POR JORGE EBRO
Odrisamer Despaigne lleva tres aperturas consecutivas que califican dentro de la categoría de “calidad”. Los Marlins, por su parte, suman ocho derrotas en nueve juegos que se pueden definir como “desastrosas”.
El pitcher de La Habana lanzó una sólidapelota de una carrera, pero de la manera en que se ha comportado la ofensiva de los peces, nada ni nadie podía rescatarlo de un fracaso 2-1 el martes en la noche, y menos cuando del otro lado estaba Stephen Strasburg.
Un solo error cometió Despaigne en el segundo episodio, cuando Pedro Severino le pegó un hit que impulsó la carrera que a la postre sería decisiva, pero el resto de su recorrido se mantuvo como un rival digno de Strasburg al permitir cinco hits en siete tramos.
“El [Despaigne] es un pitcher al que le vemos potencial, qué puede ayudarnos mucho, solo estamos tratando de ver qué función le cuadra más”, apuntó Mattingly. “Le vamos a dar todas las oportunidades que podamos en la rotación”.
Despaigne ha sido, quizá, el más afectado por la desaparición del ataque de los Marlins en un momento crucial, puesto que en esas tres aperturas solo lo han apoyado con cuatro carreras, casi nada.
Strasburg, por su parte, no completó el juego con blanqueada como la última vez que les vio las caras a los peces, pero a los nueve ceros del fin de semana pasado sumó ahora seis sin la sombra de una carrera.
Evidentemente, Miami no se encuentra en un sano estado de análisis que les permita hacer ajustes y descubrir la causa de los batazos desaparecidos, de las oportunidades desperdiciadas.
El cubano ha sido víctima de este período oscuro.
“No me siento frustrado por la falta de apoyo ofensivo”, apuntó Despaigne, quien en esas tres aperturas exhibe efectividad de 2.65. “Es difícil pasar de ser el equipo más caliente de Grandes Ligas a perder tantos juegos como ahora, pero debemos seguir luchando”.
Giancarlo Stanton se fue de 4-0, pero junto a Despaigne ofreció la nota positiva al robarle un cuadrangular a Daniel Murphy en la segunda entrada con un fildeo de leyenda, aunque el segunda base de la capital sería imposible de contener en la octava al llevarse la cerca del izquierdo con una línea potente.
Los peces finalmente anotaron una en el noveno, cuando Marcell Ozuna pisó el plato con un elevado de sacrificio, pero ya era demasiado tarde en la noche.