, cuando la selección cubana de béisbol deba viajar a Puerto Rico para el Clásico Mundial. No es solo el tema de las visas, sino que el equipo también necesitará una Licencia General de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) y permisos específicos para jugadores con documentos estadounidenses. Debido al control estatal sobre el deporte en Cuba, el país sigue enfrentando sanciones y regulaciones que él mismo ha provocado.
Pero el verdadero bloqueo no viene de afuera, sino de adentro. En Cuba, antes que representar al país, un deportista tiene que ser fiel a la Revolución. El artículo 10 del reglamento de la Serie Nacional de Béisbol establece que el primer deber de un pelotero es “defender la Revolución”. No importa cuánto talento tenga, si no sigue la línea, está fuera.
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Si un atleta decide escapar y tomar su propio camino, el castigo es severo. No solo lo expulsan del equipo nacional, sino que lo condenan al exilio deportivo y, peor aún, le prohíben regresar a su propio país. Mientras el gobierno cubano acusa a Estados Unidos de impedir que sus atletas compitan, es Cuba la que persigue y excluye a los suyos por ejercer la libertad de decidir dónde y cómo jugar.
Lo del baloncesto es solo un aviso de lo que puede pasar con el béisbol. Si ahora no pudieron viajar, ¿qué garantiza que en 2026 sí lo lograrán? Mientras el gobierno cubano siga usando el deporte como un instrumento de control en vez de una oportunidad para el talento, sus propios atletas serán los mayores perjudicados.