Por: Javier Gonzalez
Se podría escribir una libro con su historia, no un libro cualquiera: un libro de resiliencia, en el más profundo sentido de la palabra.
Corría el Draft 2009 de MLB, el mejor talento había quedado en las primeras cinco vueltas, luego pasó la sexta, séptima, octava y así sucesivamente se fueron adentrando en esas rondas donde ya se firman peloteros más por protocolo que por otra cosa, pues el % de que alguno de ellos llegue a MLB es casi microscópico, y ni hablar de aquellos que pudieran llegar a ser Estrellas, eso prácticamente es una utopía.
Así, cuando estaba por acabar la ronda 20, y con más de 600 muchachos drafteados para ese entonces, fue que a Jeff Luhnow, máximo ejecutivo de los Astros de Houston, le dió por fijarse en un chico natural de Miami, de raíces cubanas, llamado Julio Daniel Martínez.
Su bono de firma puede llegar a parecerte ridiculo: 30 mil dólares
Tanto ha llovido desde ese entonces, que Martínez, quien batalló enormemente con su bate tras su llegada a Grandes Ligas, hoy acaba de conectar el cuadrangular número 200 de su carrera.
Lo curioso del caso es que aquel chico que fue firmado en la ronda 20 (posición 611 general), y que posteriormente fuera designado para asignacion por unos Astros de Houston que no le tuvieron ni gota de paciencia, hoy día es un pelotero All Star con un salario de más de 20 millones de dólares por temporada, que ha ganando múltiples Bates de Plata en diferentes posiciones, además de un premio Hank Aaron, y que tan reciente como en noviembre pasado, se alzó con el primer anillo de Serie Mundial de su carrera.
Asi es la vida, el que persevera triunfa, y si hay algo que está muy claro en el deporte es que nada ni nadie puede bloquear de manera definitiva el talento, al final siempre emerge, de alguna manera, por algún sitio, en algún momento. Julio Daniel sabe de eso.