Por: Andrew Simon (MLB.com)
El cubano Yasiel Puig se dejó sentir tan pronto puso un pies en las Grandes Ligas con los Dodgers en junio del 2013, arrancando su carrera a un ritmo arrollador con el que ayudó entonces al club a ganar el primero de lo que ahora son siete títulos divisionales corridos. Ese año, el toletero dejó una línea de .443/.473/.745 en sus primeros 27 juegos en la Gran Carpa y al finalizar la temporada terminó segundo en la votación del Novato del Año de la Liga Nacional –que ganaría su compatriota José Fernández—a pesar de disputar sólo 104 compromisos.
La campaña siguiente, Puig asistió al Juego de Estrellas y termino entre los mejores 10 de la Liga Nacional en varias categorías. Al finalizar esa temporada 2014 con 23 años, ya tenía casi 10 WAR (versión Baseball-Reference) y 151 151 OPS+ (100 es promedio) en sus primeros 252 compromisos en MLB:
Sin embargo, Puig no pudo mantener ese nivel y desde entonces su producción ha venido en bajada. No tiene por qué extrañar entonces que pese a su estatus de celebridad y los memorables momentos protagonizados, el ahora agente libre no ha recibido mayor interés en el mercado.
Podría ser tentador tratar de unir el bajón en los números de Puig desde el 2014 a algunas de sus actitudes en el terreno y su reputación fuera de él. Pero una mirada a los fríos números revela dos factores que han afectado al cubano. Si es capaz de corregir uno, o ambos, su próximo equipo podría beneficiarse mucho.
Batear la recta
Hay dos tendencias llamativas e interrelacionadas que se han desarrollado a lo largo de la carrera de Puig. Desde su temporada de novato, le han venido lanzando cada vez más recta y su producción ante ese tipo de envíos ha venido en picada.
Desde el 2015, Puig ha visto la octava tasa más elevada de rectas (65.8%) entre los 281 bateadores que han recibido más de 5,000 pitcheos. Su .339 de wOBA (una versión del OBP que toma en cuenta el tipo de hits que da un jugador, y no simplemente si se embasó) durante ese lapso está por debajo del promedio de MLB (.347) y se ubica en el último cuarto de los 290 bateadores con al menos 750 viajes al plato.
Si queremos ver el vaso medio lleno, hay que apuntar que a Puig le ha ido muy bien ante pitcheos secundarios, comparado con el resto de la liga. Su wOBA de .350 ante envíos lentos y rompientes desde 2017 es el 13ro mejor en MLB (mínimo 250 viajes al plato), por delante de estrellas como Nolan Arenado, Freddie Freeman, Mookie Betts y Anthony Rendon. No es sólo que los lanzadores están atacando el punto débil de Puig tirándole rectas, sino también están evitando tirarle los pitcheos ante los que es más peligroso.
Por un lado, el uso de envíos rompientes está en alza a lo largo de las Mayores, y Puig quizás puede combatirlos mejor que la mayoría. Por el otro, los pitchers también están tirando cada vez con más frecuencias rectas de cuatro costuras en la parte alta de la zona, un tipo de lanzamientos que le ha hecho particularmente daño a Puig, cuya producción ante esos pitcheos en las últimas cinco temporadas está entre las peores en el juego (.210 de promedio, .365 de slugging y .280 de wOBA).
Hacer ajustar a nivel de Grandes Ligas no es fácil, pero si Puig es capaz de encontrar la forma de batallar contra ese plan de ataque podría dar un gran paso para reencontrar buena parte del valor que ha perdido como toletero.
¿Rezarles a los reyes del BABIP?
La explosiva producción de Puig al principio de su carrera estuvo potenciada por un promedio de .366 en bolas puestas en juego, uno de los mejores en las Grandes Ligas durante ese lapso. Pero Puig no ha podido repetir ese tipo de éxito, a pesar de que su contacto y tasas de ponches han permanecido bastante estables. Su BABIP durante las últimas cinco temporadas es de .294, un poco por debajo del promedio de MLB.
Statcast no hizo su debut sino hasta 2015, y aunque la velocidad de Puig se ha mantenido firme desde entonces (cerca del 20% de los jugadores más rápidos), no sabemos si era aún más veloz durante sus primeros dos años. Quizás sufrió un bajón entre 2014 y 2015, y efectivamente la cantidad de hits dentro del cuadro de Puig ha disminuido.
Ser capaz de recuperar algo de rapidez trabajando durante la temporada muerta ciertamente no haría ningún daño. Pero el camino más expedito hacia una mejoría es quizás la forma en la que le está pegando a la bola.
Durante las últimas cinco temporadas, se ubica en el 10% más bajo entre los bateadores de MLB en términos de hacer contacto con un ángulo de salida de entre ocho y 32 grados, un rango que produjo un promedio cercano de .600 en el citado lapso.
Si el próximo equipo de Puig es capaz de ajustar su swing o su plan de ataque, el patrullero podría convertir algunos rodados, elevados altos y globitos en líneas, mejorando así su promedio en las bolas puestas en juego.
Nada de esto es fácil, pero tratándose de un jardinero del que se espera ofensiva, Puig necesita que su bate juegue un rol más importante del que ha venido jugando últimamente en su carrera. Uno o dos ajustes en el plato podrían ayudarlo a alcanzar esa meta y recuperar su valor para cuando vuelva al mercado libre.
Andrew Simon es analista e investigador de MLB.com.