A partir del 16 de febrero pasado fue admitida, a través de una circular de la Comisión Provincial de béisbol, la inserción en la edición 43 de la Serie Provincial holguinera de los peloteros Lerys Aguilera y Yusmel Velázquez, los cuales regresaron a Cuba antes del histórico acuerdo entre las Grandes Ligas estadounidenses y la pelota de la Isla.
Quienes intentan sabotear el pacto del 19 del diciembre último hacen oídos sordos a historias como las de estos muchachos, víctimas del tráfico de personas, pero, oficialmente, retornados al deporte nacional, como demuestra el hecho de que representan a sus respectivos municipios y están invitados al Juego de las Estrellas de Holguín, por celebrarse el 31 de este mes en el estadio Feliú Leyva, de la Ciudad de los Parques.
— “Es algo inhumano lo que te sucede”
Una situación extrema es traumática para cualquier ser humano. Ahí es cuando tienen que salir las fibras de lo que está hecho. Esto lo experimentó Lerys Aguilera, cuando decidió abandonar su país en abril de 2014 y probarse en otro béisbol. Antes de emigrar, era una figura consolidada en nuestras Series Nacionales.
Nacido en Levisa (1985), Mayarí, provincia de Holguín, “El Búfalo”, al momento de su partida, había jugado 11 temporadas en la Isla y tenía 108 jonrones y 434 carreras impulsadas. Generalmente, ocupaba el cuarto madero del representativo holguinero.
— Declaraste que no le aconsejabas a nadie tomar ese camino…
“Realmente, lo dije y lo reafirmo, porque es algo inhumano lo que te sucede, te conviertes en una carnada, una mercancía. Arriesgas tu vida, al final pasas por momentos que ni imaginas. En buen cubano, son cantos de sirenas, te prometen y dicen mucho, pero ni el 80 por ciento de eso se cumple. Lamentablemente, me tocó vivir esa experiencia. Menos mal que aún estoy aquí, para poder contarla”.
— Hablaste también de tu travesía en la salida ilegal en lancha.
“En lo absoluto volvería a hacerla. Corrí dos veces peligro. No tengo ni la más mínima idea de por dónde salimos. Casi me ahogo, incluso sabiendo nadar, pero estaba en una situación en que, por desconocimiento, las prendas, la mochila y otros cosas que llevaba encima me pesaban. Si no me agarro bien a la embarcación, me caigo y nadie esperaría por mí, ya que la noche era una boca de lobo. Es algo inenarrable”.
— ¿En qué condiciones están los peloteros cubanos que no logran contratos y viven en República Dominicana?
“Es una odisea lo que viven, continuamente nos comunicamos y es difícil estar así. Cuando no puedes alcanzar oportunidades de jugar en EE.UU. u otros lugares, todo se convierte en un sálvese quien pueda. Tienes que hacer lo indecible y trabajar en oficios que nunca has hecho, para tener una entrada económica que te permita sobrevivir.
“Hay muchos jóvenes que están en República Dominicana ‘comiéndose un cable’, en buen cubano te lo digo, pasando un trabajo tremendo. Sin apoyo, sin esperanza. Pude recibir ayuda de muchas personas, incluso antes de irme a Nicaragua, pero no todos tienen esa suerte. Ha sido y sigue siendo difícil el panorama para los peloteros cubanos allá”.
— ¿Muchos de ellos ilegales?
“Sí, es lo más seguro. Que pasa, la mayoría hace sus trámites migratorios, de estancia, en Haití. Pero a la hora en punto que cruzan a República Dominicana se convierten en ilegales. Están de aquí para allá o son deportados. Logré obtener mi cédula dominicana, que, primeramente, la vi como un modo de estar legal, pero después me permitió ser contratado. El 11 de octubre de 2017, luego de entrar en contacto con los Indios del Bóer, salí hacia Nicaragua”.
— ¿Crees que otros peloteros pueden verse sin salida aparente, cómo tú?
“Por supuesto, es desesperante. Cuando dejan de tener interés en ti todo se complejiza. El tema de la edad también puede marginarte. Me paso mucho tiempo pensando en todo lo que pasé. Tuve depresiones y hasta barajé atentar contra mi vida. Padecí en Dominicana un hambre extrema y otros momentos durísimos. Tuve que entrenar por mi cuenta. Gracias al Señor, ese tipo de situaciones no caló al extremo en mí y no llevé a cabo mis pensamientos.
“Lo que se está haciendo ahora con las contrataciones legales es algo magnífico. Los peloteros pueden retornar a su país sin problema. Esa es la vía que recomiendo. Hagan caso omiso a las proposiciones. Las oportunidades que abre Cuba son las correctas”.
— Otro Cachorro en “plan retorno”
Fue 2015 año récord en cuanto a salidas de peloteros del país, legales o ilegales. Algunos, como el colega Francys Romero, cifraron en 150 la cantidad. Entre los beisbolistas que abandonaron Cuba figuró el lanzador diestro Yusmel Velázquez, de Holguín, quien había jugado seis Series Nacionales, con 34 victorias y 35 fracasos, pero que, por ese entonces, ya era considerado el mejor pítcher de los Cachorros.
Velázquez, de 27 años de edad, después de haber entrado hace tres años a Haití, en una travesía riesgosa por mar desde Maisí (Guantánamo), y hacer estancia en República Dominicana, volvió a su provincia.
“Hace meses que estaba pensando en regresar”, expresó el joven en su casa, en la Ciudad de los Parques. El natural del municipio de Urbano Noris está en la Isla desde el 4 de noviembre pasado, tras llegar en compañía de su esposa e hijo. Mas eso es presente. El futuro le puede jugar una buena pasada.
— ¿Por qué decidiste emigrar, justo cuando ya eras el pítcher líder del staff holguinero y quizás hubieras podido integrar algún equipo Cuba?
“En ese momento, salí en busca de mejores condiciones económicas. Sabiendo que había tenido años anteriores buenos, como cuando hice la preselección a los Juegos Centroamericanos y del Caribe Veracruz-2014 y, personalmente, creí merecer estar en el equipo, pero me dejaron fuera.
“Luego, se nos dijo que los que habíamos sido eliminados íbamos al Torneo de Rotterdam y entonces tampoco hice el viaje, sin explicación ninguna. Todo el que juega pelota en Cuba a lo máximo que aspira es a hacer un seleccionado nacional y representar al país. Me decepcionó un poco que, en tantas ocasiones, se me hubiera apartado”.
Todavía hay quienes piensan que firmar con una franquicia estadounidense es puro trámite.¿Cómo fue tu caso en particular en República Dominicana?
“No es fácil, es un cambio demasiado grande. Llegas a un béisbol distinto, te enfrentas a entrenamientos difíciles, muy diferentes a los que hacías en Cuba. A veces tienes que dedicar varios meses a ponerte en forma idónea, para que los equipos de Grandes Ligas vean tus aptitudes. En el caso de los lanzadores, deben tirar por encima de 90 millas. Vi muy pocos cubanos que consiguieron firmar.
“Todavía hay muchos pasando trabajo allá, porque es complicado ser contratado. Llegué a estar en la forma que exigen las franquicias, pero por razones ajenas a mí, por gente que decidía por mí, no pude ser firmado. Fueron tres años perdidos, aunque a la vez no niego que gané en experiencia y aprendizaje, y quizá, con los conocimientos adquiridos, podré ser mejor pítcher en el béisbol cubano y ayudar a mis compañeros”.
— El “sueño dominicano”…
“A los muchachos que toman ese camino les digo que es complicado. Que es un ámbito donde no se puede creer en todo el mundo. Ellos, quienes nos captan, prometen muchas cosas que, al final, cuando estás ahí, no se cumplen. Hay mucha ambición por el dinero y dependes de otros”.
“Nunca estuve ajeno al equipo Holguín, siempre lo seguía por Internet, estaba pendiente de este todo el tiempo. Desde que volví a Cuba, no me perdí un juego en el estadio Calixto García”.