Pero ahora no. Aragón, que de facto es Comisionado de la pelota cubana, ha bajado la orientación que tal vez le fue bajada desde arriba con una frase marcial: «No habrá concesiones que impliquen abrir las puertas a quienes negaron a su país o abandonaron delegaciones que contaban con sus esfuerzos».
Detrás de las palabras, casi se puede escuchar el machacar de las botas y el aleteo de sables de cualquier marcha solemne en la plaza, adornadas con las consabidas alusiones al embargo, las posiciones de principios y de un trato discriminatorio, sin que se le niegue algo de cierto en el tema de los premios, que la vida siempre es compleja y no ese rosario de grises que alborotan los discursos y las consignas.
La entrevista de Aragón publicada en la revista Jit ha levantado polvaredas entre quienes pensaban que la debacle del Clásico Mundial ayudaría a abrir senderos y tender puentes, porque se suma a la retranca ideológica que se advierte en la sociedad cubana, con esas «acampadas antimperialistas» que nada más de pronunciar su nombre erizan cualquier piel. Por favor, después de los Rolling Stones, esto.
Podríamos gastar algún tiempo en rebatir algunos puntos, pero baste decir que la sola presencia de Cuba en el Clásico resulta la prueba de que cuando se quiere, se puede. Que de Cuba quererlo realmente, todas las piezas encajarían para que ese contingente de Grandes Ligas -desinteresado, al punto no querer nada material- vista el uniforme de las cuatro letras. ¿Pero quiere Cuba, los que mandan en ella?
La respuesta a esto Aragón la presiente o la sabe, y lo sabía el que estaba antes que él, y el que estaba antes…en una sucesión de nombres sin peso específico, que vivieron y viven en espera de una señal, de un gesto de manos de quienes en verdad toman las decisiones. No se puede salir al robo de base sin mirar primero al dugout.
De modo que no vale la pena preocuparse por lo que Aragón piense o diga, sino de lo que piensen o digan los que deciden por él, los trazadores de la política, esa que se negocia en silencio, alejada de las luces y que brota cuando menos se la espera, como lo demostró el restablecimiento de negociaciones con los Estados Unidos. ¡Surprise!
Y por favor, nada contra el Comisionado, que fue un grande del montículo. Pero cuando pase el tiempo y deje el puesto, como el que estaba antes que él, y el que estaba antes de este, y el que vendrá después, quizá piense en el sentido de sus palabras y en su peso real. Jamás en la historia cubana de las últimas décadas un funcionario mediano tuvo incidencia en nada, fue capaz de sugerir una iniciativa. Hay demasiado en riesgo para pensar con cabeza propia.
La eliminación cubana en Japón, el nocaut de Holanda abrió heridas profundas, gente de toda laya comentó sobre el tema, el consenso de un equipo unificado -no sé por qué la palabra me gusta cada vez menos- ganaba terreno entre todos, en las peñas deportivas, en las intimidades y los espacios abiertos, entre los mismos peloteros de la escuadra nacional, incluso, entre los leales y los verticales.
¿Por qué llega ahora esta entrevista? Hay que poner un detente en la ola de la opinión pública y orden en la casa, que la gente se atenga a lo que hay. Y lo que hay es lo que dijo Aragón o le señalaron que dijera desde el dugout del INDER y de ahí al Comité Central o vaya usted a saber. Al menos, si no le hicieron la señal, la supo interpretar bien. Ahora falta que la capte el resto, para que nadie se vaya al robo