POR JORGE EBRO
Yoan Moncada se encuentra en un lugar diferente. Por primera vez desde que llegara a las Grandes Ligas, el joven de Cienfuegos está disfrutando el juego y han pasado más de tres años desde que debutara con los Medias Rojas en el 2016.
Después de apenas 54 juegos en su primera temporada con los Medias Blancas, el 2018 se antojaba como el momento en que Moncada irrumpiría con una fuerza tremenda para ocupar un espacio relevante entre los mejores jóvenes de las Mayores.
Sin embargo, la contienda terminó con más dudas que certezas para un Moncada que lideró el departamento de ponches con 217, un promedio ofensivo de .235 y una defensa que dejó mucho que desear en la segunda base con 21 errores.
¿Por qué le ha tomado tanto tiempo encontrar ese espacio, ese lugar diferente del que él mismo habla? Todo apunta al trabajo del cubano en el pasado invierno, a su explosión primaveral. Tal vez todo tenga que ver con la comprensión interior de su talento y sus circunstancias.
Todavía la muestra es breve, apenas 10 encuentros, pero Chicago puede mirar con más confianza a su futuro y su inversión en Moncada, quien al momento de redactar esta nota exhibe una línea ofensiva de .326/.370/.628 con un OPS de .997.
Quizá ese espacio diferente lo ha encontrado en su propia zona de strike. Moncada ya no persigue como antes los envíos alejados, también ha incrementado su radio de contacto contra todo tipo de lanzamientos, ya sean rectas o secundarios.
Estamos en presencia de un reconocimiento en toda la línea, de un olfateo inteligente de cuáles pitcheos le cuadran mejor a su mecánica y su anatomía, y a cuales dejarles pasar con el bate al hombro, porque no merecen la pena y son la materia prima de los ponches.
Moncada se está ponchando un 13 por ciento de sus comparecencias a la caja, cuando en la temporada previa lo hacía en un 33.4 por ciento, sin sacrificar poder por contacto, como bien lo atestiguan sus siete extra bases –en 10 encuentros-, incluidos tres cuadrangulares.
Su contacto con la bola hace que esta salga disparada a una velocidad de 96.1 millas por hora. Moncada le está dando bien y duro a la blanca, en la misma costura y con un disfrute que le resulta un redescubrimiento en lo personal y una advertencia al resto de Grandes Ligas: este no era un prospecto falso.
Cuando Boston le ofreció un bono de $31.5 millones y pagó una penalidad idéntica, estaba recibiendo a cambio una promesa enorme. Cuando Chicago envió a Chris Sale a los Medias Rojas para tenerlo, también hacía una apuesta de porvenir.
Esa promesa ahora se está pagando.
(Tomado del Nuevo Herald)