Por Yirsandy Rodríguez
La primera vez que vi jugar a Jorge Enrique Alomá Herrera, estaba en la categoría de 13-14 años, defendiendo la segunda base del Cerro, en un partido contra la selección de Centro Habana.
Jorge Luis Barcelán era el antesalista de su equipo, mientras Orestes Solano, el “Barry Bonds” de esas ligas provinciales en La Habana, sobresalía por su back-to-back en aquella tarde de 2003. Años después, todos ellos, nacidos en 1989, debutaron con Metropolitanos en Series Nacionales. Barcelán, uno de los jugadores de mayores perspectivas en aquel momento, allá por 2008-2009 —mi amigo Jesús Suárez-Valmaña también debe recordarse perfectamente—, fue el primero de ellos en tener una temporada de breakout, cuando impuso récord en dobles (32) para Metros, además de batear 11 jonrones y remolcar 70 carreras, con un slugging de .564 en 2011.
Solano, quien tuvo un tremendo historial como jonronero en las categorías 15-16 y juvenil, no pudo debutar hasta 2010, donde recibió 208 oportunidades al bate y registró un slugging de .411. De todos ellos —y tal vez entre la mayoría de los jugadores de esa generación—, Alomá fue quien menos oportunidades recibió, con apenas tres comparecencias al home plate en 90 juegos de la 48 Serie Nacional.
Entre los cuestionamientos que le hacían, estaban algunas críticas a su defensa, la potencia de su brazo y, en cuestiones ofensivas, que no explotaba su rapidez como primer hombre en la tanda. Sin embargo, a lo largo de su carrera como beisbolista, Alomá siempre ha tenido talento para batear. Incluso, pesando menos de 160 libras, consiguió ocho jonrones en la Liga de Desarrollo de 2008-2009.
Just a look at the "electrifying" season of Jorge Alomá and his increase in the bdc/WAR-OFF … pic.twitter.com/WMuzYsTjNg
— Yirsandy Rodríguez (@Yirsandy) January 14, 2019
Luego de su debut en Series Nacionales a los 19 años, Alomá apareció de nuevo en 2012, pero no fue hasta 2014-2015, cuando recibió la oportunidad de ser el torpedero titular en Sancti Spíritus, que cruzó las 200 PAs (263, para ser exactos) en una temporada. Terminó bateando .289/.392/.460 y, en la segunda fase, como refuerzo de Industriales. Al año siguiente, se convirtió en el shortstop titular bajo la dirección del manager Javier Méndez y completó una buena labor ofensiva, con .356 wOBA y 31-RBIs, a pesar de no pegar jonrones. Pero, lamentablemente, sus actuaciones en esa postemporada no fueron nada halagüeñas.
Pifió los primeros dos rodados que le conectaron, uno de Luis Robert —el primer batazo de la Semifinal entre Industriales y Ciego de Ávila— y, luego, un trueno con bastante efecto de Ariel Borrero. Ambas marfiladas le costaron carreras a Industriales. Aunque, sin embargo, su momento más amargo lo sufrió en el Juego 3, cuando lo pusieron out en home en dos ocasiones consecutivas. Primero fue por un tiro de Abdel Civil, estando el juego 2-1 a favor de los Tigres en el lucky seven. Y, más tarde, en el noveno, después de un doble de Javier Camero hacia el right-center, que parecía suficiente para que Alomá llegara “safe” al plato. Tal vez recuerdes ese insólito final, pues Camero se quedó parado entre segunda y tercera, y el cátcher Osvaldo Vázquez fue hasta la mitad del campo corto para tocarlo. Ese fue el out final, la tercera victoria de Ciego de Ávila sobre Industriales antes de barrerlos 4-0 y, sin lugar a dudas, el peor momento en la carrera de Jorge Alomá.
Desde aquella noche del 26 de marzo, 1021 días después, podemos ver las notas resplandecientes que nos muestran los registros de Jorge Alomá en esta 58 Serie Nacional. Así es, el tiempo pasó. Las heridas se sanaron. El hombre superó algunos de los errores del pasado y, sobre todo, nunca se dio por vencido. Creo que, para el chico de 29 años, 12 meses y 24 días —cumplirá 30 el próximo domingo 20 de enero—, ha sido una bendición estar sobresaliendo como refuerzo de los Leñadores de Las Tunas, y en cada turno escuchar este coro:
https://m.youtube.com/watch?v=1CGv3EDiBEw
“Es emocionante”, dijo Alomá cuando le preguntaron qué sensación sentía al escuchar el coro, la energía y el respeto de la fanaticada tunera.
Si estás al tanto de esta temporada, que comenzó en agosto de 2018, debes saber esto: ¡Jorge Alomá ha estado todo el tiempo en un gran año! ¡Su temporada de breakout!
En su segunda campaña con los Cazadores de Artemisa, Alomá abrió agosto con .500-.500, .519 OBP y .591 slugging en la primera semana, numeritos sorprendentes, ¿no?… pero que jamás se cayeron en todo el mes: .475/.529/.721, con 17 RBIs en 16 partidos. Aunque, obviamente, la sombra de la regresión iba a aparecer, al menos en la primera mitad de la temporada los signos estuvieron lejos de cualquier fatiga. Bateó .394/.500/.606, con 1.106 OPS y 31 RBIs los 41 partidos que inició. Con esos números y su crecimiento desde que ascendió a 0.2 WAR-OFF, registrando 11 jonrones y 40 RBIs en 2017, se daba por sentada una posible elección como refuerzo.
En la noche del 19 de octubre de 2018, durante la segunda ronda de adquisiciones de refuerzos, el manager Pablo Civil eligió a Jorge Alomá, completando su infield, pues antes había seleccionado a Alexander Ayala. A partir de ese momento, surgía otro reto para el jugador capitalino de 29 años. Tal y como le sucedió en 2017, cuando los Cazadores se reforzaron con Yordan Manduley, Alomá, esta vez con la presencia de Ayala, debió moverse a la intermedia.
“Me sentía cómodo, sobre todo porque el año anterior ya la jugué y, realmente, pude adaptarme al ritmo. Solo puedo decirte que no es (la intermedia) tan difícil como el shortstop, pero requiere de tiempo, preparación y entrenamiento. Estoy feliz de poder moverme por el infield, creo que esa es una ventaja más que he ganado como jugador”, me confesó Alomá unas semanas antes de convertirse en una pieza más de exterminio ofensivo en el lineup de los Leñadores.
Algo que puede corroborar mis últimas líneas fue su debut con Las Tunas, cuando bateó de 4-3 con dos jonrones (uno de ellos Grand Slam) contra los Tigres de Ciego de Ávila en la noche del 26 de octubre de 2018. Ese fue solo el show de presentación de Alomá, quien, hace casi tres meses después de aquel debut triunfal en el plato, está liderando la postemporada con un impensado promedio de .524 (24-13).
Sí, ¡.524! Aún está lejos del .606 de José Antonio “Pepito” Estrada en la postemporada de 1991, ¡pero definitivamente es algo fuera de serie! Es, sin dudas, como colocarle un asterisco a su título de bateo (.388), tal vez cuando muchos pensaron que no podría mantener el ritmo de la temporada regular.
“Si algo puedo decirte que he hecho de manera diferente a años anteriores, ha sido buscar más paciencia en el home y resolver el turno que me toque con inteligencia”, me contestó Alomá, mientras intentaba derretir algunas pelotas bajo el sol dominical en la práctica de bateo.
Focus! Challenges! Dreams! Definition!
???Congratulations for your great season, Jorge Alomá! — I have seen closely all that you have worked for this great moment.
*Enjoy it! pic.twitter.com/UhalCgEFaS
— Yirsandy Rodríguez (@Yirsandy) January 15, 2019
Sin embargo, en la era de la analítica y la sabermetría, aquí hay bastante material disponible para traducir esas cortas palabras que nos ofrece Alomá, alegóricas a su éxito en el plato esta temporada. Entonces, ¿qué mejor que una corta dosis de métricas para degustar?
¿Qué vamos a analizar aquí? ¡Tenemos bastante material para compartir! Pero voy a mis puntos más clásicos. Mira la tasa de BB-K% (Disciplina), las mejorías en wOBA (Complemento mayor del OBP), RISP (Promedio de empujados en posición de anotar) y la corteza de los OPS’s. ¿Lo que aprendimos? Estás viendo a un jugador prácticamente nuevo en el plato. Su disciplina creció en un 7.2% desde 2017 y, al mismo tiempo, puedes ver el efecto que parte de ese enfoque causó en su slugging: ¡ascendió .182 puntos!
En nueve visitas al plato menos en comparación con las de 2017, Alomá dejó de ser un jugador promedio en algunos aspectos, igual a un valor de 0.2 WAR-OFF, para convertirse en el nuevo líder del enfoque duro de contacto. Lideró la liga con 5.1 WAR-OFF en 2018 y, tal y como ves, está deshilando la pelota en la postemporada.
Pero, hay más…
Prueba esta maravilla si te gusta la sabermetría, si sientes que te motivan los porcentajes. Esta es una clave que pudes descifrar en tantos puntos de análisis: El ajuste que logró Alomá para dejar de halar la pelota. De 51.6% en 2017, bajó hasta 39.5%, y puedes constatar como su porcentaje de extra bases (XBH%) también tuvo una explosión positiva. Al dejar de tirar de los pitcheos, también conectó más para la banda opuesta y el centro del campo.
En conclusión: Más enfoque en el plato. Tendencias de contacto ajustadas, logrando golpear la pelota hacia diferentes zonas del terreno. Más fortaleza, otro de los puntos interesante, pues Alomá también mejoró su físico. Y, sobre todo, la plena convicción de que, cuando hay habilidades y tenacidad dentro del terreno de juego, se puede luchar por ser mejor cada día. Es obvio que el nivel del pitcheo ha decaído en el béisbol cubano actual, pero Alomá, dentro de los 53 bateadores calificados con al menos 240 PAs esta temporada, ha sido un hombre sobresaliente.
“Este ha sido un momento hermoso de mi vida”… Lo más grande que me ha pasado en mi carrera deportiva. Estoy sintiendo que, por alguna vez en la vida, mi afición me está queriendo. Y creo que eso es lo mejor que le puede pasar a un atleta, el reconocimiento público”.
Alomá cumplirá 30 años el próximo domingo 20 de enero y, si Villa Clara no responde a tiempo, ese día estará celebrando el primer título nacional en su carrera de ocho temporadas. No pudo ser con Metropolitanos. No pudo ser con Industriales, ni con Sancti Spíritus, y tampoco con Artemisa. Pero, gracias a su perseverancia y amor a la camiseta, Alomá está bastante cerca de lograr su sueño con los Leñadores de Las Tunas.
¿Has pensado en tu candidato para ganar el premio M-V-P de esta Postemporada?